James Joyce: prohibido por inmoral y rechazado veinte veces, el autor de Ulises moría hace 80 años
“La he escrito para mantener ocupados a los expertos en literatura durante los próximos trescientos años”, declaró James Joyce cuando salió Ulises. En 2022 se cumplirá un siglo de la publicación de la novela que los críticos literarios definen como una bisagra en la literatura contemporánea. Todavía faltan doscientos años para comprobar si era acertada la profecía del autor irlandés, que murió en Zúrich, el 13 de enero de 1941, poco antes de cumplir 59.
Como suele suceder con las grandes figuras incomprendidas de cada época (que luego son veneradas y canonizadas), a Joyce le costó mucho tiempo y esfuerzo conseguir editor para su obra maestra, que empezó a escribir en 1906, mientras trabajaba en un banco en Roma. En 1918, cuando ya habían salido los cuentos reunidos en Dublineses (1914) y la novela Retrato del artista adolescente (1916), la revista estadounidense Little Review anunció que editaría relatos de Joyce por entregas. Ese material, que dejó de salir en 1920 porque la Sociedad para la Supresión del Vicio de Nueva York lo consideró inmoral, fue el origen del Ulises. Las propietarias de la publicación, Margaret Anderson y Jane Heap, tuvieron que pagar una multa de cincuenta dólares cada una por haber osado difundir los relatos que luego conformarían la historia de un día en la vida de Leopoldo Bloom en Dublín.
En 1922, Joyce conoció a la librera norteamericana Sylvia Beach en París y fue ella quien decidió publicar la novela en una imprenta francesa en la que nadie podía entender el contenido porque no sabían inglés. Recién en 1933 en Estados Unidos se levantó el veto al texto prohibido de Joyce y en 1934 se publicó la primera edición, dos años antes que en Gran Bretaña.
Visionaria, Beach organizó el primer Bloomsday de la historia: la original celebración al Ulises tuvo lugar en París en 1929. Desde 1954, se realiza todos los años en Dublín el mismo 16 de junio, día en el que transcurre la trama protagonizada por Bloom. En 2020, a causa de la pandemia, el Bloomsday se hizo por primera vez en modo digital: hubo lecturas de la obra, conciertos, recorridos por la ciudad y hasta una convocatoria a los fans para preparar en sus casas el célebre desayuno, riñones de cerdo fritos.
Rechazos y destrucciones
Pero antes del Ulises, con los libros Dublineses y Retrato del artista adolescente también había sufrido rechazos en más de una oportunidad, como cuenta Richard Ellmann en su célebre biografía para la que recorrió Dublín, Londres, París, Trieste, Zúrich, Copenhague y Pola, ciudades donde vivió Joyce a lo largo de su vida. El autor presentó la novela a veinte editores de Inglaterra y Escocia, que se negaron a publicarla porque la ley de la época los responsabilizaba legalmente por el contenido. Antes de editarse como libro, la historia autobiográfica salió en episodios sueltos en la revista londinense Egoist entre febrero y septiembre de 1915.
Con Dublineses pasó algo más impactante: las dos primeras ediciones inglesas (1906 y 1912) fueron destruidas. La historia asegura que solo se salvó un ejemplar. Finalmente, los cuentos se publicaron en Londres en 1914 gracias al autor y editor británico Grant Richards.
Ulises en español
A ochenta años de la muerte del escritor, en el país se consiguen cinco traducciones del Ulises, dos españolas y tres argentinas, entre ellas la edición crítica con comentarios y notas de Rolando Costa Picazo publicada por Edhasa. En Ulises, claves de lectura (Interzona), Carlos Gamerro ofrece una guía erudita por la compleja trama de la novela. “Joyce ha sido uno de los autores extranjeros que más ha influido en la literatura argentina del siglo XX: su escritura, desde Dublineses hasta Finnegans Wake (de 1939), absorbe e incorpora lo mejor de las vanguardias europeas, desde el expresionismo hasta el surrealismo, desde una posición periférica, de país colonizado y en proceso de descolonización: demuestra que la modernidad es posible en todas partes, que la vanguardia no es el coto privado de los países centrales”, dijo Gamerro a la agencia Télam. “Joyce convirtió el inglés de Irlanda en la variedad más prestigiosa, como Borges haría luego con el español rioplatense”. Sobre el escenario de la novela opina que Joyce “escribe una literatura eminentemente urbana, como Arlt o Marechal y experimenta con todos los géneros, literarios y no literarios, incluyendo el cine, como Manuel Puig. También crea un mundo ficcional que se desenvuelve de una obra a otra y en el espacio entre sus obras, como harían posteriormente William Faulkner, Juan Carlos Onetti y Juan José Saer”.
En marzo, si el contexto lo permite, el sello Ediciones Godot reeditará Dublineses, con traducción de Edgardo Scott. En diálogo con Télam, el autor opinó que en la actualidad Joyce sería un escritor “cancelado” porque “entendía la literatura no como una profesión sino como un arte, y al trabajo del escritor como un trabajo artístico, poético. Pleno de riesgos y fuera de toda convención política. Es preciso -y es inspirador- recuperar la idea de artista que él tenía para los escritores. Esa idea de búsqueda perpetua, donde cada libro es una nueva aventura vital”.
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