Joël Dicker: “Escribir sobre femicidios tiene un eco que resuena en el propio lector. Esa es la gran fuerza de la literatura”
Con el thriller “El caso Alaska Sanders”, que acaba de publicar Alfaguara, el best seller suizo cierra la trilogía protagonizada por el escritor Marcus Goldman que juega, una vez más, al detective para resolver el caso de homicidio de una joven
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MADRID.– Otra vez una ciudad de New Hampshire se convierte en un infierno y un joven escritor, Marcus Goldman, en detective. Hace diez años Joël Dicker (Ginebra, 1985) cosechó 15 millones de lectores con La verdad sobre el caso Harry Quebert, una novela que fue también adaptada en forma de serie por el mismísimo Jean-Jacques Annaud. Luego fue el turno de El libro de los Baltimore, en 2017, donde Marcus Goldman regresó para encontrarse con los lectores. Ahora vuelve para cerrar el círculo de este gran éxito con El caso Alaska Sanders (Alfaguara), donde el protagonista viaja a unas coordenadas que conoce, allí donde se respira horror entre frondosos bosques.
Dicker brindó una conferencia de prensa virtual para medios de Hispanoamérica a modo de anticipo de las presentaciones que espera poder llevar a cabo de modo físico en el futuro cercano: “Estamos hartos de tanto Zoom”. Sinónimo de éxito, Dicker también ha cosechado premios como el Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de la Novela de la Academia Francesa y el premio Lire por La verdad sobre el caso Harry Quebert. “Siempre imaginé que escribiría una trilogía. En estas novelas hay dos amistades: la primera, la de Marcus y la de Harry Quebert; luego, la de Marcus y Perry Gahalowood [el sargento de policía]. No escribí la segunda parte inmediatamente después de la primera novela porque no quería que dijeran que me estaba aprovechando del éxito”.
Dicker no solo abordó la presentación de su nueva novela, sino que reflexionó sobre la importancia de la literatura en el escenario mundial y los vínculos que ésta tiene con la democracia: “Gracias a la literatura podemos seguir escribiendo libros que permitan escucharnos mejor. En Europa, y en Suiza, donde vivo, que a veces se presenta como el gran modelo democrático, se realizan referéndum cada tres meses, sobre cinco, seis o siete temas. Es decir, votamos permanentemente, pero la gente vota cada vez menos. Este rechazo a la democracia, este abandono, me preocupa porque la fuerza y la salud de la democracia no se mide en la estabilidad política de los que nos gobiernan, sino en el impulso que tienen los que van a votar”.
El autor encabezó una campaña en México para impulsar la lectura y además de haber creado su propia editorial el autor cree en la literatura como una posible vía para fortalecer la democracia mundial: “La gente sabe que hay diarios independientes, pero prefiere informarse a través de redes sociales. Esto me parece muy inquietante. Me preocupa, sobre todo porque tengo muchos lectores jóvenes. Leer novelas permite que la gente pueda formarse mejor y esto me da esperanza”, asegura.
En esa gasolinera de Mount Pleasant –irónico nombre que apela a la tranquilidad–, en New Hampshire, Estados Unidos, trabaja la joven Alaska Sanders. Sueña con ser actriz y convertirse en una estrella de cine en Los Angeles. El viernes 2 de abril de 1999 es vista con vida por última vez por su empleador, quien parte a una cena con su esposa. Así comienza El caso Alaska Sanders. Un cuadro de Edward Hopper, Gas Station ilustra la portada de la novela. Esta es la cuarta vez que el pintor estadounidense inspira la tapa de un libro de Dicker: antes fue el turno de La verdad sobre el caso Harry Quebert, El libro de los Baltimore y La desaparición de Stephanie Mailer. También el autor suizo regresa a los Estados Unidos (su último libro, El enigma de la habitación 622, transcurría en los Alpes), y una zona que conoce bien porque allí pasaba los veranos cuando era niño.
Los libros protagonizados por Marcus Goldman, si bien están interconectados, se pueden leer de manera independiente. En esta última novela hay un personaje magnético, el de la víctima: “Busqué un nombre diferente, Alaska, que atrajera la atención. Tiene una parte atractiva, salvaje, es un territorio que no conocemos bien y una palabra con la que yo conecto mucho”, explicó Dicker. “Me fascinan las mujeres porque son más fuertes que los hombres. Hoy tienen que seguir librando batallas, a pesar de que la humanidad haya logrado tantos avances. En Suiza, donde supuestamente hay igualdad y donde no hay corrupción, la mujer sigue luchando por sus derechos. Por ejemplo, tengo una amiga aquí que tiene un salario inferior a un hombre en su mismo rango”, aseguró.
Nola Kellergan, Stephanie Mailer y ahora Alaska Sanders. Todas víctimas mujeres. “En Europa y en América Latina, en todos los países, todos los días, cada minuto, una mujer es asesinada. Refleja tristemente la realidad. Vivimos una situación insoportable. La escritura es una forma de expresarlo. Escribir sobre femicidios tiene un eco que resuena en el propio lector. Si uno tuviera una actitud moralista, no funcionaría, porque a nadie lo escuchan cuando se comporta así. Pero si uno llama a la reflexión, hace que el lector se pregunte sobre cuestiones más importantes. Esta es la gran fuerza de la literatura”, opina.
Las técnicas policiales que utiliza Dicker en sus novelas se alejan de los modernos dispositivos que utilizan los cuerpos de seguridad en la actualidad; son de corte intuitivo, de observación en la conducta humana, más propias del policial clásico, que de las recientes ficciones donde los detectives apelan quizá a las redes sociales o al Big Data, por ejemplo, para hallar al asesino: “Esto hace que mis novelas tengan un barniz muy humano”.
Reconoce que es posible que obtenga cierta inspiración de series de TV, de obras de teatro, pero que es muchas veces complejo detectar cuáles son exactamente estos elementos que luego, a través de un tamiz, llegan a sus novelas. Uno de sus grandes referentes es Ken Follett, aunque duda Dicker que el autor británico sea un autor de novela negra porque sus libros abordan muchos campos: “En Follett, como en Agatha Christie o en la narrativa de Conan Doyle, lo más importante son las historias que se cuentan que la sofisticación del crimen que se encuentran en las novelas”.
Obsesivo, El enigma de la habitación 622 (Alfaguara), publicada en 2020, tuvo 65 versiones antes de enviarse a imprenta. Autor exitoso, a veces la fama puede ser una pesadilla: “En mi caso no me ha provocado problemas, pero el éxito de un novelista es un éxito muy particular porque no tiene nada que ver con el de un músico, el de un actor o un presentador de televisión. La gente los para en la calle y quieren hablar con ellos. Cuando los lectores me hablan es un momento muy sano. Es algo sereno, no encaminado a la propia persona, al escritor en particular, sino a un trabajo al que uno le dedica muchos años”.
Marcus Goldman ha ido creciendo a lo largo de la saga, agudizando su ingenio, como también el propio Dicker. Por ahora, estas novelas conforman una trilogía. ¿Es posible que haya una tetralogía? “Es difícil saberlo. Si lo supiera, se los diría, tranquilamente, pero no lo sé, y como no lo sé, no quiero hacer promesas, porque esas promesas irían en contra de mi libertad como escritor”.
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