Jamaica Kincaid: de favorita para el Premio Nobel a participante estelar del festival Filba
"Me gustaba burlarme de Cristóbal Colón. Era un hombre desagradable a quien incluso sus co-criminales rechazaban. En nuestra clase había un cuadro donde aparecía encadenado, a bordo de un barco de regreso a España. Yo, que era buena para la mímica, lograba que mis amigos colapsaran de risa con esta imitación. Mis maestros me reprendían, no sabían qué hacer conmigo." En este recuerdo, Jamaica Kincaid, candidata al Premio Nobel de Literatura que obtuvo finalmente hace unos días Louise Glück, no solo viaja a su infancia sino que resume su estilo literario: irreverente, desobediente con la historia oficial y los mitos del relato colonial, y, en particular, refleja la nítida impronta de una mujer que nunca temió ser diferente y alzarse contra los imperativos de una sociedad.
Kincaid es una de las invitadas al FILBA virtual que comenzó el viernes. La autora será entrevistada este martes, a las 20, vía streaming por el canal oficial del Festival.
En una isla bañada por las aguas del mar Caribe y del océano Atlántico, un "paraíso de verano eterno", nació en 1949 Elaine Cynthia Potter Richardson. "En la historia del cautiverio y de la conquista, los nombres son un instrumento. Cómo llamas a las cosas es cómo clamas que son o quieren ser vistas", le decía al inigualable Charlie Rose quien la llevó a su programa para presentar su libro más conocido: Autobiografía de mi madre, publicado hace una década en el país por Capital Intelectual junto con la española Txalaparta –ejemplares que aún se consiguen en librerías–, mientras que actualmente se prepara una nueva edición que será publicada en febrero de 2021 por La Parte Maldita, con traducción de Inés Garland.
Con el nombre de una isla y un apellido de origen celta, que alude al líder de una batalla, coherente y profética, se rebautizó en un convulso Nueva York de los setenta.En Antigua, por entonces una colonia británica [Saint John] tuvo una educación de calidad, a pesar de que sus padres eran extremadamente pobres. "Mi creadora", llama a su madre, a esa lectora voraz que pronto enseñó a su niña a leer para que no la distrajera cuando ella lo hacía. Su madre mintió y, a pesar de que la pequeña tenía tres años y medio, la inscribió en la sala de cinco años. Elaine Cynthia, que tenía pésima conducta, recibió dos castigos en ocasiones diferentes que aún hoy agradece y que marcaron su vida. Uno, fue sometida a copiar hasta el cansancio versos de El paraíso perdido, de John Milton. Dos, el profesor de francés la apartó de la clase y le dio un ejemplar de Jane Eyre. "Me identificaba con Jane y no con la loca del ático. Si hubiese sido la loca, habría quemado la casa igual, pero me hubiese ido antes", contaba en el Festival de Humanidades de Chicago en 2014.
A los 16 años Elaine Cynthia Potter Richardson, la mayor de muchos hermanos, fue enviada a los Estados Unidos para trabajar como criada. Durante algunos años, esta joven con acento británico trabajó en la casa de una familia en los suburbios de Nueva York, donde fue tratada con amabilidad, por la madre de aquel hogar, un hecho que destaca a menudo en sus entrevistas, porque era algo poco usual para alguien de su clase en aquella sociedad. A los 21 decidió ponerle fin a aquel destino de subordinación. "Nadie contrataba mujeres ni mucho menos negras", aseguraba y remarcaba su perplejidad cuando consiguió en 1970 un puesto como recepcionista en una casa de fotografía. Además, para completar su magro sueldo, era la corista de un travesti llamado Hollywood Loan, que se presentaba en los sótanos neoyorquinos con un número muy novedoso para la época.
El discurso y la acción de Gloria Steinem, hoy interpretada por Rose Byrne en la serie Mrs. America, una de las pioneras del feminismo en los Estados Unidos, cautivó de inmediato a Kincaid. Sin ningún tipo de experiencia en el periodismo, cita previa ni carta de recomendación, se presentó en la redacción de una revista y les propuso obtener una entrevista con Steinem. "Conseguí su teléfono y no sé por qué, por solidaridad, por ser una mujer, no lo sé, me recibió. Ese fue el comienzo. Desde ahí me comenzaron a tomar en serio", contaba.
Kincaid tenía un look muy particular: su pelo casi rapado teñido de rubio, las cejas depiladas. No era su apariencia, sino su voz la que llamaba la atención. Su amigo el dramaturgo y poeta George W. S. Trow le propuso conocer a William Shawn en un almuerzo en el mítico Algonquin, y ella, que no sabía quién era, dijo que sí de inmediato. El editor de la prestigiosa The New Yorker la incorporó a su staff, una redacción integrada por hombres blancos. Shawn se convertiría varios años después en su suegro (durante 25 años estuvo casada con el compositor Allan Shawn, padre de su hija y de su hijo).
En 1978 apareció un texto en que se ha convertido en un clásico de difícil clasificación: "Girl" (¿un poema? ¿un cuento? ¿un manifiesto? ¿un manual de supervivencia?). "...Así se engatusa un hombre; así te engatusa un hombre; así se ama a un hombre, y si eso no funciona hay otras maneras de hacerlo, y si esas no funcionan, no te sientas mal por renunciar; así se escupe si te dan ganas; y así te quitas para que no caiga sobre ti; así se hacen nudos; siempre toca el pan para asegurarte que está fresco; ¿pero qué tal si el panadero no me deja sentir el pan?; ¿quieres decir que después de todo serás del tipo de mujeres a las que el panadero no deja tocar el pan?".
En 1996 publica una novela que llama la atención por la contradicción de su título: Autobiografía de mi madre, una suerte de picaresca en la que una niña se convierte en mujer ante la ausencia su madre, quien muere en el parto. Esta novela sobre el desamparo cautivó la atención de la crítica: "Nadie me observaba ni me contemplaba a mí, solo yo me observaba y contemplaba a mí misma; la corriente invisible salía de mí para volver a mí. Acabé amándome a mí misma tercamente, como fruto de la desesperación, porque no había nada más. Un amor así puede servir, pero sólo servir, no es precisamente lo ideal; tiene el sabor de algo que se ha dejado en la alacena tanto tiempo que se ha vuelto rancio y al comerlo te revuelve el estómago. Puede servir, pero solo porque no hay nada más que ocupe su lugar; no es para recomendarlo", dice una narradora llamada Xuela Richardson, al apellido con el que Kincaid vino al mundo.
"Estaba tratando escribir sobre las vidas de las mujeres de la generación de mi madre, con aquella voz", le explicaba a Charlie Rose su dificultad para encontrar el mejor modo para narrar los destinos de una identidad, de un colectivo que ha sufrido y sufre discriminación y marginación.
–De color, negro, negro [escrito y pronunciado así], afroamericano…Nuestra relación con esta sociedad no está del todo establecida.
–¿Cuál prefiere usted?, le consultaba, respetuoso, Rose.
–Yo prefiero ser humano –y luego completaba– No temo ser llamada de ningún modo ni me avergüenza. Pero, dejando de lado mis propios mecanismos, soy nada.
Poco después, aún con la ovación que mereció Autobiografía de mi madre, Kincaid publica, destrozada por la muerte de su hermano, Devon Drew, víctima del HIV, a los 32 años, la novela de no ficción llamada Mi hermano. En esta narración se convierte en la cronista de una enfermedad que por entonces escandalizaba a la sociedad, así como retrata la pobreza de una isla".
Profesora Kincaid
Kincaid se desempeña desde hace décadas como profesora de la Universidad de Harvard, donde su área de conocimiento es la historia de la literatura afroamericana y ha construido una obra de corte autobiográfico. Annie John, Lucy, Mr. Potter, Un pequeño lugar son otros títulos de su obra que se completa con la colección de cuentos At the Bottom of the River, que obtuvo el Premio Morton Dauwen Zabel Award de la American Academy and Institute of Arts y fue nominado al Premio PEN/Faulkner de ficción. En 2013 publicó, después de diez años de dedicarse completamente a la vida académica, See Now Then, la novela donde indaga sobre el odio y sobre un divorcio que coincide con su propia separación, en pésimos términos, con Allan Shawn. Un personaje llamado Mr. Sweet, snob, mal padre, pelado y racista, abandona a su mujer, negra, por una joven compositora. The New York Times escribió una reseña donde interpretó que esta novela era una venganza.
"No es sobre mí, pero sí lo es sobre cosas que conozco. Ojalá que el lector no acuda al libro buscando pistas de aquello que me ha ocurrido. Es sobre algo más profundo: de qué modo funciona la madre en la vida de sus hijos", aclaraba Kincaid a Time durante la promoción de See Now Then y completaba su respuesta diciendo que quizá podía estar en piyamas durante días, sin bañarse, leyendo y comiendo en la cama.
Kincaid recibió el Premio Guggenheim, el Lannan Literary Award de Ficción, el Prix Femina Étranger, el Anisfield-Wolf Book Award, el Clifton Fadiman Medal y el Dan David Prize for Literature en 2017, entre otras distinciones. "Nunca he dicho que no a la ternura. La he tomado y me he ido con ella", decía hace algunos años, sumida aún en una depresión que ha logrado superar. Sus dotes histriónicos, la capacidad para reírse de sí misma, los mismos con los que disparaba contra el establishment desde pequeña en el colegio, se mantienen intactos y, como una burla del destino, a diferencia de aquel Colón encadenado, Kincaid es adorada y ha logrado llegar –con su voz y su creación– a espacios antes gobernados por hombres blancos.