IV Mundial de Escritura. Golearon las jugadoras y ya se anunció una nueva edición
Una profesora neuquina ganó en la categoría general; una niña santafesina, en la de chicos y chicas, y una bonaerense, en la de adolescentes; participaron trece mil jugadores de 47 países
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Después de un fin de semana de fiesta por el triunfo de la selección nacional en la Copa América, le tocó el turno al campeonato de las letras. El IV Mundial de Escritura anunció hoy los nombres de los equipos y los textos más destacados en sus tres categorías: general, adolescentes y niños. Las tres ganadoras son mujeres de distintas generaciones. Esta edición del Mundial fue la que tuvo mayor convocatoria: participaron trece mil personas, desde 47 países, que escribieron más de cien mil textos durante dos semanas. En esta ocasión, entre los diez finalistas hubo nueve mujeres.
Después de los triunfos de un ecuatoriano y un mexicano en la segunda y tercera edición, respectivamente, la copa literaria volvió a la Argentina. El texto ganador del IV Mundial, “Después de mañana”, pertenece a la neuquina Violeta Jiménez, integrante del equipo Pehuenia. La autora tiene 58 años, estudió profesorado y licenciatura en Letras y fue docente de Literatura y Lengua. “Desde pequeña recitaba versos con mi abuelo español, que me hablaba de libros y de autores. Participo de un maravilloso grupo de escritura ficcional y mi deseo central es leer; leer y escribir son mi forma de vida”, declaró la ganadora que, según contó, cada amanecer esperaba con ansiedad las propuestas mundialistas que la orientaran para escribir. Su texto, protagonizado por una pareja, está narrado en tiempo futuro. El jurado conformado por Ariana Harwicz, la colombiana Margarita García Robayo y el chileno Alejandro Zambra eligió los textos ganadores de la categoría general, junto con el voto del público. Y mediante un sistema de puntaje que tuvo en cuenta el desempeño de los equipos, consagró campeón al equipo patagónico.
Para García Robayo, el texto de Jiménez tiene “una inversión excelente en descripciones e imágenes y, aunque desde el principio se sospecha lo que sucede, nunca lo revela ni lo explica” e indicó que “se puede ver muy claramente cada una de sus acciones y la carga emocional con la que son realizadas, pero está escrito de un modo sobrio y seco que endurece la situación narrada y evita el sentimentalismo”. También obtuvo el voto del público y en el grupo de la ganadora, Pehuenia, jugaban María Amelia Bustos Fernández, Gustavo Genovese, Analía Lezcano, María Angélica Reybet, María Bernarda Torres y Cintia Valenzuela.
El segundo lugar se lo llevó “El semental”, de la argentina Ivana Schiaffino, de 30 años, actriz egresada de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, donde también realizó el curso de Dramaturgia. Al respecto, Harwicz comentó que “escribir siempre es el ejercicio de ir al extremo de algo, a su hipótesis final” y que el texto de Schiaffino “intenta armar una fábula marginal, falopera, alucinada”. El tercer puesto fue para “Cecilia Terciopelo”, de Milena González, de La Plata. La autora tiene 22 años y es actriz y estudiante de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. A Zambra, los diez textos finalistas le parecieron muy buenos. “De algunos recordaré siempre su calidez, su condición ‘conversada’, por así decirlo, y de otros su sentido del vértigo, su osadía”, señaló.
El jurado de la categoría de chicos y chicas, conformado por Pablo Bernasconi, María Inés Falconi y la colombiana Yolanda Reyes definió como ganador el texto “Una oportunidad imperdible (para la seño)”, de la santafesina Jimena Zurschmitten. La ganadora tiene 13 años y vive en San Jerónimo Norte. Para Reyes, se trata de “una voz fresca y auténtica que no pretende fingirse ‘adulta’ y que, con la sencillez de un niño, va desplegando humor, ironía y recursos”. La joven ganadora reveló que la pandemia fue un tiempo clave para ella -“Me dio el tiempo para poder escribir y leer”, dijo- y que no ve la hora del inicio de la próxima edición para seguir escribiendo en equipo. El segundo lugar fue para “Terror adorable”, de Malena Iadanza. En el tercer puesto está “Hablemos de negocios” de Milagros Ruppel. El equipo campeón de la categoría, Los Grimm, formó así: Teresa García Re (12), Lorenzo Fumagalli (12), María Eugenia Hilal Ferrara (13), Franca Rossi Pompilio (13), Milagros Ruppel (13), Camila Ruzzier (11), Josefina Ruzzier (12), Manuel Spinelli (13) y Trinidad Wechsberg (12).
En la categoría adolescentes, Julia Moret, la chilena María José Navia y Julia Szjenblum definieron como ganador al texto “El trinar de los horneros”, de Lara Ubierna, que tiene 18 años y vive en Garín, provincia de Buenos Aires. Moret indicó que el relato “va tirando puntas que luego se recogen en una escena que funciona como una metáfora de lo sucedido puertas adentro”. Los relatos“ Los ángeles oscuros de la pintura en aerosol”, de Francisca Fantini, y “La tempestad”, de Beltrán Albareda, ocuparon el segundo y tercer lugar, respectivamente. En esta categoría, ocho equipos empataron en el primer puesto.
Los autores de los textos finalistas y los ganadores podrán acceder a cursos de literatura en la Escuela de Escritura de Santiago Llach; en el caso de los chicos, también recibirán órdenes de compras en librerías.
“El objetivo del Mundial es impulsar el hábito de la escritura -dijo Llach a LA NACION-. Y eso se logró: miles de personas escribieron todos los días durante dos o tres semanas. Los diez textos finalistas superan cuatro instancias de evaluación, lo que claramente habla de sus méritos. Pero, en muchos sentidos, el resultado es un accidente, y los textos ganadores son una muestra en caliente, borradores de algo que se convertirá en otra cosa. Nuestra idea fue siempre incentivar una cultura del juego. Muchísimos equipos y jugadores se vuelven a inscribir de edición a edición, cada tres meses. Nos llama la atención que dos de los finalistas, Ignacio Valiente y Josefina Gómez, llegaron por tercera vez a la final. Se ve que ya hay algo así como ‘jugadores de Mundial’, que seguramente se desarrollarán como escritores”.
Además de la competencia, el Mundial es una plataforma donde se comparten saberes sobre la literatura. En esta edición hubo cerca de veinte talleres y eventos gratuitos realizados por Zoom, donde participaron cientos de personas. La participación de otros países aumentó y rondó el 30%. “En el V Mundial que se juega en agosto la plataforma y las redes van a estar también en inglés y en portugués, para incentivar la participación en otros idiomas”, agregó Llach, coorganizador del Mundial de Escritura junto con Catalina Lascano y Giuliana Migale Rocco. En el mes de agosto se jugará la quinta edición, que incluirá también un Mundial de Poesía.
Todos los textos ganadores y finalistas se pueden leer en este enlace.
El texto ganador de la categoría general
Después de mañana
La madre, luego de sujetar su cabello en forma de rodete con una peineta, abrirá las tres ventanas, incluso la del cuarto del hijo, guardará las tazas del desayuno, barrerá toda la casa, le hablará al perro sobre el desorden del hijo, sacará la ropa seca de la soga, tenderá las sábanas, alimentará a las gallinas y también algunos pájaros, buscará huevos frescos en el gallinero, en la huerta sembrada por el hijo elegirá verduras para el almuerzo, recorrerá rincones de la casa mientras la sopa casi está lista, después de haber cortado el pan tocará levemente los libros del hijo en el armario, acomodará las frutas en una fuente de loza y las granadas preferidas del hijo en un plato más pequeño, se sentará un momento, como casi siempre a esa hora, con los viejos cuadernos del hijo, se detendrá en su letra grande y redonda y en aquel dibujo de un campo lleno de vacas, recordará las agujas y los hilos viendo el costurero y sabrá que el abrigo del hijo necesita varios remiendos.
El padre en los parrales cavará la tierra gran parte de la mañana, después atará las cepas, raleará los granos maduros picados por las aves, controlará el riego cabalgando, montado en el caballo del hijo, dejará para más adelante la poda, ordenará en el establo las herramientas regaladas por el hijo en Navidad, cambiará el forraje de sitio para resguardar la bicicleta del hijo y las monturas, alimentará a los conejos criados junto al hijo, vendrá a la casa después del trabajo en el campo, sacará agua del pozo y colocará una jarra sobre la mesa, colgará en un gancho el sombrero y besará a su mujer.
La madre y el padre después del almuerzo, junto al horno de barro, se sentarán a conversar sobre el hijo enamorado del agua, partirán nueces y almendras, las acomodarán en envases de vidrio, después dormitarán un rato bajo el sol de la siesta otoñal, verán al hijo en el sueño nadar aguas arriba, como buscando el mar. Antes del atardecer la madre y el padre juntos prepararán una gallina, el padre sujetará con firmeza las patas del ave y la madre, con precisión realizará un breve corte luego de haber torcido la cabeza del animal, los últimos estertores del cuerpo sometido anunciarán su muerte inminente, un hilo de sangre caerá con lentitud sobre un plato de lata, reservarán el líquido coagulado como parte de los alimentos, la madre calentará agua hasta el punto de hervirla y lentamente la verterá sobre el cuerpo inerte de la gallina sacrificada, entre el padre y la madre arrancarán las plumas, cortarán la carne y la refrigerarán después, será el sustento de mañana, no habrá labores mañana, se quedarán contemplando sus destinos bajo el olivo, sin hacer casi nada.
Al desvelarse, antes de la medianoche, el padre hablará para recordar mañana es el día, preguntará la madre ¿Qué haremos mañana?, no trabajaremos asegurará el padre, será un largo día pensará la madre y dirá el padre durará solamente un día. Al día siguiente será mañana, la madre y el padre, juntos en la cocina, arrancarán la hoja del calendario con un número oscuro de dos cifras, un número negro de absurdo aniversario pensarán la madre y el padre, recordarán sin hablar el sonido de las palmas al llamar junto al portón de la entrada, la voz al anunciar el hallazgo del hijo retenido en la compuerta del gran canal, ya apagados los últimos estertores del cuerpo juvenil, sometido por la violencia de los remolinos del remanso, el hijo ahogado con aroma a musgo, con resabios en su piel del agua helada y sin piedad, el hijo ya sin dibujar el campo en su cuaderno, sin comer granadas, sin cabalgar la viña, el hijo muy quieto junto al olivo más triste, con su cuerpo guardado dentro de la tierra, con su precioso nombre escrito en una piedra gris.
La madre y el padre continuarán viviendo con el hijo en ellos, después de mañana.
De Violeta Jiménez
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