Julio Le Parc quiere festejar sus 90 años con una megamuestra en Argentina
CÓRDOBA.– Hoy Julio Le Parc cumple 90 años; le sobran ganas y motivaciones. Le molesta que "se le canse" la rodilla; por eso en su taller en París –donde sigue trabajando- ahora se sienta más, para dibujar, escribir algo o hacer proyectos. Nunca establece etapas: "Voy pasando de una cosa a la otra, la experimentación va llevando", cuenta.
Llegó a Córdoba para la inauguración de "Visión Le Parc", la muestra que se exhibe en Casa Naranja y que incluye la reconstrucción de dos instalaciones interactivas de gran formato realizadas a mediados de ’60; una de las emblemáticas "máquinas de luz" (Le Parc Lumière) y una gran escultura móvil diseñada especialmente para esta oportunidad. También hay 30 serigrafías con imágenes de La Longue Marche (1974) y otras series icónicas, junto a trabajos más recientes.
Está de buen humor, conversador y entusiasmado por esta exposición y en los próximos días inaugurará en Río de Janeiro , a donde también viajará. Lo acompaña su hijo Yamil. Cantante, esta noche interpretará temas de Astor Piazzolla en el homenaje que se le hará en el CCK , donde está su Esfera Azul. Está trabajando intensamente para concretar, el año que viene, el "homenaje en vida" a su padre, con 105 obras en el CCK (en colaboración con el MET de Nueva York ) y 100 en el Museo de Bellas Artes. "Además, queremos iluminar el Obelisco. ‘Leparquizar’ Buenos Aires . Ojalá podamos hacerlo", anticipa Yamil.
Mendocino de nacimiento, Le Parc lleva 60 años viviendo en París, donde hace medio siglo fundó con otros artistas el influyente Grupo de Investigación de Artes Visuales (GRAV). "No leí nunca mucho de ciencia –cuenta a LA NACION-. Cuando aparecieron los artistas ‘de las computadoras’ los mirábamos con mis amigos y era lo que nosotros habíamos resuelto a pulso. Es la relación que tenía el ojo con lo que se va haciendo, con la tinta china, la témpera, las medidas del papel. Ver de lejos, de cerca. Era lo mismo pero con otros medios".
En Palmira –el pueblo mendocino donde pasó su primera infancia– dibujaba las caras de próceres tan bien que una maestra le dijo a su madre que tenía que desarrollar esa habilidad. Cuando la familia se mudó a Buenos Aires, ingresó a la Escuela de Bellas Artes.
"Disfruto dibujar; lo hago todo el tiempo. Cuando se usaba más el teléfono de mesa tenía una libretita donde iba diseñando mientras hablaba. Hasta puse mejores hojas y lapiceras para dibujar. Ahora, cuando salgo a caminar llevo un bolso con papel, lápices o acuarelas", cuenta.
Referente del arte cinético, rechaza el culto al artista; está convencido de que "es la obra la que debe hablar". De la misma manera, insiste en que hay que valorar la idea más que el material en que se trabaja. "No hay una obra cerrada". Desde siempre lo suyo fue el explorar, el romper barreras.
En la muestra de Casa Naranja están los puntos clave de su carrera. El desplazamiento del observador, la reconfiguración de formatos, la penetración del espectador en la luz y las geometrías progresivas con sus 14 colores fundamentales.
Más proyectos
Desde el Teatro Libertador de Córdoba contactaron a Le Parc para que diseñe una esfera móvil monumental para la cúpula de la sala principal. El establecimiento está en obras y será reinaugurado en marzo con el Congreso de la Lengua.
El artista valora la "actitud de curiosidad, de atención a los detalles cotidianos. Pequeñas cosas que uno percibe en la calle y que pueden desatar una experimentación". Así describe su método de trabajo. "No estar pegado 100% a lo que uno hace, estar abierto a recoger, a manipular materiales. A veces también se combina el azar".
"Es entretenido. No es un sufrimiento –agrega-. Uno va descubriendo pequeñas cosas; sospechando que algo puede ser y si no lo es, también es positivo. Hay que tratar de sacar partido de todo".
En la Feria Internacional de París, que abre en octubre, se expondrán 20 esculturas blancas hechas por Le Parc para la fábrica nacional francesa de Sèvres, la más antigua de porcelana del mundo. Hace dos años fue Bernardaud, la reconocida fábrica de porcelana de Limoges, la que le encargó unos juegos de mesa y Hermès hizo cien pañuelos con su obra La larga marcha (que integra la muestra de Naranja).
A Le Parc le divierte que los jóvenes se asombren de que sus obras no hayan sido hechas con computadora. "En aquellos años no existían ni las calculadoras. Con uno de mis hijos hemos llevado algunos trabajos a la realidad virtual. Integran la exposición que estuvo en San Pablo; fue divertido hacerlo, como jugar". A fines de los ’60 IBM compró una de sus obras para publicitar una computadora.
A sus casi 90 el artista está "empezando una nueva carrera" con las reinterpretaciones de sus trabajos. Precursor de la idea de que el público participe de la obra, "vibre" con ella, cree: "La gente siempre tiene la capacidad de sentir".
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