José Manuel Lucía Megías: "Creó una maravilla en el margen"
El académico trae el Quijote a los lectores del siglo XXI y revive su espíritu vanguardista
Sin la ayuda de un escudero leal, José Manuel Lucía Megías recorre La Mancha hispanoamericana. Su única arma es la sabiduría que le ha dado el paciente estudio de la vida y obra del autor del Quijote. Desanda aquella aventura con lucidez, libera los galeotes de la dudas y es cuidadoso con cada fuente que aparece en el camino, aunque reluzca como el yelmo de Mambrino. El catedrático español publicó La juventud de Cervantes: una vida en construcción (Edaf), que en su país va, a pocos meses de su lanzamiento, por su tercera edición. Intelectual comprometido con la Argentina, es el impulsor junto con los vecinos de Azul del Festival Cervantino, que en noviembre celebra su décima entrega en un encuentro que promete ser más alegre aún que el casamiento de Cardenio y Luscinda.
El erudito se presenta hoy, a las 18, en la Feria del Libro, junto con Carlos Gamerro, para analizar las virtudes y los peligros de modernizar la lengua de los clásicos. A su modo, sin incurrir en anacronismos, es lo que hace en sus clases: explicar la galaxia de los Siglos de Oro a un auditorio del siglo XXI.
-¿Cómo es el tratamiento del amor en la obra de Cervantes?
-El amor que potencia y defiende es entre iguales, entre la misma clase social, y se critica el amor entre desiguales (entre un rico y un pobre o la diferencia de edad). Está dentro de los cánones del momento, no se sale de la norma, pero sí lo hace con los personajes femeninos que quieren ser libres, como Marcela [en el Quiijote], por ejemplo, quien dice que nació libre y renuncia a la sociedad y se marcha al campo, a un mundo idílico.
-Un ícono del Quijote es la pasión del hidalgo hacia Dulcinea. ¿Qué se puede reconstruir de la relación de Cervantes, álter ego del Quijote, con su mujer?
-Existe un estudio grafológico de su personalidad. Se destaca allí que era una persona apasionada. Había una gran diferencia de edad con su mujer, Catalina, pero esas diferencias eran comunes en la época. No sabemos cómo fue la relación, pero siempre que habla de ella lo hace con mucho cariño y cuando ella muere, en 1610, en su testamento dice: "Siempre me trató muy bien".
-Uno de sus sueños fue viajar a América. ¿Por qué no lo logró?
-Quería formar parte de la administración, obtener un puesto y los vacantes en España o Portugal no le correspondían, ni por linaje ni por influencia. Pensaba que ese salto a un puesto mayor lo lograría a base de poner distancia en América. En 1590 le responden "busque usted por acá" [en España] y luego se convertirá en recaudador de impuestos en tierras andaluzas.
-Otro sueño trunco fue el de conocer la fama como autor.
-Sí tuvo reconocimiento, pero a Cervantes le habría gustado estar en el centro de la literatura de su tiempo. Él vive en los márgenes y eso es lo que le permite crear una obra totalmente vanguardista porque le posibilita la experimentación. Lope habría sido capaz de hacerlo, pero no puede porque estaba en el centro y tiene que darle el gusto al vulgo. El Quijote es una piedra fundacional de un modo de entender la literatura; por eso nos resulta todavía tan moderno. Si Cervantes crea esas maravillas es justamente porque está en los márgenes.
Para agendar
Hoy, a las 18, Carlos Gamerro y José Manuel Lucía Megías hablan en la mesa ¿Modernizar la lengua de los clásicos?: Shakespeare y Cervantes para el público de hoy. En la sala V. Ocampo
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