Jóvenes que eligen por otros motivos
Graciela Morgade Para LA NACION
Los comportamientos de la matrícula de la educación superior, como todos sabemos, están ligados en general a diversos factores.
Entre ellos se destacan especialmente las perspectivas de empleo y remuneración, el prestigio social de las carreras, el surgimiento de nuevos campos y ocupaciones atractivos para la juventud (con la consecuente construcción social de algunas "modas") y las iniciativas publicitarias de algunas instituciones académicas, sobre todo de gestión privada.
Por tratarse de un campo muy conocido en su especificidad (en toda sociedad se sabe muy bien qué hace "un docente"), con una inserción laboral estable y previsible, aun en sus bajas remuneraciones, el caso de la matrícula de la formación docente puede ligarse, fuertemente, a las perspectivas de empleo que buscan los jóvenes.
Por suerte, aunque también como una alerta que deben tener en cuenta las instituciones formadoras de maestros y profesores, la elección de la docencia ya casi no responde solamente a un desinteresado "altruismo" dirigido a la educación infantil y juvenil.
Cada vez más obedece al interés por obtener, con cierta rapidez, un empleo con reglas de juego claras (establecidas a partir de los acuerdos fijados en el Estatuto del Docente y en las paritarias nacionales) y, en muchos casos, con la perspectiva de acumular cargos y horas de clase según las necesidades en diferentes momentos de la vida, sobre todo de las mujeres, que son la mayoría en la docencia.
Es pensable que la crisis económica haya sido el contexto en el cual muchos de los jóvenes decidieron su carrera. Del mismo modo aconteció entre 2002 y 2004, cuando muchos de ellos comenzaron a volcarse a otras alternativas, seguramente con mejores perspectivas económicas.
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El desafío de las escuelas normales y de los institutos superiores es trabajar con y desde esta realidad. Se trata de jóvenes que eligen la docencia por diferentes motivos que los que "antes" elegían la tarea de enseñar.
A quienes habrá que ayudar a construir una profesión que combina saberes específicos, compromiso social y, por qué no, una cierta obstinación en creer que todos y todas pueden aprender si logramos construir condiciones de aprendizaje apropiadas.
También es una alerta para el gobierno de la ciudad. En un momento de fuerte recambio generacional en las escuelas, originado en un decreto presidencial que favoreció las jubilaciones docentes, no podemos esperar a que existan crisis económicas para que se pueblen las instituciones formadoras.
Por el contrario, sólo políticas de mejoramiento integral de las condiciones laborales docentes (salariales y estructurales) lograrán atraer a jóvenes con ganas de enseñar y, de alguna manera, de contribuir a construir un mundo más justo.