Insólito debate: cancelan y descancelan la obra de Horacio Quiroga en una tarde: ¿es traumática para los niños?
Post-Navidad, Twitter Argentina desconcertó a los usuarios con esta hipótesis sobre el autor de los “Cuentos de la selva”
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En la antesala de un nuevo aniversario del nacimiento del escritor Horacio Quiroga (1878-1937), que se conmemorará el próximo viernes, los usuarios de Twitter debatieron en la larga y calurosa jornada de ayer sobre la posibilidad de “cancelar” la obra de Quiroga o, por lo menos, dejar de difundirla entre niños por su carácter “traumático”. Entre los textos provistos de ese influjo, se mencionó el célebre cuento “El almohadón de plumas”, casi tan siniestro como “El corazón delator”, firmado por uno de los precursores de Quiroga, el estadounidense Edgar Allan Poe. Algunos de los que participaron del tuiterdebate contaron que madres de alumnos de escuelas públicas se habían escandalizado porque los docentes recomendaban los relatos de Quiroga a sus hijos. Verdadero o no, el intento de cancelación de Quiroga es verosímil a causa de la extrema sensibilidad que se apoderó del presente.
Si bien no se pudo localizar la fuente “cancelatoria”, la descancelación se produjo de manera inmediata entre admiradores del autor de Cuentos de amor de locura y de muerte y La gallina degollada, entre ellos, escritores, periodistas, docentes y críticos como Guillermo Orsi, Flavia Pittella, Juan Batalla, Mercedes Giuffré, Gabriel Pressello, Irina Sternik y Lala Toutonian. “La verdad es que no salgo del estupor por este supuesto episodio -dice la escritora Mercedes Giuffré (@MercedesGiuffre)-. Di clases en la Educación General Básica [escuela primaria] y mi experiencia al trabajar los cuentos de Quiroga fue muy positiva. Siempre generaba interés y atracción. No entiendo qué resultaría traumático. Igual pasa en la secundaria”. Quiroga empezó a escribir en su adolescencia.
Para los que creen que El almohadón de plumas u otros cuentos de Quiroga pueden traumar a los niños les recomiendo leer El narrador (o El cuentista), de Saki y Psicoanálisis de los cuentos de hadas, de Bettelheim. pic.twitter.com/ctRSHGWcBF
— Claudia Piñeiro 💚 🧡 (@claudiapineiro) December 27, 2021
Ayer, Facundo Milman (@FacundoMilman), estudiante avanzado de Letras de la Universidad de Buenos Aires y especialista en pensamiento judío, tuiteó: “Sí, Horacio Quiroga es traumático, pero ¿probaron con leer Twitter todo el día?”. Horas después, dijo a este diario que la “cancelación” de Horacio Quiroga, frente al trauma que suscitó en los estudiantes, “lejos de dejarlo de consumir, nos acerca a sus producciones”. Para Milman, “el efecto paradojal de la cancelación, en todas sus variantes, es leerlo, preguntarnos por su modo de lectura y las nuevas reacciones que operan en ese lugar; la cancelación responde a la lógica on-demand, es decir, cuando la demanda cesa, la oferta cae”.
En el colegio de mi hijo (de la UBA) una madre le inicio una causa a una profesora porque les dió a leer El almohadón de plumas y "mi nena se asustó y no durmió más". La profe tuvo que ir a La Plata a dar explicaciones. No merecen a Quiroga.
— Fernanda Sández (@Siwisi) December 26, 2021
Desde hace décadas, la obra de Quiroga aparece en los planes de estudio y las editoriales locales publican sus cuentos y novelas con guías de lectura para estudiantes. “Si los impulsos cancelatorios llegan hasta los clásicos de la literatura sin reconocer las condiciones de producción de cada obra, vamos a quedarnos con una literatura de tres ramitas y algunas hojas -grafica la escritora y editora Adriana Fernández (@cuelebre10)-. O vamos a tener que leer solo lo que se produce bajo estas condiciones de producción que, claramente, son otras y permiten que otros discursos aparezcan. Más allá de que sé perfectamente que no se originan en el mismo espíritu, algunos impulsos cancelatorios tienden a la prohibición. Cuidémonos de eso”. Fernández, que está al cuidado de la obra de Quiroga en el sello Planeta Lector, señala que la literatura es “un buen lugar donde dejar a los pibes y las pibas circular, trotar, reírse, preguntarse, enojarse y a veces traumarse, porque a todos nos pasan cosas cuando leemos”. ¿No es probable que hasta Sigmund Freud se hubiera dejado fascinar por un paciente afectado del “síndrome de Quiroga”?