“Infancia interrumpida”: una muestra en el Recoleta pone en foco la situación de menores de edad en hogares convivenciales
Retratos y relatos de vida de niños y adolescentes que estuvieron o están en instituciones de cuidado emocionan y a la vez informan sobre la situación de un sector vulnerable de la infancia en la Argentina
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Con el propósito de concientizar y visibilizar la situación actual de los menores de edad que están en instituciones, a la espera de ejercer el derecho a vivir en familia, se expone en el Centro Cultural Recoleta una emotiva (e informativa) muestra: RED. Infancia interrumpida, con imágenes de la artista Nora Lezano y textos de Patricia Carrascal y la gestora cultural Rocío Irala y Hernández. Son diecisiete fotografías y relatos de vida se narran las historias de trece niños, niñas y adolescentes que estuvieron o están en distintos lugares de cuidados alternativos.
Cuando la familia de un chico o una chica atenta contra su integridad, o estos no tienen una que los proteja, el Estado debe ponerlos a resguardo en hogares convivenciales, familias de tránsito, referentes afectivos o familias ampliadas. En la Argentina, el 24,3 % de los niños y niñas institucionalizados tiene entre 0 y 5 años. La exposición cuenta con el apoyo de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y la colaboración del Ministerio Público Tutelar.
Según la ley, la Justicia debe resolver la situación de los menores en un plazo de 180 días, pero en la práctica, en el 83,3 % de los casos esto no ocurre. La permanencia en los hogares se extiende de dos a cuatro años, y hay quienes llegan a la mayoría de edad sin que se haya definido su situación. Las vivencias experimentadas por los menores de edad en estos espacios son heterogéneas y muy desiguales: la institución que les haya tocado y el personal que los acompaña definen su experiencia. Por otro lado, no todos los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares pueden ser adoptados.
Un estudio de 2023 llevado a cabo por la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires establece que uno de los problemas recurrentes de los hogares es que no tienen suficiente presupuesto para solventar el mantenimiento de las condiciones edilicias, la calidad de alimentos que reciben los niños, el acceso a tratamientos de salud y la contratación de profesionales.
“Empezar a pensar los lugares de cuidado alternativo como lugares de reparación transitoria, no permanente, me parece clave para hablar de restitución de derechos tanto para la posibilidad de volver con su familia de origen o que puedan incluirse en una nueva si lo desean -sostiene la licenciada en Ciencias de la Comunicación y productora audiovisual Patricia Carrascal, en diálogo con LA NACION-. La muestra es interesante porque plantea un tema incómodo, del que no se habla demasiado o si se aborda es muchas veces desde el prejuicio imaginando a la institución como el orfanato oscuro de las películas”.
Una de las circunstancias más acuciantes es que en la actualidad no se conoce con exactitud cuántos chicos y chicas están institucionalizados, ya que los últimos datos son de 2020. En ese entonces había 9154 en todo el país.
Entre las historias que se presentan en RED. Infancia interrumpida se incluye la de una niña prostituida desde muy temprana edad, embarazada a los doce años, que pidió entrar a un hogar porque quería proteger a su hija; la de un chico para quien una institución de resguardo se convirtió en su “lugar seguro”, la de tres hermanos salteños que pudieron ser adoptados juntos y la de una bebé que vive en un hogar desde recién nacida y está a la espera de una familia. Cuenta también la historia de la cantante Flor Álvarez, que desde los tres años vivió en hogares y en la calle, tuvo un proceso adoptivo que no funcionó y hoy tiene más de tres millones de seguidores en TikTok.
Con su reconocida técnica, Lezano retrata a los protagonistas de las historias con un grado de ternura y de cercanía que se transmite sin filtro a los espectadores. Las fotos están acompañadas de las historias por escrito y estas, de un texto informativo.
“El arte siempre te interpela: desde la belleza, la emoción, la alegría, el dolor, hasta desde el rechazo -dice Rocío Irala y Hernández a LA NACION-. El arte nunca nos deja impávidos, así que espero que esta muestra logre poner el foco sobre los tiempos y modos de institucionalización en la Argentina. Para que ya no dependa de en qué lugar, qué juez o qué hogar o familia de tránsito le tocó ese niño, niña o adolescente, tenga un mejor o peor futuro”.
La historia de Brenda, Agustina y Salvador
“Brenda, Agustina y Salvador vivían en un hogar en Orán, Salta, cuando conocieron a Adriana. Tenían 7, 5 y 3 años; hoy tienen 19, 17 y 15″, comienza el texto sobre la historia de estos tres hermanos, que se lee en la sala junto a sus fotografías. “Desde el primer momento, Brenda, la mayor del grupo, fue la vocera de sus hermanos. La primera noche que durmieron con Adriana, durmió en el mismo colchón que su hermano Salvador, como hacían en el hogar, porque si no él lloraba. Cuando llegó a Buenos Aires, escondía galletitas en su cuarto y preguntaba todo el tiempo qué iban a comer a la noche o al mediodía. Siempre estaba preocupada por la comida y Adriana tenía que mostrarle una y otra vez la alacena llena de cosas, hasta que entendió que la comida no iba a volver faltar. Cuando trajeron una cómoda para su cuarto, abrazó el mueble como un tesoro: no podía creer que iba a tener un espacio propio para guardar su ropa. Ese mueble fue quizá su primer signo de individualidad.
“Agustina no sabía ser ella sin Brenda; comía el mismo gusto de helado, se cambiaba de ropa si Brenda lo hacía, y ante cada pregunta contestaba lo mismo que su hermana mayor. La admiraba y seguía en todo. ‘¿Querés helado de chocolate o de frutilla?’ ‘De lo que tome Brenda…'. De a poco aprendió a reconocer sus propios deseos”.
“Salvador llegó al hogar cuando era bebé y fue sobreprotegido por sus dos hermanas. Ahí se convirtieron en un bloque compacto, eran tres que se cuidaban las espaldas. Salvador fue el primero que le dijo ‘mami’ a Adriana. Desde el principio se entregó a ser hijo”.
“A las chicas les llevó más tiempo ocupar su rol. Por ser la hermana mayor, Brenda cuidaba de sus hermanos como una madre. Llevó tiempo que se dejara tratar como una hija. Para lograrlo fue clave tener mucha paciencia. Adriana tuvo que aprender a respetar los tiempos y costumbres de sus hijos”.
“Fue un aprendizaje mutuo. Hoy, doce años después de aquel día en el que se encontraron, lograron ensamblarse y formar la familia que eligieron.”
El derecho a permanecer juntos
En Argentina, los grupos de hermanos tienen el derecho de prioridad de permanecer juntos al ingresar en una institución; de no ser posible se debe garantizar la vinculación entre ellos. En estas circunstancias donde no hay cuidados parentales, muchas veces ocurre que los hermanos o hermanas mayores terminan asumiendo el rol de padre o madre de sus hermanos más pequeños, lo que hace que al incorporarse a una nueva familia deban reaprender el rol de hijo o hija.
Para agendar
RED. Infancia interrumpida. Hasta el 9 de febrero en la Sala 13 del primer piso del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), de martes a viernes, de 13.30 a 22, y sábados, domingos y feriados, de 11.15 a 22.
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