Incomunicados
Es desconcertante. Un verdadero misterio. El otro día, la cuenta de Instagram del Financial Times publicó el anuncio de un artículo sobre lo que pasó cuando el objeto fabricado por la humanidad que ha llegado más lejos, el Voyager 1, dejó de comunicarse con la Tierra. Era un análisis meduloso sobre los problemas que supone reparar algo tan antiguo (tiene casi medio siglo y su tecnología no siempre está bien documentada) que se encuentra a 24.000 millones de kilómetros. O sea que cada mensaje tarda casi un día en llegar hasta el Voyager. Una buena nota.
Pero los comentarios, ay. Aparte de los pícaros que hacían bromas muchas veces gastadas, nadie parecía estar al tanto de que, aunque era cierto que el Voyager dejó de comunicarse con la NASA el 14 de noviembre, en abril lograron resolver la falla y la nave volvió a hablar con la Tierra. De hecho, el Financial Times había publicado oportunamente esta noticia. Es cierto que tal vez su posteo en Instagram era un poco confuso, en el sentido de que podía dar a pensar que el Voyager se había perdido para siempre en la inmensidad del cosmos. Solo uno o dos comentarios aclaraban que el problema ya estaba arreglado. Pero, francamente, en este momento, la incomunicación parece estar en otro lado.
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