Investigan al escritor Gabriel Matzneff, que por años escribió impunemente sobre sus relaciones con niños
PARÍS (NYT).– El escritor francés Gabriel Matzneff nunca ocultó que mantenía relaciones sexuales con niñas y niños púberes, o incluso más chicos. Escribió incontables libros detallando su insaciable búsqueda y se presentaba en televisión jactándose de sus conquistas. El título de uno de sus libros, Les moins de seize ans ("menores de 16") no deja margen para la duda.
Sin embargo, no pasó un solo día en la cárcel ni fue juzgado por sus acciones. Por el contrario, siguió ganando reconocimiento y aclamación, y la mayor parte de la élite literaria y periodística francesa celebró sus libros durante décadas. Matzneff, que actualmente tiene 83 años, fue galardonado en 2013 con uno de los mayores premios literarios de Francia, y hace apenas dos meses, su último libro fue publicado por una de las más prestigiosas editoriales del país.
El jueves pasado, sin embargo, se conoció por primera vez el relato de una de sus víctimas, Vanessa Springora, desatando de inmediato un acalorado debate sobre la histórica tolerancia y laxitud de los franceses hacia el sexo con menores de edad. La polémica también expone crudamente un perÍodo histórico durante el cual algunas de las principales personalidades literarias y diarios de Francia –nombres de la talla de J-P Sartre, Michel Foucault, y periódicos como Le Monde y Libération–, alentaron vigorosamente esa práctica como una forma de liberación humana, o al menos la defendieron.
Un día después del lanzamiento del libro de Springora, Le Consentement ("el consentimiento"), que se agotó rápidamente en muchas librearías de París, las repercusiones no se hicieron esperar. Los fiscales de la capital francesa anunciaron que tras "analizar" el contenido del libro habían abierto una investigación sobre el caso y que también buscarían a otras víctimas dentro y fuera de Francia.
En los días previos a su publicación, el libro ya había puesto a muchos franceses en la incómoda posición de tomar partido frente a un tema que nunca había estado oculto.
El exconductor de uno de los programas de televisión literarios más famosos de Francia tuvo problemas para explicar por qué él y sus invitados –con la reveladora excepción del único invitado no francés– se habían reído a sus anchas de la preferencia de Matzneff por los menores de edad. La mayoría de los históricos admiradores del escritor han guardado silencio, pero un par de ellos salieron igualmente en su defensa, como el exeditor de la sección literaria del diario Le Monde.
El ministro de cultura de Francia, Franck Riester, se solidarizó con las víctimas de Matzneff y anunció que el gobierno reconsideraría la pensión literaria que recibe el escritor: un abrupto cambio de postura del gobierno. En 1995, cuando los relatos de Matzneff sobre sus encuentros sexuales con niños y niñas ya eran bien conocidos, el ministro de cultura de entones le otorgó la Orden de las Artes y de Letras.
"Es información que siempre estuvo disponible, que los contemporáneos de Matzneff conocían perfectamente, y hasta se han publicado estudios académicos sobre el tema, pero hacía falta el relato de una víctima como disparador", dice Anne-Claude Ambroise-Rendu, historiadora y autora de Histoire de la pédophilie ("historia de la pedofilia").
Hasta el momento, sin embargo, Springora es la única víctima d Matzneff que ha alzado la voz. Springora tiene actualmente 47 años, es directora de la editorial Julliard, y declaró ante los medios de prensa franceses que tras dudar durante muchos años, se decidió a romper el silencio tras la indignación que le produjo que Matzneff recibiera el premio literario Renaudot en 2013.
En Le Consentement, Springora relata que cuando tenía 14 años, su madre le presentó al ya famoso escritor, que por entonces tenía más de 50. Matzneff la sedujo y ella se enamoró, hasta que llegó el desengaño, cuando leyó en sus libros que el hombre mantenía innumerables relaciones con otros chicos y chicas, incluyendo los que conocía en sus tours sexuales por el Sudeste Asiático.
Springora también relata la depresión y demás problemas psicológicos que sufrió a causa de esa relación, y los años que tardó en recuperarse. "No era un buen hombre", dice en su libro. "De hecho, era eso a lo que nos enseñan a tenerle miedo desde la infancia: un ogro".
En mensajes al diario Le Parisien, Matzneff dijo que el contenido del libro era "injusto y excesivo" y hablo del "bello años que Vanessa y yo compartimos". Y en una larga y errática carta dirigida a Springora y publicada el jueves en L’Express, Matzneff le dice que no leerá el libro porque le causaría "mucho dolor" y la acusa de buscar dañarlo y destruirlo.
Atrapado ahora en la contracorriente del cambio de actitud de los franceses hacia el sexo, Matzneff es un producto y un beneficiario de larga data del Mayo Francés, el movimiento de revolución social iniciado en 1968 por estudiantes y sindicatos contra el "antiguo orden" en Francia.
Bajo el lema de "Prohibido Prohibir", el Mayo Francés impulsaba la rebelión contra la autoridad y el combate contra el imperialismo, el capitalismo, el racismo, el sexismo y la homofobia. Algunos también defendían la abolición de las leyes de "edad de consentimiento", para liberar a los niños del dominio de sus padres y permitirles convertirse en seres sexuales plenos.
Entre los escritores, Matzneff fue uno de los máximos impulsores de la legalización del sexo con niños. En Les Moins de Seize Ans, escribe que "dormir con un niño" es una experiencia religiosa, un acontecimiento bautismal, una aventura sagrada". El libro fue publicado en 1974 y reeditado en 2005.
Muchos pensadores de izquierda, entre ellos Michel Foucault, Roland Barthes, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir se manifestaron en defensa de esa práctica o salieron a defender a hombres acusados de tener sexo con personas por debajo de la edad de consentimiento, que en Francia era y sigue siendo a los 15 años.
El diario de izquierda Libération, cofundado por Sartre, defendía a los pedófilos por considerarlos una minoría discriminada y publicaba avisos personales de adultos que buscaban sexo con niños.
Hasta bien entrada la década de 1980, el diario siguió publicando artículos "repugnantes" sobre la pedofilia, y en su staff había luchadores por el derecho a "mantener relaciones sexuales con niños", según reconoció el propio diario esta semana en un editorial firmado por Laurent Joffrin, quien agrega que actualmente el periódico se opone a esa práctica.
Pero la tolerancia hacia el sexo con niños no se limitaba a la izquierda. Durante años, aunque de manera menos intensa que Libération, el diario centrista Le Monde publicó una columna semanal de Matzneff y artículos en defensa de acusados de mantener sexo con menores, incluido uno de 1977 firmado por Sartre, Barthes y de Beauvoir. Y mientras que la derecha atacaba a los pedófilos, muchos de sus líderes mantenían estrechos vínculos con Matzneff.
Pierre Verdrager, sociólogo y autor de L’Enfant Interdit ("El niño prohibido"), un libro sobre la noción de pedofilia en la década de 1970, dice que a los defensores de esa práctica los unía la convicción de que Francia tenía una "aristocracia" que no debía someterse a las mismas normas de conducta que la gente común. Según Verdrager, a los franceses de a pie los escandalizaba esa apología, pero los escritores eran considerados parte de esa elite y hasta que esperaba que se involucraran en actos de transgresión moral.
"Había una aristocracia de la sexualidad, una élite que se unió para impulsar nuevas actitudes y comportamientos sexuales", dice Verdrager. "Y también los unía un tremendo prejuicio hacia la gente común, a quienes consideraban tontos o idiotas."
De los históricos defensores de Matzneff, uno de los pocos que ahora ha salido a defenderle públicamente es Josyane Savigneau, exeditora de la sección literaria de Le Monde. "La caza de brujas continúa", escribió en Twitter.
Bernard Pivot, que invitó varias a veces a Matzneff a su programa literario en televisión, Apostrophes, dice que en la década de 1980 "la literatura era más importante que la moral". "Todos somos productos morales e intelectuales de un país y sobre todo de una época", dice Pivot, y agrega que lamenta "no haber encontrado las palabras necesarias" cuando le tocó entrevistar a Matzneff.
En un programa de la década de 1990, el único invitado que criticó en vivo a Matzneff fue también el único extranjero presente: la escritora canadiense Denise Bombardier, quien calificó de "patético" al escritor y de "aburrida" su escritura. "En este momento", dijo entonces Bombardier, mientras el conductor y el resto de los invitados bromeaban con Matzneff y hacían chistes sobre su preferencia por las niñas menores, "me siento de otro planeta".
(Traducción de Jaime Arrambide)
Investigado y sin editorial
La editorial francesa Gallimard anunció ayer que no publicará más al escritor Gabriel Matzneff, investigado por una presunta violación denunciada en el libro Le consentement (El consentimiento), por Vanessa Springora, cuando era menor de edad. "El sufrimiento" mostrado por Springora en su obra justifica "esta medida excepcional", indicó en un comunicado la editorial, que venía publicando desde 1990 el diario de Matzneff.
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