Juan José Saer: el último llamado y el último capítulo
El 9 de junio, al mediodía, recibí la última llamada de Juani, me hablaba desde el sanatorio donde estaba internado. La llamada fue corta y estaba exultante, había decidido que el último capítulo de La grande lo pensaba como una coda, no muy extensa, no más de veinte páginas y que había decidido terminar la novela con la frase "Moro vende".
Al día siguiente, sábado 11 de junio en la mañana, recibo la llamada de Jerónimo, el hijo de Saer, que me comunica la triste noticia de la muerte de su padre. A quince años de esa llamada telefónica, todavía me resulta doloroso hablar de su muerte, así que prefiero hablar del quince aniversario de la publicación de La grande, la historia de varias vidas de distintas generaciones a lo largo de siete días, una semana entera, y todo se encamina, lentamente, hacia un asado sobre el que caerá una tormenta pesada y oscura de fin de fiesta.
Su proyecto literario, lúcidamente desplegado a lo largo de más de cuatro décadas y una veintena de libros, alcanza en estas páginas su culminación: La grande cierra el ciclo de lo que se abrió con su primer libro de cuentos, En la zona, y en su novela Cicatrices.
En enero de 2005 ya me había enviado los cinco primeros capítulos de la novela terminados. Si bien no puedo asegurar que Saer no habría hecho modificaciones en esos capítulos al recibir las pruebas, podemos inferir que ese texto era el definitivo.
El capítulo 6, "El Colibrí", estaba completo en su computadora, aunque debo señalar que Saer del último capítulo escribió en el cuaderno el título y la primera frase:
"LUNES
Río Abajo
Con la lluvia, llegó el otoño, y con el otoño, el tiempo del vino".
Fiel a sí misma, la obra de Saer define uno de los caminos centrales de la renovación en la literatura argentina después de Borges. En su narrativa vemos la presencia recurrente de ciertos materiales, la zona de las ficciones, un grupo de personajes ("el elenco estable", según la expresión de Saer) y una topografía (el litoral), que van de una a otra narración y la política, siempre presente.
Otra constante es que su escritura nunca aprovechó las modas literarias, su escritura siempre estuvo a contramano de las modas. No estar de moda fue una admirable cualidad saeriana, su otra cualidad es que su obra siempre está presente, perdura y es imprescindible en el campo de nuestra literatura. Coincido con el juicio de Ricardo Piglia: "Decir que Juan José Saer es el mejor escritor argentino actual es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores actuales en cualquier lengua".
* Amigo y editor de Juan José Saer en Grupo Planeta
Télam