Intelectuales, escritores y artistas concurrieron al velatorio de Beatriz Sarlo, a metros de la avenida Corrientes
Desde las 19, personalidades de la cultura, política y literatura asistieron a la sede del CeDinCi para despedir a la ensayista y lúcida pensadora que falleció esta madrugada, a los 82 años
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En la sede del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), Rodríguez Peña 356, a metros de la esquina de Corrientes y Callao, amigos, intelectuales, escritores, artistas, profesores, editores y exalumnos despidieron a la escritora y crítica cultural Beatriz Sarlo, que murió este martes a las 82 años, luego de semanas de internación en el Sanatorio Otamendi.
“Es el final de una época”, dijo a este diario el artista Eduardo Stupía. Él, como otros de los asistentes al velatorio de la intelectual más importante de las últimas décadas (a cajón abierto y debajo de un afiche con los rostros de los filósofos Karl Marx y Friedrich Engels), autora de ensayos clásicos sobre cultura, política y literatura, pudo visitar a Sarlo durante su internación.
Su exmarido, el arquitecto y diseñador Alberto Sato, que se casó con Sarlo cuando ella tenía veintiún años (y él veinte) y de quien nunca se separó de manera formal, viajó de inmediato a Buenos Aires para autorizar los trámites funerarios. Por deseo expreso de Sarlo, el cuerpo será cremado y las cenizas, esparcidas. “La idea es preservar su patrimonio cultural en una institución y nombrar a una albacea de su obra, que probablemente será Sylvia Saítta”, dijo Sato a LA NACION. Comentó que la amistad entre él y Sarlo nunca se había interrumpido y que atesoraba una larga correspondencia con ella. Sato fue quien tomó las fotos de juventud de Sarlo que fueron publicadas en Viajes. De la Amazonia a las Malvinas.
Para Sato, ninguna institución estatal argentina es confiable en este momento, respondió al ser consultado sobre si el archivo y los libros de Sarlo podrían ser puestos en custodia en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. “Nosotros estaríamos felices de recibir su legado”, dijo el historiador Horacio Tarcus, fundador y director del CeDInCI.
Los amigos de Sarlo que la acompañaron de cerca en los últimos meses -los arquitectos y ensayistas Adrián Gorelik y Graciela Silvestri, el investigador David Oubiña y la profesora Adriana Amante, además de Saítta- estuvieron desde temprano en la sede del CeDInCI. Saítta quedó a cargo de la cátedra de Literatura Argentina II de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires cuando Sarlo se jubiló y es la directora de la colección Biblioteca Beatriz Sarlo de Siglo XXI, donde a comienzos de año se publicó el volumen de ensayos Las dos torres. ¿Puede la cultura contemporánea pensar algo nuevo?
La historiadora Hilda Sabato, el periodista José Ignacio López, el doctor en Ciencias Sociales Isidoro Cheresky, la politóloga Claudia Hilb, el sociólogo Carlos Altamirano (expareja de la autora), la doctora en Letras Alejandra Laera, la escritora Jsoefina Delgado, el escritor y periodista Marcelo Gioffré (que contó que Sarlo había desactivado el WhatsApp de su celular porque le molestaban las notificaciones), el editor Carlos Díaz, de la principal casa editorial de la autora (Siglo XXI); el sociólogo Pablo Alabarces (alumno de Sarlo en la primera cursada de la cátedra de literatura argentina), la investigadora Andrea Giunta, el profesor Julio Schvartzman, el ensayista Patrico Fontana, los escritores Martín Kohan, Carlos Gamerro, Aníbal Jarkowski, Guillermo Piro, Alejandro Margulis, Juan Diego Incardona y Damián Ríos, la traductora y editora Ada Solari y el editor Eugenio Monjeau (madre e hijo), los cineastas Sergio Wolf y Andrés Di Tella, la filósofa Laura Klein, las actrices y escritoras Maricel Álvarez y Analía Couceyro y las escritoras e investigadoras Florencia Abatte, Lucía De Leone y Jimena Néspolo, entre muchos otros, concurrieron al velatorio de Sarlo.
Jóvenes que no conocieron en persona a la escritora y crítica literaria fueron a darle el último adiós este martes a la noche. En ningún momento, ni el pasillo ni el patio del CeDInCI estuvieron despoblados. No es irrelevante que, en una época de ataques a figuras de la cultura y a “zurdos” por parte de funcionarios y simpatizantes del Gobierno, tanta gente haya asistido al funeral de una escritora e intelectual de izquierda.
Muchos coincidieron en señalar que, después de la muerte del director de cine Rafael Filippelli y pareja de Sarlo por décadas, en 2023, la salud de la escritora había desmejorado mucho. El escritor Daniel Link destacó que Sarlo había partido tras terminar de escribir la autobiografía que saldrá en febrero de 2025, titulada No entender en un gesto de humildad y desafío.
La escritora Matilde Sánchez -cuya novela El Dock Sarlo había recomendado con entusiasmo décadas atrás- ingresó acongojada al velatorio, al igual que exdirector del Teatro Colón Jorge Telerman, el profesor Gonzalo Aguilar, el ensayista Jorge Monteleone, el escritor Álvarez Fernández Bravo, la periodista y escritora Cristina Mucci (emocionada por la cantidad de asistentes a las exequias), el compositor Martín Bauer y el director de cine y teatro Oscar Barney Finn. En la vereda de la institución dedicada al estudio de la cultura de izquierdas, periodistas de canales de televisión entrevistaban a los allegados de Sarlo mientras un joven ebrio pedía plata para “una birra”.
El diputado Maximiliano Ferraro contó que cuando era legislador porteño le había dicho a Sarlo que querían nombrarla Ciudadana Ilustre de la ciudad de Buenos Aires. “Soy una caminante más”, le había dicho a Ferraro, pidiéndole que se olvidara de la iniciativa, “con su forma de hablar porteña y hosca”, recordó con una sonrisa el diputado.
LA NACION pudo confirmar que ninguna autoridad de la Secretaría de Cultura de la Nación ni del Ministerio de Cultura porteño concurrió al velatorio de la reconocida intelectual; hubo, en cambio, representantes de las embajadas de México y Chile. Tal vez Sarlo lo hubiera interpretado de manera positiva.
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Tenía 82 años. Murió la escritora y ensayista Beatriz Sarlo