Jorge Herralde, el último de los mohicanos en el país de los libros
Con el retiro del legendario mentor de Anagrama, concluye el ciclo de los grandes editores literarios independientesque hoy empiezan a dejar lugar a una legión de ejecutivos de saco y corbata, dedicados a la compraventa de derechos
Más que una licencia poética, la imagen responde a un viejo equívoco. "Jamás me he sentido el último mohicano, ahí hay un malentendido persistente desde que publiqué Opiniones mohicanas, en el año 2000. Será por el título y su asociación con la película", se excusa el aludido, porque ya en ese libro hablaba de los "nuevos insumisos" o "mohicanos" que venían de relevo.
Pero sucede que algunos malentendidos son más elocuentes, porque se trata de Jorge Herralde, el fundador e histórico editor de Anagrama, aún en activo a los 79 años. El último exponente de una portentosa generación de editores -quizá sería mejor hablar de tribu- o, para simplificar, el último mohicano de la edición literaria independiente.
Su compañera de ruta, Beatriz de Moura, la fundadora de la también histórica Tusquets Editores, se retiró en julio, tras un largo proceso de venta en diferido de su editorial a la corporación Planeta. Y su marcha exacerba la soledad del mohicano, porque los grandes nombres de su tribu son hoy dolorosas bajas. La antaño editora de la prestigiosa Lumen, Esther Tusquets, falleció en 2012. Otro gigante de la edición como Josep Maria Castellets, en enero del corriente año. Y el pasado 23 de agosto, a Jaume Vallcorba, el exquisito editor de Acantilado, se lo llevó el cáncer.
Claro que quedan indios sueltos, entre "insumisos", a decir de Herralde, y jóvenes rebeldes, en el continente cada vez más colonizado de la edición literaria; pero también es cierto que están muy lejos de hacerle sombra al viejo guerrero, y el necesario recambio generacional no parece nada fácil.
Entre otras cosas, porque en la era de las pantallas y los grandes conglomerados editoriales -así como Planeta se apoderó de Tusquets, el gigante mundial Penguin Random House hizo lo suyo con Alfaguara para disputarle la hegemonía hispánica-, la misma figura del editor literario, que lee cada manuscrito lápiz rojo en mano y se deja guiar por su olfato antes que por los dictados del mercado, comienza a ser una rara avis. Una especie difícil de encontrar en un paisaje gobernado por ejecutivos de corbata que gestionan publicaciones de obras, y cuya actividad no va más allá de la compra y venta de los derechos en ferias internacionales. La vieja dicotomía entre editor y publisher, según la distinción anglosajona, que hoy ilustra una penosa transformación: la casi extinción de los primeros, frente a la proliferación de los segundos.
En ese contexto la figura de Herralde se vuelve irreemplazable. Sólo basta echarle un vistazo a su catálogo para darse una idea de cuánto le deben el lector en castellano y la literatura en español a este mohicano. El problema es que el viejo guerrero ya no se siente con fuerzas. En rigor no se rinde, pero sí depone sus armas y entrega el control de Anagrama. "A menudo dije que me retiraría la biología. Tras un cálculo estadístico, pensé que después de los 80 años hay cierto riesgo de desgaste neuronal que prefería evitar a Anagrama, por lo que decidí una venta aplazada, conservando la mayoría de las acciones y la dirección editorial durante un número prudencial de años. Algo así como una autovoladura programada en diferido", explica.
La historia comienza en la Feria de Fráncfort de 2009, cuando Herralde llega a un acuerdo verbal, que se firmaría y haría público en diciembre de 2010, con Carlo Feltrinelli, hijo y heredero de su viejo amigo Giangiacomo Feltrinelli, fundador de Feltrinelli Editore y malogrado comandante revolucionario del Gruppi di Azioni Partigiana, que muriera en un atentado fallido de 1972. El acuerdo estipulaba la venta progresiva de Anagrama hasta el 1° de enero de 2017. Fecha en la que el mohicano pasará a retiro y "Feltrinelli tendrá la totalidad de las acciones, menos una cantidad simbólica", que quedará en su poder. Herralde aclara que a lo largo de los años había tenido ofertas de varios grandes grupos españoles y extranjeros. Su respuesta fue siempre la misma. "Me sentía muy halagado, pero para llevar a cabo mi tarea no precisaba asociaciones y me sentía más cómodo como editor independiente", aclara. "Cuando tomé la decisión en 2009, financieramente el mejor año de Anagrama, se debió solamente a los motivos estadísticos. Feltrinelli me pareció, de largo, la mejor y casi única solución. No sólo por amistad con la familia, sino por la sintonía personal con un proyecto editorial que siempre ha intentado, utilizando la expresión de Salvatore Vecca «que nuestro mundo marcado por la desigualdad sea algo menos indecente», en la medida en que un proyecto editorial coherente y continuado en el tiempo pueda influir en la sociedad."
La pregunta es qué hará a partir de entonces aquel ingeniero de formación, apasionado de la contracultura y el Mayo Francés, que debutó en la edición con una obra de Hans Magnus Enzensberger y apuntaba en sus inicios al virulento ensayo político. "Muy posiblemente seguiré colaborando de alguna forma en la editorial, sin intervenciones embarazosas. Bromeando, a veces le digo a Carlo que haré como de reina madre."
Aunque el interrogante de peso, sobre el que circulan todo tipo de rumores, sea más bien otro y doble: cuál será el futuro de Anagrama y quién reemplazará al mohicano cuando la casa quede bajo el control italiano. Porque está claro que la absorción le abre a Feltrinelli una prestigiosa puerta de entrada a la edición española y, de paso, una ventana al mercado latinoamericano.
Sobre la primera cuestión, Herralde da algunas pistas. Pero sobre la segunda, guarda escrupuloso silencio. "Creo que el futuro de Anagrama en España y América latina puede ser aún mejor que el presente", aventura. "El respeto y la ilusión de Carlo Feltrinelli por el proyecto Anagrama no pueden ser mayores, según ha dicho reiteradamente en privado y en público. Le gusta el catálogo de Anagrama y querrá sostenerlo y mejorarlo. Y, naturalmente, teniendo en cuenta la hostilidad de los nuevos tiempos, sabrá adaptarse adecuadamente a ellos, sin perder el espíritu."
Incluso ofrece precisiones sobre la futura organización de la editorial, compuesta por una veintena de empleados, en la que permanecerá Oriol Castanys, ex director de la mítica distribuidora Enlace, y su actual mano derecha en la gestión. "La estructura directiva, pensada de acuerdo con Carlo Feltrinelli, es nombrar a un director general, previsiblemente Oriol Castanys, y un director literario, aún no decidido."
Lo cierto es que algunas fuentes informadas aseguran que esa decisión ya estaría tomada y el nombre de quien asumiera las riendas literarias de Anagrama, en reemplazo de su fundador, podría confirmarse en enero. La discreción respondería, al parecer, a los actuales compromisos laborales del elegido y a la negociación, y operación ad hocaún abierta, en la que intervendría Feltrinelli para garantizar su nombramiento. Se trataría, según las citadas fuentes, de uno de esos "nuevos insumisos", cuya trayectoria el viejo guerrero sigue con interés desde hace años: Luis Solano (Vigo, 1972), el editor y fundador de Libros del Asteroide en 2005.
Orientado en sus inicios a la ficción extranjera del siglo XX, con autores como Robertson Davies o Nancy Mitford, Solano (Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008) ha conseguido ganarse con Libros del Asteroide el favor de los lectores en poco tiempo, mientras ha ido abriendo su catálogo a los autores vivos e incluso a la literatura hispánica.
Según las fuentes, el interés de Solano por asegurar la pervivencia de su sello, cuando asumiera la dirección literaria de Anagrama, con una cuota de participación accionarial de Feltrinelli en Asteroide aún por resolver, sería el motivo de semejante discreción.
Se concreten o no las previsiones, y más allá de los méritos editoriales del candidato a suceder al mohicano, lo cierto es que con el retiro de Herralde concluye un ciclo dorado de la edición literaria en lengua española. Y ya nada será igual.
Caminos paralelos
Nacidas en 1969, Anagrama y Tusquets perderán la independencia el mismo año: 2017. Una, en poder de Feltrinelli, y la otra, de Planeta. "Tusquets sigue coleando", dice satisfecha De Moura. En qué medida el espíritu y el fondo editorial de Tusquets se resentirán con la integración al gran grupo es un misterio. De Moura confía en los nuevos mohicanos: las independientes Sexto Piso, Periférica, Impedimenta, Asteroide. "Nosotros tomamos el relevo de Josep Janés y Barral; ahora les toca a ellos."