Intelectuales, artistas y escritores critican el plan “motosierra” de Javier Milei para la cultura y la ciencia
“Es un error que siembra mucho daño entender al liberalismo reduciéndolo a un concepto económico”, advierte Santiago Kovadloff; otros referentes hablan de “disparates” e “ideas criminales” sobre el Conicet, el Incaa y otras instituciones en riesgo
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Después de las PASO, donde el partido liderado por Javier Milei, La Libertad Avanza (LLA), obtuvo el porcentaje más alto de votos en todo el país, se anticiparon algunas medidas de gobierno si llega a la presidencia. Entre otras, se anunció el cierre del Ministerio de Educación, el de Ciencia, Tecnología e Innovación y el de Cultura (esta última área pasaría a depender de Jefatura de Gabinete, según dijo Milei a LA NACION durante la Feria del Libro), del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa).
Para los que abrazan la causa libertaria, el estudio de las humanidades y la investigación en ciencias sociales con apoyo del Estado representan un gasto inaceptable en un país con elevados índices de pobreza como es la Argentina. El economista Alberto Benegas Lynch (h), asesor de Milei, aseguró que el cine nacional dejaría de recibir el apoyo del Incaa y que las producciones audiovisuales deberían someterse al “rigor del mercado”; acerca de la educación pública fue más lejos: opinó que se la debía considerar un “negocio”. En X, el candidato a jefe de gobierno porteño, el legislador Ramiro Marra, confirmó que se cerrarían el Incaa y el Conicet. La agencia de noticias Télam también está en la mira.
Confieso que muchos de las propuestas consideradas más controvertidas de @JMilei son las que me resultan más atractivas, por ejemplo su propuesta que el aparato estatal no se ocupe de la ciencia (del mismo modo que el ministerio de la felicidad en Venezuela es una sandez).
— A. Benegas Lynch (h) (@ABENEGASLYNCH_h) August 20, 2023
Para el historiador José Emilio Burucúa, el populismo libertario de LLA es “mentiroso”; el filósofo Santiago Kovadloff define a Milei como “apocalíptico” y la escritora María Rosa Lojo sostiene que la eliminación del Conicet sería “un retroceso enorme para el país”. La investigadora Flavia Bonomo recuerda que los países desarrollado invierten en ciencia y tecnología. Cineastas como Santiago Loza y Mariano Llinás condenan la propuesta de cerrar el Incaa. “No se ahorra nada cerrándolo”, dijo el director de La Flor a LA NACION.
Asociaciones de científicos y profesionales en el país y el exterior expresaron su preocupación por las propuestas libertarias. “Resulta sumamente superficial pensar que un recorte de fondos, cuyo impacto en el presupuesto nacional sería mínimo, podría ser inocuo en la economía de una nación, máxime en una época en la que los recursos humanos altamente calificados son cruciales para el desarrollo de los países y para mejorar su capacidad competitiva internacional”, señala la carta abierta del Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas. La Red de Científicos Argentinos en el Exterior, en un comunicado, destaca que no hay desarrollo sin investigación en ciencia y tecnología.
@elpelucamilei Milei le dedicó el Plan Motosierra a todos los políticos del país #Milei #JavierMilei #MileiPresidente #Milei2023
♬ In This Shirt - The Irrepressibles
Si triunfa en las urnas La Libertad Avanza, ¿retrocederá el Estado en educación, cultura y ciencia? Investigadores, cineastas y escritores dieron sus puntos de vista sobre el “plan motosierra” de LLA, promocionado por sus principales figuras en medios de comunicación y redes con argumentos, gags y exabruptos.
José Emilio Burucúa
Historiador y profesor
Totalitarismos del siglo XX, populismos del XXI. En ambos casos, sinónimos de barbarie, ignorancia raigal y liberticidio. Hoy, vale para los populismos progresistas y los sedicentes liberales. Una historia grotesca la del presente, si no fuese tan peligrosa para las conquistas políticas de la humanidad en los últimos tres siglos. El populismo progresista nos ha hundido en un sistema educativo fundado en el facilismo de un aprendizaje ilusorio, la desarticulación de las lenguas y la autocensura impuesta por la cultura woke de la sospecha. El populismo libertario, especialmente el que asoma sin demasiado pudor de las propuestas de LLA, también es mentiroso, ignorante de la tradición histórica que todo pueblo debe criticar al mismo tiempo que rescatar en sus ideales más altos, y específicamente amenazante del orden constitucional.
¿Cómo haría el gobierno federal para repartir vouchers destinados a financiar la educación si prácticamente carece de escuelas y colegios bajo su jurisdicción, al mismo tiempo que la autonomía académica preserva la independencia de las universidades? ¿Cómo sería una privatización del Conicet promovida por el Poder Ejecutivo que implicaría, por un lado, la violación del inciso 19 del artículo 75 de la Constitución Nacional, acertadamente llamado ‘cláusula del progreso’, y, por otra parte, una interferencia inaceptable en las prerrogativas legales e indelegables del Poder Legislativo? No es posible olvidar, cuando se pretende llevar a cabo una reforma radical de las herramientas institucionales que posee un pueblo en materia de cultura y educación quiénes han sido las figuras históricas asociadas a esos instrumentos: Sarmiento, Roca, Vera Peñaloza para la educación primaria y preprimaria, Mitre para la secundaria, Avellaneda para las universidades, Houssay, Leloir, Milstein (tres Premios Nobel) y Dosne de Pasqualini para el Conicet.
Preguntarse por el índice de productividad del Conicet (entiendo que se trata de la productividad monetaria y financiera, porque la científica es reconocida por los científicos del mundo entero) es un signo de crasa ignorancia, de confusión categorial, de paralogía de fines oscuros, demagógicos y embrutecedores. Ya que nuestros compatriotas de LLA dicen ser discípulos de Alberdi, me permito recodarles un pasaje de la obra alberdiana, bien incompatible con los desenfrenos verbales de su líder: “El liberalismo, como hábito de respetar el disentimiento de los otros ejercido en nuestra contra, es cosa que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente, es enemigo: la disidencia de opinión, es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte” (Escritos póstumos, Tomo X, Buenos Aires, 1890).
María Rosa Lojo
Escritora, académica e investigadora
Es imposible entrar a la Carrera de Investigador del Conicet por conexiones partidarias o personales. El requisito de base solo para presentarse al ingreso ya es tener un título de doctor en la especialidad que corresponda. En cuanto a la “productividad” que tanto obsesiona a sus críticos, está garantizada por su propio reglamento. El concepto de “utilidad” que se maneja para denostar al Conicet es rudimentario, brutal, sobre todo cuando quieren aplicarlo a las Ciencias Sociales. ¿Les parece una idiotez estudiar, por ejemplo, la conformación de imaginarios e identidades culturales, o investigar y rescatar el patrimonio histórico y literario de nuestro país, como hemos hecho otros? ¿Eso es menos importante que fabricar un tornillo? El Conicet es una institución de primera línea en su rubro, que trasciende, como tal, los intereses partidarios: pertenece al país, construye la soberanía del conocimiento y sirve a la comunidad en cualquiera de sus disciplinas.
Santiago Kovadloff
Escritor y filósofo
Es un error, y un error que siembra mucho daño, el de entender el liberalismo reduciéndolo a un concepto excluyentemente económico. No puede haber, es cierto, progreso si no hay una economía vertebrada sobre una macroeconomía auspiciosa para el desarrollo del emprendimiento privado. Pero el liberalismo es una concepción del hombre como sujeto de cultura, es decir, caracterizado por su sensibilidad crítica, su autocrítica, su solidaridad ética y su concepción de la educación no solo como una respuesta a las demandas de un mercado sino primordialmente como respuesta a la necesidad de construir un sujeto que sepa conciliar en su concepción de la existencia su derecho a la vida privada y su responsabilidad en el orden público.
Como en todos los órdenes, Javier Milei es apocalíptico. En lugar de querer hacer del Conicet una entidad progresivamente más representativa de la calidad científica que es preciso que alcance, y que de alguna manera ya tiene puesto que está integrada históricamente por figuras que han alcanzado muchísima proyección en términos de aportes científicos en distintos campos, él prefiere incendiarlo todo. Esta manera de razonar concibe el crecimiento como el resultado de un posicionamiento apocalíptico. “Hay que terminar con todo para que todo vuelva a nacer”. Yo me inclino por la hipótesis contraria: creo que es necesario mejorar lo que ya ha nacido para que su desarrollo sea más fructífero. El Conicet, como una de las instituciones que concentran buena parte del trabajo creador en el orden de la ciencia, debe ser mejorado y no eliminado.
Flavia Bonomo
Doctora en Ciencias de la Computación, investigadora del Conicet y docente
Las propuestas del candidato libertario respecto a educación, ciencia y técnica son contrarias a las consignas de modernidad y desarrollo que su espacio pregona. De aplicarse, en cuestión de meses, seremos un país casi sin científicos ni recursos humanos de alta calificación. El mercado para estos perfiles es el mundo que compite por los mismos. El sector privado argentino no va a poder absorberlos ni financiar la ciencia necesaria. Y ni hablar de reconstruir la confianza de futuras generaciones para seguir la carrera científica cuando sea imperioso reparar el daño producido.
La fortaleza de un sistema científico, tecnológico y educativo es vista en el mundo como uno de los indicadores claves del potencial de desarrollo de un país. Algunos países realizan fuertes inversiones para el retorno de cerebros y en todos los países desarrollados hay un importante aporte estatal en el ecosistema científico/tecnológico. Saben muy bien la importancia del capital simbólico aportado por la ciencia y la educación de sus ciudadanos: aún sin tener en cuenta todo lo que la ciencia local genera en términos de riqueza y soberanía, conseguir negocios e inversiones para empresas e individuos depende de la percepción de la marca país relativa a la capacidad de sus recursos humanos. Es decir, es vital no solo que se siga haciendo sino también que se siga percibiendo en el mundo a la Argentina como un país en donde se desarrolla ciencia y educación de calidad. El camino propuesto por el espacio libertario parece garantizar exactamente lo contrario.
Guillermo Martínez
Escritor
Uno de los espectáculos para mí más penosos de la semana pasada fue el de leer a algunos de los científicos más notables del Conicet, gente en su gran mayoría honestísima, formada a lo largo de décadas, con sueldos eternamente bajos y sin ninguna codicia personal, dando explicaciones a hordas de energúmenos sobre la utilidad de su trabajo, como si debieran pedir permiso para existir. La ciencia básica, en cualquier país que quiera ser soberano, por los tiempos largos de desarrollo, la planificación de acuerdo a necesidades no siempre rentables y los resultados inciertos, siempre debe estar subvencionada por el Estado. Así lo entendieron todos los países que admira nuestra derecha. Buena parte de nuestro capital humano que se destaca en todo el mundo surgió de las universidades públicas y de organismos de investigación como el Conicet, gracias a los que tenemos vacunas propias, reactores nucleares, satélites, investigaciones médicas de avanzada y una lista interminable de beneficios directos e indirectos a la sociedad. Como en toda actividad humana, habrá proyectos que puedan parecer más o menos relevantes, y también quien pueda ser señalado por una u otra causa. Lo mismo pasa, por ejemplo, en el Congreso, donde hay un diputado que no fue nunca a su trabajo, y a sus seguidores no parece importarle tanto. El Conicet, además, tiene una estructura que debieran admirar los meritócratas. El ingreso está restringido solo a los estudiantes que obtuvieron las mejores notas a lo largo de sus estudios y cada año hay evaluaciones del avance de los proyectos por jurados formados con los más destacados especialistas en cada disciplina.
Santiago Loza
Escritor y cineasta
Estoy viviendo la situación actual con muchísima preocupación por el enorme daño social que pueden generar estas propuestas. Con respecto de la situación del cine, que ya está en un momento sumamente complicado, en especial para las películas que no cuentan con apoyo de plataformas, la idea de recorte y cierre son criminales para la cultura. Es no entender que gracias al Incaa muchos jóvenes encuentran una forma de expresarse, pueden aprender a dirigir una primera película, muchos actores y actrices pueden trabajar por primera vez en cine. Gracias a eso el cine argentino tiene el prestigio que tiene en todo el mundo. Al contrario de cerrarlo, deberían hacerlo más abierto e inclusivo. El Incaa se financia de las cableoperadores que pagan por pasar esas películas y por un porcentaje mínimo de cada entrada que no afecta a quien no va al cine. En países como España está aumentando el apoyo al cine, se entiende que más allá de promover una industria es una manera de entrar en un diálogo cultural con el mundo y forjar una identidad. Pero mencionar el diálogo, la cultura, parece algo inútil ante estos discursos que tratan de imponerse. Con este tipo de políticas se va a concentrar aún más el poder, me refiero también al poder de difusión de los relatos, y se van a perder diversidades, matices y voces.
Mariano Llinás
Cineasta y guionista
Tuve una postura crítica del Incaa desde el comienzo; desde hace veinte años estamos señalando los déficits del Incaa, los problemas que tiene, la manera en que no acierta a ayudar y a leer el cine argentino. Por eso, por haber tenido una posición combativa, una declaración o propuesta completamente irresponsable como la de la LLA lo único que hace es desvirtuar cualquier tipo de pensamiento crítico. Efectivamente, el Incaa necesita muchísimos cambios y ha cometido muchos errores, pero la peor de esas posiciones es que empiece a correrse la bola de que el Incca no tiene que existir. La diferencia entre que una institución necesite cambios y no exista es una diferencia que cualquier persona medianamente razonable debería entender. Es una idea completamente demagógica. En principio, no se puede cerrar y no se ahorra nada cerrándolo. Es la forma irracional con la que este hombre parece ubicarse frente a las cuestiones públicas. El Incaa no ayuda como debería al cine argentino pero lo que hay que hacer es pensar. El cine es un cuerpo que funciona de manera admirable dentro del panorama cultural argentino. El problema con la declaración de LLA es que parecería ser una movida anticine argentino y no procine argentino. Hay que ayudar al cine argentino a que sea cada vez mejor. La postura de LLA es todo lo contrario de una postura crítica, no tiene nada de propositiva, ninguna propuesta de mejora y de cambio; es prepotente y prehistórica.
Marcelo Gioffré
Escritor y periodista
El kirchnerismo partidizó el Conicet, pero sostener, como hace Milei, que hay que cerrarlo y que toda la actividad científica debe pasar por la esfera privada, es un disparate. Internet logró desarrollarse gracias a años de investigaciones que realizó el sector público norteamericano. El Conicet solo debe ser bien gestionado. Hay infinidad de subsidios mal asignados. El Incaa y muchos organismos son clientelistas y operan con amiguismo. Hay que pensar un sistema que imponga criterios impersonales de mérito, para lo cual se necesita un sector de cultura fortalecido. Ni la motosierra ni arrancar papelitos en un pizarrón arreglan nada. La idea de los vouchers para la educación es temeraria, solo puede propiciarla alguien que desconoce todo de ese mundo. Esos cupones serían reducidos en un mercado secundario y los colegios mediocres pujarían por comprarlos sin otorgar la prestación educacional. La educación pública hoy es adoctrinadora y mala, sí, pero no se arregla con experimentos ni improvisaciones, se arregla con planes pedagógicos.
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