John Katzenbach lo hizo de nuevo: largó la maratón de firmas en la Feria del Libro
Mientras muchos acampaban para esperar la firma del best seller estadounidense, otros seguían el Diálogo de Escritoras y Escritores de Argentina y un homenaje a García Márquez por los cuarenta años del Nobel
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A una semana exacta del inicio de la Feria del Libro, el escritor estadounidense John Katzenbach volvió a convocar cientos y cientos de fanáticos que esperaron ansiosos durante más de tres horas que empezara la firma de ejemplares en el stand de Penguin Random House. La editorial repartió 250 números, pero fueron muchos más los que se sumaron a la fila larguísima, que atravesaba dos pabellones y salía al exterior de La Rural. Mientras el autor de El psicoanalista presentaba su nuevo thriller El club de los psicópatas en la sala José Hernández, casi colmada, la fila seguía en aumento. Al mismo tiempo, en la sala Alejandra Pizarnik, la Fundación El Libro rendía un homenaje a Gabriel García Márquez a cuarenta años del Nobel de Literatura con una charla vía streaming, desde Los Ángeles, con Rodrigo García, el hijo cineasta de Gabo.
Víctor y Ariadna, un matrimonio de Rosario que viajó especialmente a Buenos Aires para encontrarse con Katzenbach, lograron ocupar los primeros lugares de la fila. Según contaron a LA NACION, llegaron a La Rural a las diez de la mañana y esperaron en la vereda que abriera las puertas de la feria a las 14. No les importó perderse la presentación de la novela: “Todo no se puede”, explicaron sin vueltas. Como ellos, fueron muchos los que decidieron “acampar” afuera del predio para asegurarse un lugar entre los 250 disponibles. Cada uno con un libro distinto en la mano (ella con El club de los psicópatas; él con El psicoanalista, pero tienen la biblioteca Katzenbach en español completa) largaron un grito de emoción cuando lo vieron acercarse por el pasillo del pabellón amarillo hasta el escritorio reservado en el stand. “Ahí viene”, “Viva”, “I love you” le gritaban al escritor, que llegó rodeado de personal de seguridad como una verdadera estrella. Los encargados del stand tuvieron que pedir refuerzos a la seguridad de la feria (“por las dudas”) porque cada vez se acercaba más gente sin número y sin formar fila. Todos querían conseguir una foto del best seller.
Sonriente y de buen humor, después de una hora de charla con Cristina Pérez, a Katzenbach lo esperaban en el stand varias lapiceras, una botella de agua mineral y una lata de gaseosa. Sin perder la paciencia ni la sonrisa firmó uno por uno los libros que le acercaron y posó para las fotos durante tres horas. La mayoría salía del “reservado” gritando de la emoción y con lágrimas. Los que no llegaron a conseguir su firma, apostando tal vez a que se quedara más tiempo como cuando firmó hasta las 4 de la madrugada, le dedicaron un caluroso aplauso y más “Love you” cuando se levantó de la silla, pasadas las 20, para emprender la retirada.
“Siempre que estoy en una sala repleta como esta, pienso que debe haber varios psicoanalistas entre el público”, dijo el escritor en la charla con Pérez. Cuando la periodista le preguntó cuál sería el punto de no retorno para convertirse en un asesino, respondió con su palabra favorita del español: “Complicado”. Estallaron carcajadas en la sala. “Cuando la ira interna se vuelve violencia, todos podemos cruzar esa delicada línea. Pero, sin embargo, no todos lo hacemos. Como escritor trato de llevar a los personajes a ese límite para que los lectores se pregunten si lo cruzará o no”.
Al igual que el sábado pasado con Florencia Bonelli, que firmó ejemplares en el stand de Planeta durante largas horas y congestionó los pasillos, Katzenbach tampoco usó el firmódromo, ese sector especial inaugurado este año para las firmas de los autores más populares. A la hora en la que sus lectores seguían la firma serpenteante por los pabellones de La Rural, el firmódromo estaba vacío y con las puertas cerradas.
En una sala mucho más chica, con capacidad para unas 80 personas, Ezequiel Martínez, director de la Feria, Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo, y la editora Gloria Rodrigué mantuvieron una conversación íntima y a la distancia con Rodrigo García. El director de cine y autor de Gabo y Mercedes. Una despedida recordó el día, cuarenta años atrás, en el que un llamado de la Academia Sueca le cambió la vida para siempre a su padre y a toda la familia. “Le habían pedido de la academia que no dijeran nada hasta el otro día, cuando se anunciaba oficialmente el nombre del ganador del Nobel. Ellos no podían aguantar la emoción y se fueron a la casa de los Mutis y solo con decir la palabra ‘Nobel’ ya quedó claro de qué se trataba la buena noticia”, contó. “A partir de ese momento, Gabo se convirtió en un rockstar”.
Este jueves también tuvo lugar la segunda jornada del Diálogo de Escritoras y Escritores argentinos que había inaugurado el miércoles Mariana Enriquez a sala llena. Mientras Katzenbach seguía firmando autógrafos, en la sala Domingo Faustino Sarmiento del pabellón blanco empezaba la mesa “Narrar y militar”, con Dolores Reyes, Felix Bruzzone y Kike Ferrari. Para las 20.30 estaba prevista la segunda charla de la jornada, “Narrar el amor feliz. Orgullo y prejuicio”, con Gabriela Massuh, Eduardo Muslip y Natalia Zito, coordinados por Tamara Tenembaum. En la 46 edición de la Feria del Libro de Buenos Aires hay público para todo.
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