Juan Stoppani, del Di Tella a París ida y vuelta
¿Esto es suyo?”, le preguntó el policía mientras señalaba una tela de cien metros de largo. Él asintió, y quedó preso de inmediato. Aquel turbante era parte de la instalación que había presentado días atrás en el Instituto Torcuato Di Tella, como parte de las Experiencias ‘68. Hasta que la muestra fue clausurada por el gobierno militar y los artistas decidieron destruir sus obras en la vereda. Titulada Todo lo que Juan Stoppani no se puede poner, la suya consistía en una mujer cubierta por aquella larga tela y rodeada por manzanas verdes.
"Nos perseguían mucho. Yo trabajaba como asistente de cátedra en la UBA, y una noche se apareció en la clase un soldado con ametralladora. Me prometí no volver nunca más", dice ahora Stoppani, a los 84 años, al recordar el momento en que decidió irse del país con un grupo de artistas que incluía a Alfredo Rodríguez Arias y Marilú Marini.
Volverían a detenerlo por robarse un par de medias en Nueva York –"todos los argentinos robaban", asegura–, donde estuvo un tiempo antes de viajar a Londres. Allí estaba cuando recibió un llamado desde París que le cambiaría la vida.
Fue convocado por Rodríguez Arias para hacer el vestuario de Eva Perón, interpretada por un trans en la obra dirigida por Copi que provocaría un escándalo. "Grupos de derecha franceses pagados por Perón nos rompieron todo el decorado", sostiene, todavía indignado. "El problema de la Argentina –agrega– es que la mitad del país es genial y la otra mitad es inculta".
La experiencia tuvo su lado positivo. Al llegar a la casa de Copi en París, el 13 de enero de 1970, le abrió la puerta Jean Yves Legavre… completamente desnudo. Ese día iniciaron una relación en la vida y en el arte que se extendería durante medio siglo.
Fue Jean Yves quien lo convenció de volver a vivir a la Argentina luego de que Stoppani fuera homenajeado en arteBA, en 2008. Un reconocimiento a sus obras de arte pop que se renovó meses atrás, con la invitación a participar en la Bienal de Arte Joven. Ahora, mientras exhibe su producción de la última década en la galería Liga, reconstruyen juntos piezas en su casa de La Boca para la retrospectiva que exhibirá el año próximo el flamante museo Marco.
No estará allí, sin embargo, la obra de las manzanas que lo llevó a la cárcel en la década del 60. "No la quiero más –dice Stoppani–. No soy el mismo".
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