Inés Katzenstein, una argentina en el MoMA: “Estoy trabajando en contra de los estereotipos”
Integrar. Esa parece ser la palabra clave de la más reciente transformación del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), que se completará este lunes con su apertura al público. Integrar épocas, géneros, espacios, disciplinas, continentes; lo viejo con lo nuevo y el museo con la ciudad.
En ese nuevo paradigma, más abierto al arte de todo el mundo y al producido por artistas mujeres, juega un rol clave la argentina Inés Katzenstein. La fundadora del Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella dejó Buenos Aires hace un año y medio al ser nombrada curadora de Arte Latinoamericano del MoMA, donde asumió además la dirección del flamante Instituto Cisneros para la Investigación del Arte de América Latina.
Ahora participa de la esperada reinauguración del museo como impulsora de la muestra Sur moderno: recorridos de la abstracción-La donación de Patricia Phelps de Cisneros, compuesta por 170 obras de artistas de Brasil, Venezuela, la Argentina y Uruguay. Contó con la asistencia curatorial de otra argentina, la investigadora María Amalia García, autora de un libro que busca a mostrar a América Latina como una región con un diálogo interno y no simplemente expuesta a las influencias europeas.
En sintonía con el "nuevo MoMA" –que reabrirá con una sala dedicada al arte latinoamericano, como parte de una de las muestras curadas de la colección permanente que rotarán cada seis meses–, Sur moderno se enfoca en el concepto de transformación: no sólo la reinvención del objeto artístico, sino también del entorno social impulsado a través del arte y el diseño. También tiene en cuenta el diálogo intercultural, al incluir otras piezas importantes de la colección del museo creadas por artistas europeos.
Salvo estas últimas, las obras de Sur moderno integran la primera presentación pública de parte de las más de doscientas donadas al MoMA desde 2016 por la coleccionista venezolana Patricia Phelps de Cisneros. Más conocida como "Patty" en la escena del arte global, fue también ella quien procuró mostrar otra cara del arte latinoamericano, desde la década de 1990, y quien impulsó en el MoMA, desde 2006, un Comité de Adquisiciones de arte de la región.
Actualmente está integrado por 24 coleccionistas de casi todos los países de latinoamérica, incluidos dos argentinos. Ante ese comité expuso Katzenstein en los últimos meses la necesidad de comprar Besos brujos por unos 395.000 dólares, precio récord para el argentino Alberto Greco. Se sumó así al acervo de 5000 piezas de arte latinoamericano que posee el museo, dentro de una colección total que asciende a 200.000. Y este fue apenas un primer paso, según adelantó a LA NACION en una recorrida exclusiva por la muestra.
"Es muy significativo que el MoMA haya decidido inaugurar el museo con esta exposición –señaló–. Como una señal al arte latinoamericano, pero también una señal interna del museo hacia sí mismo, de que necesitaba esto. Este patrimonio y este episodio del arte moderno es importante para la forma en que nosotros, como acervo de la modernidad, podemos contar la historia."
-Cuánto espacio gana el arte latinoamericano en el nuevo proyecto de exhibición?
-El arte latinoamericano gana mucho espacio porque esta donación solidifica toda una historia de creciente interés y valoración del arte latinoamericano. Pero no te puedo contestar cuánto, porque no hay un porcentaje y porque no es fijo. La colección permanente va a rotar cada seis meses. Cuando se desarme esta muestra, muchas de las obras van a integrarse en la narrativa general de la colección. Es mucho más dinámico.
-Gana en valoración de la importancia, más que en espacio físico.
-Exacto. Y en posibilidades. Que se intensifican con la llegada de una segunda curadora de arte latinoamericano, Beverly Adams; con la existencia del Instituto Cisneros... Todo eso configura una situación inédita para el museo.
-¿Cuál es tu balance desde que entraste al MoMA?
-Muy bueno. Fue un año de reconocimiento de cómo se trabaja en este lugar, de la escena, de cuáles son las discusiones que se están dando. A partir de haber hecho mi primera muestra voy a poder tener un poco más claros los siguientes pasos, en términos tanto de adquisiciones como de proyectos del Instituto Cisneros y de próximas exposiciones. Fue muy interesante porque yo había trabajado en el MoMA hace muchos años pero en una posición muy autónoma y específica, haciendo un libro. Y mi posición ahora es de articulación, de diálogo con muchos curadores. Y por lo tanto es riquísima, de un enorme aprendizaje.
-¿Pudiste evaluar qué huecos hay en la colección del museo en arte latinoamericano?
-Hice una primera evaluación. No en profundidad, porque estuve trabajando sobre todo en esta exposición. Pero ya estuve adquiriendo, desde que llegué. Hubo tres reuniones de adquisición, lideradas por mí con Patty Cisneros, y en diciembre tenemos una cuarta. El proceso de compra es intenso y regular. Hasta ahora compré arte de los 60, de los 70, pero mi proyecto para el año que viene es comprar más contemporáneo, y en diálogo con el trabajo de investigación del Instituto Cisneros que vamos a empezar.
-¿Cuál es el tema de investigación con el que van a empezar?
-Todavía no está confirmado, tengo una presentación en noviembre sobre ese tema.
-¿Cómo es el proceso cuando proponés una obra para comprar?
-Es muy consensuado y colegiado, en dos instancias. Primero tienen que aceptar los curadores jefe y después, el comité de adquisiciones.
-No es que vas a una feria y elegís lo que querés.
-No, requiere muchas presentaciones. En algún sentido, es una tarea didáctica. Tenés que explicar cosas que acá no vieron nunca, y tratar de que puedan traducir lo que estás contando a sus propios términos. Es como una negociación de valores artísticos, permanentemente.
-En ese sentido imagino que deben estar más receptivos, ¿no?
-Por suerte sí.
-¿El objetivo de esta muestra es cambiar la mirada sobre el arte latinoamericano?
-Creo que ese es uno de los objetivos institucionales cumplidos por la Colección Cisneros: demostrar que el arte latinoamericano no sólo era vernacular, sino que también podía ser cosmopolita como éste. Yo no tengo un objetivo en particular pero siempre estoy trabajando en contra de los estereotipos, en complejizar la mirada extranjera sobre el arte latinoamericano.