James Salter: maestro de la vida intensa y el estilo exacto
La fama le llegó más tarde que a sus contemporáneos Richard Yates y Jack Kerouac (había estudiado, como este último, en Horace Mann School), pero también la muerte: James Salter murió ayer, a los 90 años, en Sag Harbor, en el estado de Nueva York.
Había nacido con el nombre de James Arnold Horowitz y, a los 20 años, se graduó en la Academia Militar de West Point, donde se formó como piloto de caza. Combatió en Corea y cumplió más de un centenar de misiones en una carrera militar de doce años, que cambió por la pluma.Su primera novela, Pilotos de caza, publicada en 1957, reflejaba precisamente esos años de guerra con una prosa exacta y sin rodeos que sería su marca de estilo. Fue por esa época cuando adoptó el nombre de James Salter. Sobre la relación entre ficción y realidad, Salter había dicho en una entrevista para The Paris Review: "Me parece arbitraria la idea de que algo sea completamente inventado y que esas cosas inventadas se clasifiquen como «ficción», mientras que las otras cosas, supuestamente reales, se llamen «no ficción». Sabemos que la mayoría de las novelas no salen de cosas completamente inventadas, sino de una atenta observación. Personalmente, no me interesan esos escritores que dicen que todo viene de la imaginación". En 1988 dio a conocer un conjunto de relatos con el título de Anochecer y ese mismo año recibió el premio PEN/Faulkner. Ganó en 2013 el premio Windham Campbell y en 2014 fue candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Se había casado dos veces y fue padre de cinco hijos. Su hija Allan murió electrocutada en la casa del escritor en Aspen y él mismo encontró el cuerpo. A partir de ahí, la vida de Salter cambió: "Es algo que no se cura nunca... No puedo escribir de la muerte de mi propia hija".
Es autor, entre otros libros, de las novelas Juego y distracción y Años luz. Su último libro que apareció en castellano fue Todo lo que hay.