Karina Sainz Borgo: "Venezuela es un país que se dio de baja en la civilidad"
La periodista caraqueña afincada en España triunfa en su debut narrativo con la novela La hija de la española, un descarnado retrato del derrumbe venezolano ya traducido a 26 idiomas
BARCELONA.- A finales de 2018 en las ferias internacionales, scouts y agentes literarios anticipaban el fenómeno recordando el bombazo de Milena Busquets de 2015 con Todo esto pasará. Pero el vaticinio se quedó corto porque el debut de la novela de la reportera y periodista cultural Karina Sainz Borgo (Caracas, 1982), afincada en Madrid desde 2006, lo tenía todo para estallar aún más fuerte y eso fue lo que sucedió. Publicada a mediados de marzo pasado en España, La hija de la española (Lumen) ya va por su quinta edición. Y si los derechos de la novela ya habían sido vendidos a 22 países antes de su publicación, ahora suma 26 traducciones en sellos tan prestigiosos como Gallimard, en Francia, o Harper Collins, para todo el mundo anglosajón, donde se lanzará en septiembre próximo. Y ahora la novela llega también a las librerías argentinas.
¿Y qué tiene la obra para convertirse en un blockbuster? En primer lugar, que se ocupa de un tema caliente, dolorosamente sensible en América Latina, y que sigue dando titulares cada día y no tiene visos de pronta resolución: la crisis en Venezuela. O lo que es lo mismo, el derrumbe chavista de los últimos años y el descarrilamiento totalitario del régimen. En segundo lugar, ofrece un retrato nada edulcorado de una Caracas de pesadilla en la que el ciudadano medio hace lo que sea por sobrevivir entre apagones, escasez de alimentos, gases lacrimógenos, usurpación de inmuebles y abuso de poder, cuando no represión franca, tortura y asesinatos.
La hija de la española cuenta además una historia bien tramada sobre una periodista de mediana edad, Adelaida Falcón, viuda de un reportero asesinado por revelar las corruptelas del régimen y sus negociados en la frontera con la guerrilla colombiana, que intenta sobrevivir sola en ese infierno, tras la muerte de su madre por un cáncer. Hasta que no le queda más opción en ese país sin ley que huir a Europa, suplantando la identidad de una hija de exiliados españoles.
Pero quizás el gran mérito de Sainz Borgo sea el contundente y afilado estilo, de una escalofriante sencillez, con la que narra todo eso.
"Busco percutir. Que el lenguaje corte y rasgue, pero sin flecos, como un bisturí", reconoce la periodista, autora de un par de libros de crónicas. Es consciente de que su brillante debut en la ficción le debe mucho al oficio. "El periodismo y la literatura forman parte de un mismo hueso que jamás deberíamos fracturar. No concibo lo periodístico separado de lo literario. En mi escritura prevalece un ritmo periodístico, directo, a quemarropa. Incluso volcada en la ficción, creo que la impronta del titular se impone, como la del verso", explica.
El tema le viene de lejos, porque Sainz Borgo llevaba una década "trabajando el desarraigo" con dos manuscritos previos. "Sin embargo, hasta que no me sentí madura emocional y literariamente no conseguí escribir una novela que lo sintetizara. Lo tuve muy claro en 2017, cuando comencé el proceso de escritura, empujada por el dolor y la angustia que me producía ver el ciclo de represión y violencia que afectaba a Venezuela", confiesa.
Y no oculta que en el plano simbólico, la orfandad de la protagonista equivale al destierro de la autora. "El país al que yo quiero volver ya no existe. Y no lo digo como algo personal, creo que es una sensación colectiva y, si me apuras, universal. Los regímenes totalitarismos lo borran todo, reescriben hasta nuestros recuerdos, por eso en esta novela es tan importante la culpa del superviviente. Es la demostración perfecta de la vejación, la violencia y el exceso de poder".
Aunque la autora es hija de inmigrantes españoles y ha hecho el camino inverso de sus padres en la posguerra, reconoce que la distancia le ha reportado algunas ventajas. "Es el lugar donde he podido reconstruir los pedazos de ese naufragio perpetuo, que es Venezuela", dice.
Pero también a nivel lingüístico, al contaminar su registro: "Me gusta esa síntesis de expresiones que nace de mi español y el castellano. La palabra guayaba resuena con más necesidad y potencia. Hablo mejor mi español cuando escribo en el registro castizo", asegura.
Algunos críticos entendieron La hija de la española como una suerte de distopía apocalíptica, a causa de la brutalidad de algunas de sus escenas. Pero se trata de puro y simple realismo, dice la autora, porque hay mucha menos ficción en la novela de la que a ella le gustaría. "Todo lo que está descripto en este libro lo he visto, primero como periodista y luego como ciudadana, como amiga, hermana o hija", dice. Incluso, para documentar una muerte violenta la ayudó un amigo especializado en el tema: "Que te rajen la garganta es algo que se usaba con los soplones en la guerrilla".
Así las cosas, pareciera que las calles de Caracas serían hoy el mejor escenario para rodar una remake de Mad Max. Pero, lejos de ser una broma, la autora lo confirma: "Lo es cada vez más. Venezuela es un país que se ha dado de baja en la civilidad. Es un expaís. No hay ley ni orden. Es la selva. Después de veinte años de revolución, Venezuela está quebrada, sin luz, sin agua, sin alimentos; el único logro ha sido convertir a todos en pobres, en miserables o en cadáveres", arremete.
Entonces, la pregunta que surge, parafraseando a un personaje de Vargas Llosa es ¿cuándo se jodió Venezuela? "Venezuela como proyecto ciudadano desbarrancó en la década de los 80. Una democracia que no es capaz de defenderse es una democracia débil. Las elites gobernantes pensaron que el petróleo sería eterno. Los dos intentos de golpe de Estado de Hugo Chávez eran el síntoma de que aquellas enormes diferencias sociales de la sociedad venezolana habían encontrado a alguien que supo leerlas en modo revancha. Y eso fue lo que ocurrió", explica.
La salida de esta crisis es para la autora "compleja y lejana". "El tema más importante son unas elecciones libres y transparentes, la pregunta es: ¿el régimen está dispuesto a eso? Yo no lo creo. Mientras pasa el tiempo, se va la luz y la gente que está conectada a una máquina en un hospital muere y la moneda se devalúa incluso en una subeconomía dolarizada. Hemos retrocedido como sociedad más del tiempo que tenemos como nación. Estamos en la fase previa al siglo XIX. Resolver eso nos tomará generaciones", advierte.
Y como colofón, Sainz Borgo alerta sobre la delicada situación argentina, que muchos ya comparan a la venezolana. "Me preocupa muchísimo, por lo que tiene de espejo. Aun con las medidas restrictivas, Macri no consiguió ganar terreno a la mala situación económica. Lo que más temo son las nostalgias extemporáneas, que la Argentina, agobiada como está, piense que el populismo en el fondo no era tan malo", concluye la autora.
Desterrados
La hija de la española
Autor: Karina Sainz Borgo
Editorial: Lumen
Páginas: 224
"Hemos retrocedido como sociedad más del tiempo que tenemos como nación. Estamos en la fase previa al siglo XIX ""El tema más importante son unas elecciones libres y transparentes, la pregunta es: ¿el régimen está dispuesto a eso? Yo no lo creo"