Jorge Luis Borges: el lenguaje, un punto en común con Perón
A cierta edad, uno puede especular irresponsablemente sobre ciertas relaciones...
En el número 68 de la revista Sur, aparecido en mayo de 1940, Borges publica su cuento "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", que en diciembre del mismo año incluye en la Antología de la literatura fantástica, que compilan (y varios de cuyos textos apócrifos escriben) él y Adolfo Bioy Casares. En 1941 lo ubica en El jardín de senderos que se bifurcan, libro que en 1944 integra a Ficciones. No puedo dejar de pensar en esa invención insuperable como la escritura que en fuga hacia un universo a la vez oprimente e ideal (idealista) narra, en la oscuridad del espejo, el horror del autor, un conservador político, frente al crecimiento internacional del nazismo y el fascismo. Decir que "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" anticipa en tres años el surgimiento del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) liderado por Perón es banalizar el cuento y volver a la política una rama materialista (o empírica, o animada) de la literatura; sería, en el fondo, Tlönizarla. Pero tampoco deberíamos dejar de pensar que entre esa delicada conspiración que invade el mundo y la ulterior voluntad de Perón de sostener una tercera posición entre el capitalismo y el comunismo y de construir "un mundo peronista", hay una cierta correspondencia...
Así como "Tlön es el fruto de fatigadas generaciones de hombres que secreta y rigurosamente han concebido y diagramado un universo de extremo idealismo", y que "la fuerza totalizante de ese cosmos, representado en la Enciclopedia de Tlön, lleva al protagonista a la puesta en duda de la propia realidad y a la sospecha de que la concepción idealista de Tlön es la matriz que poco a poco se apropia del mundo" (Wikipedia), la fuerza totalizante del cosmos de Borges fue entrando lentamente en mi mundo literario para Tlönborgianizarme.
Sin embargo, "Tlön" tardó mucho en volverse mi cuento favorito en la obra de mi escritor favorito. Años antes de esa conversión, en alguno de los ensayos de Borges leí el nombre del filósofo y matemático inglés Alfred North Whitehead. Su nombre eufónico condujo a que prestara atención a lo que Borges decía que su portador describía o inventaba: los objetos ideales. El objeto ideal por antonomasia sería la perfección, el ideal del ideal. Lo que me impresionó y quedó en mi memoria como un signo a futuro fue la combinación entre la idea de algo que invade el mundo y la idea de lo ideal como objeto, su conversión en materia palpable o describible, como si el agrupamiento de ambas palabras o conceptos diera lugar a un tercero, que concilia los extremos (el sueño peronista).
Una vez, a Borges, antiperonista furioso, lo sorprende en la calle una manifestación, y a cambio de convertirlo en objeto de un trato similar al del cuento "La fiesta del monstruo", los manifestantes comienzan a cantar "Borges y Perón, un solo corazón". Cuando un periodista obsecuente le pide a Perón su opinión sobre la obra de Borges, Perón dice que no sabe quién es, y cuando el periodista le "informa", Perón contesta: "Para cuentero estoy yo".
Todo el mundo se pregunta cómo la literatura refleja la realidad a cambio de preguntarse cómo la literatura la crea. "Tlön" es un relato que ilustra o demuestra los alcances de esa operación. A su vez, el peronismo se presenta como un intento de fijar la lengua y la historia en el relato de un período idílico (y ahora en el futuro como promesa). Borges y Perón buscaron desentrañar cómo se produce la transformación metafísica y política del mundo por obra del lenguaje.ß
El autor es escritor. Por El absoluto recibió el Premio Nacional de Novela
Daniel Guebel
Otras noticias de Jorge Luis Borges
Más leídas de Cultura
“Un clásico desobediente”. Gabriela Cabezón Cámara gana el Premio Fundación Medifé Filba de Novela, su cuarto reconocimiento del año
“Me comeré la banana”. Quién es Justin Sun, el coleccionista y "primer ministro" que compró la obra de Maurizio Cattelan
Perdido y encontrado. Después de siglos, revelan por primera vez al público un "capolavoro" de Caravaggio
“Trump es un tacaño”. La fiesta que terminó en un encargo fallido: el magnate le pidió a Warhol un cuadro y, como no le gustó, no le pagó nada