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Vestido con una capa azul, el jinete galopa en una colina sobre un caballo blanco. O eso es lo que interpretamos al ver las formas de colores sin contornos definidos que Wassily Kandinsky pintó sobre una tela en 1903, en un cuadro que anticipaba su avance pionero hacia la abstracción. El jinete azul se tituló esa obra y también la que ilustraría un almanaque histórico: el que reunió a un grupo de artistas a comienzos de la década siguiente, y que marcó un hito en la historia del expresionismo alemán.
Medio centenar de obras de varios autores -incluidos Henri Rousseau y Robert Delaunay- conformaron en diciembre de 1911, en Múnich, la primera exposición de esos visionarios que buscaban alejarse del arte imitativo. “Cuando la religión, la ciencia y la moral (esta última gracias a la obra demoledora de Nietzsche) se ven zarandeadas y sus bases externas amenazan con derrumbarse, el hombre aparta su vista de lo exterior y la dirige hacia sí mismo -escribió Kandinsky en De lo espiritual en el arte, publicado ese mismo año-. La literatura, la música y el arte son los sectores más sensibles y los primeros en registrar el giro espiritual de una manera real, reflejando la sombría imagen del presente, y la intuición de algo grande, todavía lejano e imperceptible para la gran masa”.
Si algo tenía el artista ruso era sensibilidad para buscar esa “obra de arte total”, a la manera de Wagner. A su amplia formación musical se sumó la sinestesia, una habilidad para la percepción multisensorial clave en su proceso creativo según Google Arts &Culture, que acaba de lanzar con el Centro Pompidou una herramienta interactiva para sintonizar con su legado. Literalmente: expertos en música experimental simulan lo que pudo haber escuchado cuando pintó en 1925 Amarillo, rojo, azul, la obra más importante realizada mientras enseñaba en la Bauhaus.
Con ese mismo espíritu interdisciplinario, textos de artistas de distintas especialidades y países fueron reunidos por Kandinsky y su colega alemán Franz Marc en el almanaque El jinete azul, publicado en 1912. Ambos, explica el sitio artsandculture.google.com/project/kandinsky, “querían unir obras de varios géneros y épocas, y mostrar que todas las formas del arte -pintura, música, arte no europeo, arte popular, dibujos de niños- tienden a moverse en la misma dirección” esencial. El jinete, agrega, es una metáfora del artista que apela a su talento -simbolizado por el caballo- para “liberarse de los conceptos pictóricos tradicionales”.
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