Julio Cortázar: la construcción del mito
Son dos exposiciones con objetivos y contexturas diferentes, que se complementan para hacer su aporte a los festejos por los cien años del nacimiento del autor de Rayuela. Diseñada con la curaduría de Juan Becerra y Graciela García Romero, Los otros cielos es una propuesta ambiciosa que establece un corte transversal en la vida y la obra de Cortázar a partir de su colección personal de objetos, material fotográfico, correspondencia, documentación y películas filmadas en súper 8.
Tanto para los curiosos como para la populosa tribu cortazariana, Los otros cielos se ofrece como un recorrido lleno de momentos reveladores y emocionantes que le escapa al concepto de "parque temático" que suele sobrevolar propuestas vinculadas con un personaje famoso. Evade muchos lugares comunes simplemente informativos o exaltadores de la figura del homenajeado, con la intención de ir al hueso de la intimidad del escritor. Sobre todo la de sus años de infancia y juventud, en la que se cristalizan muchas de las visiones del mundo que luego alimentarán tanto la forma como el contenido de su literatura.
Los otros cielos no es una exposición convencional y por eso es un acierto que su sede sea el pabellón de exposiciones temporarias, el espacio del museo orientado a la producción contemporánea y a expresiones menos académicas. Además de establecer un sistema de hitos personales y de referencias a gente que marcó la vida y la obra del escritor -en el que juegan un papel fundamental sus mujeres, Aurora Bernárdez, Ugné Karvelis y Carol Dunlop-, Los otros cielos se anima a construir un diálogo entre Cortázar y las artes plásticas.
Tomando como punto de partida referencias volcadas en Territorio (1977), los curadores introdujeron una selección de obras pertenecientes al patrimonio del museo; una especie de exposición de arte curada involuntariamente por el propio Cortázar en aquel libro dedicado a las artes plásticas. Un ejercicio arriesgado pero que se disfruta como si se tratara de un juego interesante y revelador del sistema de gustos artísticos del autor.
Para muchos, Cortázar fue uno de los escritores que mejor se relacionaron con las expresiones características del siglo XX. Su pasión por el jazz y la política (mayo francés, Nicaragua sandinista) es conocida. También su relación con la fotografía, arte que supo admirar y utilizar por partes iguales.
Una buena prueba de esa sintonía entre Cortázar y la construcción mítica que permite la fotografía se percibe en Los fotógrafos: ventanas a Julio Cortázar, en el segundo piso. Esta exposición se propone mostrar la figura del escritor a través de la mirada de famosos fotógrafos -como Antonio Gálvez, Sara Facio, Alicia D'Amico, Carlos Bosch y René Burri- que lo conocieron y lo inmortalizaron con sus Leicas o sus Nikon. Fotógrafos que, de forma voluntaria o no, ayudaron a constituir el mito literario y pop que responde al nombre de Julio Cortázar.
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