Jorge Dubatti. “El concepto de teatro se amplió: vivimos un auténtico big bang”
El investigador, profesor y teórico ingresó a la Academia Argentina de Letras; ocupará el sillón de Ventura de la Vega, gran dramaturgo argentino del siglo XIX
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Se abrió el telón, esta tarde, para el investigador, profesor universitario y flamante académico Jorge Dubatti (Buenos Aires, 1963), que fue protagonista en el Palacio Errázuriz (Museo Nacional de Arte Decorativo, avenida del Libertador 1920) del acto de recepción en la Academia Argentina de Letras (AAL), donde se lo designó académico de número. El acontecimiento teatral -“algo que pasa y existe mientras acontece”- es “uno de los tesoros culturales de la humanidad”, dijo Dubatti, director del Instituto de Artes del Espectáculo “Dr. Raúl H. Castagnino” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y autor de varios libros e infinidad de trabajos sobre su pasión desde los años de estudiante universitario: el teatro. Entre otros títulos, publicó Batato Barea y el nuevo teatro argentino, El convivio teatral, Introducción a los estudios teatrales y Cien años de teatro argentino. De 1910 a nuestros días.
Dubatti leyó su discurso, “El acontecimiento teatral y sus literaturas” (en el que mencionó a artistas y autores como Mauricio Kartun, Vivi Tellas, Alejandro Urdapilleta y Ricardo Bartís, Niní Marshall y Les Luthiers), tras las palabras de la presidenta de la AAL, Alicia María Zorrilla, y del académico y escritor Santiago Sylvester. También participó el actor Osmar Nuñez, que interpretó un fragmento de La desobediencia de Marte, del mexicano Juan Villoro, y de Relojero, de Armando Dsicépolo y de la pieza María Velasco y Arias. Una mujer de teatro en la Facultad de Filosofía y Letras, de Dubatti y María Fukelman, además de segmentos de la ponencia. En primera fila estaba presente el escritor, investigador y también nuevo académico Oscar Conde, que dará su discurso el 10 de octubre, en el MNAD.
“Me siento muy honrado de que se me haya asignado el Sillón Ventura de la Vega, gran dramaturgo argentino del siglo XIX, que realiza una amplia producción en España, creador fundamental en la articulación de la poética romántica a un protorrealismo, y que, como señala Raúl H. Castagnino, debe ser incluido en la historia del teatro nacional a través de una reconsideración de sus cartografías -dijo Dubatti ante un salón colmado-. Me siento además muy honrado de quienes me precedieron en el Sillón Ventura de la Vega: Bernardo González Arrili, José Oría, Rodolfo Modern y Oscar Martínez. Todos ellos de amplia trayectoria creadora, también vinculada al teatro”.
Académicos como Antonio Requeni, Leonor Acuña, Hugo Beccacece, Hilda Albano, Eduardo Álvarez Tuñón, Pablo De Santis, Javier González, Beatriz Curia, Rafael Felipe Oteriño, Esther Cross y Andreína Adelstein participaron de la ceremonia (revestida de cierto aire teatral gracias al marco del MNAD); entre el público, se hallaba el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer.
“La filosofía del teatro es la disciplina que le hace al teatro las grandes preguntas filosóficas”, dijo. “La fuerza del acontecimiento teatral le permite resistir todos los embates, sobrevivir a través de los tiempos, incluso a la pandemia”. Definió este acontecimiento como “una de las fórmulas culturales más maravillosas: dos o más personas se reúnen en territorio, en el espacio físico y en presencia física; una de ellas, dentro de la reunión, empieza a producir con su cuerpo un mundo paralelo al mundo, un mundo con otras reglas diferentes de la vida cotidiana; alguien, dentro de la reunión, empieza a observar ese mundo”.
“El teatro no se puede hacer en soledad -remarcó Dubatti-. Es la única de las artes que no se deja desterritorializar y se funda en la fascinante capacidad humana de producir poíesis con el cuerpo”.
Brindó ejemplos de acontecimientos teatrales en distintas “escenas” (además de la prototípica escena teatral): la religión y sus ritos, la fiesta (”las reuniones de drag queens”), la educación, la salud (los “Payamédicos”), el deporte y la política. “En el presente, y en la historia, hay más expresiones de teatro liminal que prototípicas -sostuvo-. El teatro nació liminalmente; recordemos la tragedia griega, la escena cristiana o los orígenes orales de la literatura. El acontecimiento teatral se manifiesta, porosamente, donde menos lo esperamos. Podemos encontrarlo en cualquier territorio: en una sala especialmente construida o en un mercado, una plaza o una calle, un transporte público, un aula universitaria, una casa, una iglesia, un geriátrico”.
También recordó sus inicios como investigador. “Siendo joven auxiliar de investigación, a los diecinueve años, en el Instituto de Literatura Argentina ‘Ricardo Rojas’ de la UBA, mi maestro Antonio Pagés Larraya me sugirió que me dedicara a los estudios del teatro argentino. Su propuesta fue persuasiva: había muchas investigaciones, en curso y en la historia, sobre poesía, narrativa, ensayo, y muy pocas sobre teatro. ‘Métale con el teatro’, me dijo. En ese momento su indicación me condujo unívocamente a la dramaturgia, una literatura preescénica, anterior e independiente de la escena, gestada en escritorio o gabinete, literatura en papel que el autor o la autora entregaba a un director o una directora para que la pusiera en escena”.
Al avanzar en sus estudios, descubrió la existenciade las “dramaturgias post-escénicas: textos dramáticos escritos o reelaborados a posteriori de la experiencia escénica, y que registraban en la trama de sus escrituras o reescrituras los procesos de los ensayos y las transformaciones de los espectáculos en la escena”.
“Así, por ejemplo, el director Ricardo Bartís me dictó el texto de Postales argentinas, evocando el texto escénico, o con Eduardo Pavlovsky grabamos en video el espectáculo Rojos globos rojos y ‘desgrabamos’ un nuevo texto en papel, muy diferente al preescénico de la primera edición. Ya no se trataba de un vínculo transitivo entre texto dramático previo y puesta en escena, sino de una escritura o reescritura de textos desde la experiencia del acontecimiento teatral con los cuerpos en el espacio, en el tiempo, en convivio. El acontecimiento teatral escribe o reescribe literaturas”.
“Veía con admiración a Alejandro Urdapilleta en los sótanos del under hacer unos textos bellísimos y lo convencí para que los publicáramos. ‘¿De quién son esos textos que hacés?’, le pregunté. ‘Míos’, me contestó. Publiquémolos”. Así nació Vagones trasportan humo. “El fenómeno era todavía más complejo: la escena reescribía teatralmente, además, textos no teatrales: Les Luthiers tomaba el teorema de Tales y lo volvía literatura cómica; dirigido por Fedra García, Osmar Núñez transformaba en escena el poema ‘Las patas en las fuentes’ de Leónidas Lamborghini en texto dramático”.
“Ante mis ojos se desplegaba una maravillosa constelación de literaturas”, reveló. Muchas de ellas se convirtieron en materia de estudio del nuevo académico de la AAL. “Una nueva conciencia sobre las literaturas del acontecimientos nos conduce a un nuevo programa de trabajo: estudiar estas literaturas en su diversidad, recopilarlas, editarlas, generar archivos, historizarlas. Y especialmente entusiasmar a los jóvenes investigadores. Hay mucho que hacer con y por la patria que configuran estos textos teatrales, mucho trabajo futuro con y por las literaturas del acontecimiento teatral”. En su discurso, mostró al público varios libros.
En diálogo con LA NACION, Dubatti contó que desde muy joven le interesó el teatro. “Especialmente, toda la movida del under porteño; publiqué un libro sobre Batato Barea -recuerda-. Por otro lado, tuve la posibilidad de participar del desarrollo de los estudios teatrales. En 1982, Pagés Larraya me aconsejó que me dedicara al teatro. Luego tuve la posibilidad, en 1989, de trabajar en la radio, en el programa de Osvaldo Quiroga, y hacía críticas todas las semanas. En mi amor por el teatro, confluyen la investigación, la relación con el under y haber sido convocado como crítico. Veo cinco o seis espectáculos por semana, algo que permite la intensa cartelera porteña”.
Destacó la tradición de ediciones teatrales que existe en la Argentina. “Hay numerosas colecciones en todo el país que publican teatro -dijo-. Y hay libros que gozan de numerosas reediciones, como Terrenal de Kartun, Vagones transportan humo de Urdapilleta o Cancha con niebla de Bartís. En la postdictadura la cantidad de ediciones teatrales se ha incrementado enormemente, gracias a la iniciativa de editoriales independientes y universitarias, y hay organismos oficiales, como el Instituto Nacional del Teatro, que cuenta con una colección notable de materiales de todo el país”.
En su opinión, el teatro argentino es de “una riqueza y una solidez sorprendentes”, y tiene múltiples tradiciones: textos clásicos, poéticas (como el grotesco criollo), formas de producción (como la independiente), imaginarios propios y formas rituales, “como el haín, de los pueblos originarios, y a las que se vuelve desde el presente”.
“Sería injusto construir un canon -agrega-. En las últimas décadas nuestra visión del teatro argentino o mejor, en plural, de los teatros argentinos, se transformó, porque el concepto de teatro se amplió conceptual y territorialmente. Vivimos un auténtico big bang. La idea de canon, tan cerrada y restrictiva, se lleva mal con estas ampliaciones. Siguiendo esta ampliación, los límites del canon se borran. Si se trata de brindar una imagen del teatro argentino, ¿cómo dejar afuera las dramaturgias de Pepe Podestá y Copi, del Periférico de Objetos y Paco Giménez, de Vivi Tellas y Ricardo Bartís, de Rafael Spregelburd y De la Guarda, de Niní Marshall y Ana Itelman, de Alejandro Finzi y Sarah Bianchi, de Víctor García y Ventura de la Vega, de Pepe Arias y Batato Barea, de Jorge Ricci y Luisa Calcumil? La idea de canon estalló, dichosamente, y nuestras nuevas conceptualizaciones se esfuerzan por aproximarse a las prácticas reales, a la diversidad heteróclita de los acontecimientos teatrales concretos y territoriales”.
¿La inteligencia artificial escribirá obras de teatro? “Por supuesto que sí -responde el académico-. Pero lo interesante será ver qué haremos los humanos con esos textos”.