La noticia se viralizó de inmediato, en febrero último: una argentina había llegado a uno de los puestos más influyentes en el mundo para el arte de nuestra región. Días antes de cumplir 48 años, Inés Katzenstein se convirtió en la curadora de Arte Latinoamericano del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), donde asumió además la dirección del flamante Instituto Cisneros para la Investigación del Arte de América Latina.
Subió así otro escalón de una carrera brillante, que demostró durante más de un cuarto de siglo seriedad, compromiso y perseverancia. Uno de los principales hitos en su curriculum fue haber fundado hace una década el Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella, un destacado semillero artístico que alojó en 2010 y 2011 la quinta edición de la prestigiosa Beca Kuitca.
Fue también junto a Guillermo Kuitca, uno de los artistas argentinos vivos mejor cotizados en el mercado global, que Katzenstein actuó como curadora del envío argentino a la Bienal de Venecia en 2007. Ese mismo año se desempeñó también como cocuradora de la Bienal del Mercosur, mientras trabajaba además como curadora del Malba. En este museo fundado por Eduardo Costantini, uno de los más destacados de la región, integró el Comité Científico Artístico hasta su partida a los Estados Unidos.
En Nueva York, Katzenstein se siente como en casa. Allí cursó en 2001 una maestría en el Centro de Estudios Curatoriales del prestigioso Bard College, y años más tarde editó varios libros para el MoMA. "Era un proyecto muy puntual y autónomo", dijo sobre aquella experiencia la curadora, que reingresó por la puerta principal a un museo que posee más de 5000 obras de arte moderno y contemporáneo de artistas de América Latina.
En enero último, el MoMA recibió en donación 90 obras de arte latinomericano de la Colección Patricia Phelps de Cisneros, que se sumaron a más de un centenar cedidas anteriormente. El instituto que lleva ahora el apellido de la coleccionista venezolana se aboca a poner la lupa sobre las artes visuales producidas en la región, lo que fue definido por Katzenstein como "una oportunidad histórica para convertir el museo en un órgano de investigación permanente".
La curadora argentina mantuvo el perfil bajo desde que se instaló en Nueva York. "Estoy trabajando en la curaduría de la exposición de la donación Patricia Phelps de Cisneros al MoMA, en colaboración con María Amalia García –adelantó días atrás a LA NACION–. La exposición se va a inaugurar en la segunda mitad del año que viene con la reapertura del MoMA, que está ampliando sus salas de exposiciones en un 30%. Por otro lado, estoy haciendo un análisis estratégico de la colección latinoamericana del museo, para organizar un plan de adquisiciones capaz de cubrir las faltas y ampliarla al arte contemporáneo de la región. Y en mi rol de directora del Instituto Cisneros estuve todo el año abocada al diseño de los programas y la redacción de una misión para el Instituto, que empezará a operar a partir de 2019."
Antes de asumir, Katzenstein adelantó que trabajaría en proyectos conjuntos con otros curadores del MoMA y de otros museos del mundo. Por ejemplo con Ana Longoni, responsable del área de Actividades Públicas del español Museo Reina Sofía. Fue en Madrid donde su nombre se viralizó una vez más el año pasado, cuando seleccionó a doce galerías de nuestro país para participar en el programa Argentina Plataforma ARCO. Todas eran de Buenos Aires, porque según dijo las galerías de otras provincias no tenían aún "el nivel de desarrollo profesional suficiente" para participar en representación de nuestro país, invitado especial a la feria europea en 2017.
Ante las críticas por el carácter "porteño" de la selección, Katzenstein explicó entonces que la limitación fue impuesta por la estructura económica local, aún muy centrada en Buenos Aires. Sin embargo, se mostró confiada en que ese panorama podría cambiar "en los próximos años".
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