José Donoso recuperado
En Voces de la memoria (Editorial Sudamericana), cálida biografía del autor chileno, Esther Edwards retrata de un modo fiel y preciso la personalidad de su amigo.
VOCES de la memoria es una biografía que no sólo interesa a los admiradores del novelista trasandino, sino también a todo lector abierto al conocimiento de un gran talento con envoltura humana. Esta envoltura humana, a veces brillante, a veces patética, es la que Esther Edwards describe en su libro, inspirado en el dolor de una pérdida (Donoso murió el 7 de Diciembre de 1996) y en una necesidad que ella misma define: "Para no separarme de la memoria de José Donoso, para que no se alejara, para recuperarlo".
Esther (Techy) Edwards fue agregada cultural de la Embajada de Chile en la Argentina, entre 1992 y 1995. Todos saben que su labor integradora entre los dos países fue intensa y de resultados concretos. Es una mujer menuda y frágil en apariencia, pero de un carácter tan sólido como dinámico. Lectora omnívora desde la infancia, ella misma se denuncia como "miembro de una familia muy extendida cuya diversidad me marcó para siempre, porque no se puede crecer así, como si nada, en un grupo en que se dan la excentricidad y el convencionalismo, el ateísmo y la piedad, la ignorancia flagrante y el refinamiento intelectual, las ideas avanzadas y la tradición, la militancia política y la indiferencia".
-¿Y qué sale de semejante amalgama?
-Yo diría una disparatada amalgama, que urge a buscar la verdad tempranamente. En la extrema juventud se cree que es posible acceder a ella en el lapso de una vida. Así fue como estudié periodismo en la Universidad de Chile, literatura clásica en La Sorbonne, Literatura teatral en Philadelphia College for the Performing Arts... Fui profesora en secundarios y universidades, productora de cine publicitario y de libros, editora de una miniempresa de mi propiedad. Llevo cuatro libros publicados.. . Voces de la memoria es el último.
-Hablemos de él.
-¿Del libro o de José Donoso? ¿De la biografía o de Pepe?
-¿No son casi lo mismo?
-No. Aunque en el recuerdo, quizá sí... En los artículos de prensa o programas de radio y televisión que trataron de la aparición de Voces de la memoria , se dice que escribí el libro obedeciendo a un pedido de Pepe. No es tan así... Originariamente íbamos a hacer unas "conversaciones" según un plan muy neto, que la vida se encargó de desbaratar... Comenzaron a llegarme muchas cartas del entonces joven autor, cuando trabajaba en Coronación , o cuando trataba muy duramente de dar forma a El obsceno pájaro de la noche . Recibí anécdotas y recuerdos -algunos desde Buenos Aires en cinta magnética- y así, sumando mis propias vivencias, fue surgiendo este libro que seguramente es más personal de lo que él querría, con testimonios, con historias reales... Pero no fue escrito por obligación, sino porque Pepe fue y es un gran escritor, merece mucho más y espero que sobre él se escriban obras en verdad eruditas. Si sólo se hubiese tratado de un grande y querido amigo, no habría estado meses atada a la computadora.
La alumna rechazada
-En su libro está el gran escritor, pero también aparece el amigo. El hombre. Sin eufemismos...
-Tenía que ser sincera con él y conmigo misma... Lo conocí, lo cuento al principio de Voces de la memoria , en casa de un amigo común. Yo tenía diecisiete años. ¡Me rechazó como alumna! No bien regresó a Chile, Pepe instaló en un altillo su famoso taller literario. Intenté ingresar. "¡Por ningún motivo!" fue su respuesta. "¡Qué roto!", me ofendí. Pero no se conmovió. Sin embargo, la amistad había nacido con una fuerza tremenda... La que sólo puede darse con un tipo como él: impredecible, transparente, críptico, bondadoso, depresivo, divertido, inclemente, tímido, osado, frágil, fuerte... ¡Y mentiroso!
-¿Mentiroso?
-Sí. Deliciosamente mentiroso. Tanto que Pilar, su mujer, me decía "no le creas nada". Pero a mí me encantaban sus "mentiras", sus elaboraciones ficticias sobre hechos cotidianos que nadie veía... salvo él mismo. Comprendí tarde que esas mentiras y que muchas frases, chistes o sandeces (según el ánimo en que se encontrara) eran un tanteo de ideas que cristalizaría en sus libros.
La lengua de un país
-En general, en la novelística de Donoso se advierte una profunda penetración en distintos estratos de la sociedad chilena...
-Le gustaba charlar con sirvientes, mozos de café, cuidadores de autos. Solían preguntarle por qué perdía tiempo en tanta cháchara inútil... Era en realidad lo que él necesitaba. Buscaba en distintos acentos y expresiones los diversos matices humanos de la comunidad. De no haberlo hecho, habría perdido el tono vernáculo imprescindible en el idioma coloquial. La lengua propia, individual, representativa de un estrato determinado. Esa fue su obsesión: cada personaje con su propio modo de expresarse, de decir.
-¿Qué opinaron de Voces de la memoria las personas más cercanas a Donoso?
-A los pocos días de publicado el libro me llamó la hija de Pepe: "La familia está muy contenta, dicen que no hay una sola palabra que no sea cierta". Si bien uno no escribe para contentar a la familia, me alegró saber que los Donoso reconocían a Pepe y su circunstancia en las páginas que yo había escrito...
-¿Queda algo por decir?
-Que de los amigos que tuve y tengo quizá el más aferrado a mi corazón es José Donoso. Soy de buena memoria para la felicidad: lo recuerdo casi todos los días por una y otra causa. ¡A veces voy por la calle riendo sola! Y lo sueño todo el tiempo. Creo que a nadie admiré tan desembozadamente en el terreno intelectual; en ninguna persona reconocí una sensibilidad más fina; a nadie regañé más a menudo por sus defectos... Ahora, por ejemplo, no termino de reprocharle haberse muerto antes que yo. Tampoco a Pilar, su mujer.