Intriga con destino cinematográfico
Punto Débil
Por Scott Turoww
Mondadori/Trad.: Ana Andrés LLeó/189 páginas$ 34
En diciembre de 1841 Edgar Poe publicó Los crímenes de la calle Morgue . Así, desde las páginas de Graham s Lady s and Gentleman s Magazine nacía un nuevo género literario, el relato policial, que se iba a estructurar sobre la base de dos premisas esenciales: resolver el enigma y descubrir la verdadera identidad del asesino, hábilmente escamoteada a lo largo del texto. Los detectives privados y los funcionarios policiales eran los personajes habituales en los cuentos y novelas. Pero también encontraremos médicos forenses, miembros de la nobleza británica o del jet set neoyorkino, periodistas, algún sacerdote e incluso un barbero inocente que purga cárcel. Los abogados, a pesar de ejercer una profesión íntimamente ligada al delito, no tenían papeles protagónicos en aquellas ficciones: representaban los arquetipos de una Justicia que de ningún modo se cuestionaba.
En diciembre de 1922 Dashiell Hammett publicó The Road Home en Black Mask . Hammett proponía otro modo de acercarse al policial. La justicia comenzó a ser cuestionada; los abogados, por fin, entraban en escena en calidad de protagonistas. El más célebre de ellos fue Perry Mason. Pero Mason creía ciegamente en el largo brazo de la ley; certeza que se iba a derrumbar, casi medio siglo más tarde, con el surgimiento del " thriller legal". Dos de los mejores exponentes de esta narrativa son John Grisham y Richard North Patterson. Ambos abandonaron el ejercicio del Derecho para dedicarse a la literatura. Scott Turow, también abogado, completa el trío. Logró ese privilegio en 1987 gracias a su novela Presunto inocente , un genuino thriller legal que vendió siete millones de ejemplares y fue llevado al cine por Alan Pakula.
Punto débil es su última obra. Como en la mayoría de sus novelas anteriores, la acción se desarrolla en el supuesto condado de Kindel. En esta oportunidad, el juez George Mason será el personaje principal. Mason acaba de cumplir 62 años, ha sido un destacado abogado defensor y desde hace una década ejerce como juez de apelaciones. Cuando el relato se pone en marcha, advertimos dos cosas que trastornan al juez: la salud de su esposa Patrice y la solicitud de apelación que acaba de presentar Jordan Sapperstein, uno de los abogados más acreditados de Kindel. Patrice se ha sometido a una terapia experimental de radiactividad con el propósito de vencer un cáncer que la está llevando a la muerte. Sapperstein es el letrado que se ocupa del caso Warnovits: tres adolescentes de clase alta procesados porque años antes, durante una fiesta estudiantil, violaron a Mindy DeBoyer, una niña negra de 15 años, también integrante de una honorable familia del condado.
El conflicto que Mason sufre por Patrice es de dominio público: nadie ignora las desventuras del juez ante la enfermedad de su esposa. También el caso Warnovits es de dominio público, pero todos ignoran cierto episodio que el propio Mason se ha cuidado de mantener oculto: cuando, muy joven, había sido testigo y casi parte de un incidente semejante al que ahora le toca juzgar. A la vieja culpa que carga el juez, se le unen las amenazas que recibe a través del correo electrónico y del celular. Esas amenazas, las posibilidades de que se cumplan, son las que le brindan el necesario suspenso a la narración. El resto, más que narrado, está explicado a lo largo de las 21 entregas que componen la historia. Decir "entregas" no es una metáfora. Antes de ganar la forma de libro, Punto débil fue publicado, capítulo a capítulo, en The New York Times .
La novela escapa a las abultadas dimensiones que caracterizan a los best sellers: está resuelta en 189 páginas. Tampoco se ajusta a las normas del género; la reflexión supera la acción: al juez Mason le preocupa más su conflicto moral que las supuestas amenazas de unos jóvenes latinos a los que condenara poco tiempo antes. Finalmente, las cosas no son como se suponía que eran y las aguas retornan a su cauce habitual. Scott Turow ofrece un desenlace que cualquier productor de Hollywood aplaudiría con entusiasmo.