Juan José Sebreli. “Los gays de mi época eran gays de biblioteca; ahora son gays de discoteca”
Con desenfado, el ensayista presentó ayer su nuevo libro junto con su amigo y coautor, Blas Matamoro, Miguel Wiñazki y Marcelo Gioffré; “La Argentina siempre fue semiautoritaria y semidemocrática”, sostuvo
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Una tarde primaveral enmarcó la presentación de Entre Buenos Aires y Madrid. Diálogos (Sudamericana), de los escritores Juan José Sebreli y Blas Matamoro, en el auditorio de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (Aamnba). Mientras grupos de personas hacían gimnasia al aire libre en el parque aledaño (con decenas de accesorios y personal trainers), Sebreli, acompañado por el escritor Marcelo Gioffré, llegaba en un auto gris plateado a la cita. Lo esperaban, entre otros, el diputado nacional Fernando Iglesias, el constitucionalista Daniel Sabsay, la socióloga Liliana de Riz, el historiador Roberto Azaretto, el exembajador Mariano Caucino, el fotógrafo Facundo de Zuviría, el cineasta Pablo Racioppi (codirector del documental El Olimpo vacío), la abogada Florencia Arietto, los periodistas Emilio Perina, Silvia Mercado y Cristina Mucci, la escritora Josefina Delgado, el presidente y el director ejecutivo de la Aamnba, Julio César Crivelli y Andrés Gribnicow, y el director editorial de Penguin Random House, Juan Boido. Excepto este último, varios asistentes compraron ejemplares en la institución.
Matamoro, desde el estudio de su casa en Madrid y con un fondo de libros (dos dedicados a Maria Callas), participó del encuentro a distancia, que tuvo momentos hilarantes como cuando Sebreli se refirió a las “teteras” [lugares de encuentro de los gays en baños públicos de bares y estaciones de trenes] en la ciudad de Buenos Aires. “Las estaciones de la línea norte del ferrocarril era un paseo obligado en el verano”, recordó. En 1971, él y Sebreli fundaron, junto con Héctor Anabitarte, Juan José Hernández y Manuel Puig, el Frente de Liberación Homosexual (FLH) con la intención de que la homosexualidad pasara a formar parte del debate público. “Los gays de mi época eran gays de biblioteca -sostuvo-. Ahora son gays de discoteca”.
Contó que con Matamoro, a quien lo une una amistad de décadas, habían querido emular en el país el Informe Kinsey (una investigación acerca de la sexualidad). “Hoy nadie sabe quién fue Alfred Kinsey -se lamentó-. La mayoría de los militantes LGBT actuales son kirchneristas, como los de la agrupación Putos Peronistas, y se sacan fotos abrazados a Cristina Kirchner; ese es el movimiento homosexual de hoy”. Y señaló que en los últimos tiempos los heterosexuales habían adoptado no solo costumbres de los homosexuales sino también el léxico (dio como ejemplo el uso extendido de la palabra “chongo”). Ambos pensadores consideraron el lenguaje inclusivo una “ridiculez”.
En la sala de Amigos del Bellas Artes, acompañando al maestro Sebreli y a Blas Matamoro en la presentación de su libro ENTRE BUENOS AIRES Y MADRID, con las palabras introductorias a cargo de @marcelogioffre y @MWinazki pic.twitter.com/q7fJihwgvd
— Fernando A. Iglesias (@FerIglesias) September 5, 2022
Después de las palabras de Crivelli y de Facundo Guadagno, que persuadió a Sebreli de grabar los diálogos por Zoom con Matamoro sobre distintas temáticas (cine, vida cotidiana, música y sexualidad, entre otros), el ensayista y periodista Miguel Wiñazki se refirió al libro como una caminata filosófica de dos flâneurs por temas diversos, de Hegel al radioteatro, y de la crítica del populismo a la ópera. “Es un libro de dos pensadores actualísimos que hablan de lo inactual”, dijo Wiñazki. Pese a los elogios y ante el desconcierto de los editores, Sebreli manifestó sus dudas de que el nuevo libro se convierta en un best seller. “Aunque está destinado a las nuevas generaciones que quieran conocer las minucias de la vida cotidiana del pasado, no tengo muchas expectativas, la juventud vive en el presente inmediato, en el día, y eso lo ha acelerado la revolución tecnológica: la tecnología ha desplazado a la cultura”.
“Blas y yo somos los últimos sobrevivientes del pasado -agregó el autor de Dios en el laberinto-. Cuando escucho música o leo un libro, me pregunto qué pensará Blas de esto”.
“Pese a la costumbre de Juan José de llevarse mal con todo el mundo, conmigo siempre se ha llevado bien”, dijo Matamoro y destacó la escritura de Sebreli en libros como Cuadernos y El tiempo de una vida, donde “el tema se hace a medida que se escribe”. “Los dos tratamos de colaborar para que la Argentina tenga una historia -agregó-. A los argentinos nos falta una buena relación con el pasado. Cuando el pasado no pasa y se nos viene encima, estamos en presencia del mito. La antigüedad para nosotros es un género literario”.
El diálogo derivó a la política y al intento del Gobierno nacional de legislar los “discursos de odio” luego del atentado a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Se habló sobre el peligro que han entrañado en Nicaragua, Cuba y Venezuela las “leyes del odio” que silencian a opositores y disidentes (como pasó con el escritor Sergio Ramírez en Nicaragua). Matamoro contó que en España se sanciona el “odio racial”. “La democracia en el mundo es minoritaria -afirmó Sebreli-. La mayoría de los países no son democráticos y los demás lo son a veces. En la Argentina la democracia es sucia, este siempre fue un país semiautoritario y semidemocrático”. Y vaticinó que pasarán siglos antes de que Rusia sea una democracia. “Es muy difícil cambiar una cultura”, concluyó.
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