Ironía del destino: Martín Amis murió a pocas horas del estreno de “La zona de interés”, la favorita en Cannes

CANNES.– The zone of interest, de Jonathan Glazer, se mantiene hasta el momento como firme candidata a la Palma de Oro. Sólo en las últimas horas, el legendario cineasta finlandés Aki Kaurismäki ha conseguido hacerle sombra y, si los pronósticos se confirman, será finalmente la película británica la que obtenga el máximo premio del certamen que transita hasta este fin de semana su 76° edición.

Ironías del destino, no estaría presente el fundamental Martin Amis para celebrarlo: el escritor murió horas después del estreno en el Festival de Cannes del film que se basa en su libro homónimo y hace foco en la familia de Rudolf Höss, el máximo y por más tiempo jerarca del campo de exterminio de Auschwitz, quién vivía en un idílico ambiente aunque rodeado del horror que se desarrollaba a metros de distancia.

El último “enfant terrible” de la literatura británica publicó La zona de interés en 2014, luego de una amarga polémica que involucró la negativa de sus editoriales habituales en Francia y Alemania. Gallimard y Hanser Verlag adujeron motivaciones de calidad artística y que una enorme cifra de anticipo de derechos había sido solicitada por el agente del autor. Muchos hablaron en su momento de censura, más cuando finalmente la obra salió en el Reino Unido por Jonathan Cape y el crítico Alex Preston en The Guardian sintetizó: “puede ser la mejor en un cuarto de siglo” además de que “el humor de La zona de interés puede mostrar cuán absurdo fue el proyecto nazi” al ser narrado desde la banalidad de sus ejecutores.

Los tres puntos de vista de la novela convergen en una historia que no muestra ni un fotograma del funcionamiento de la maquinaria asesina del campo de concentración. Para el realizador, Martin Amis fue “una llave que abrió un enorme espacio de estar en la incomodidad del mismo espacio con el perpetrador”, señaló en la conferencia de prensa sobre la adaptación libre que hizo de la novela. Su contundencia se manifiesta en su ascético estilo y, por sobre todo, en la extraordinaria banda sonora con su fuera de campo que permite conocer la magnitud de la masacre sin necesidad de explicitar el horror que ehl cine ha expuesto al milímetro.

Pero Glazer condensa la atmósfera del libro allí donde traiciona todo lo demás: no son los mismos personajes ni la misma historia del libro escrito por Amis sino el cotidiano mundo intrafamiliar de Höss que narra con marcado ascetismo y hasta con visceral repulsión aquello que Hannah Arendt definió como “la banalidad del mal”. Su crudeza e impacto probablemente tengan para Glazer su recompensa aunque la señalada morosidad revulsiva de La zona de interés no hagan de la experiencia algo sencillo para cualquiera. El final transita sobre las huellas del Holocausto para explicitar, como ya hábilmente había hecho Harun Farocki en su libro Critica de la mirada, cómo esa banalidad discursiva puede incluso sobrevivir hasta el presente en el punto de vista de aproximación a la tragedia. Algo que Amis ya había logrado con su libro instalado en el centro de la polémica.

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