Inauguran en el microcentro porteño un espacio creado para alojar una obra de arte monumental
El centro cultural Arthaus diseñó su flamante terraza para exhibir el Baptisterio de los colores del grupo Mondongo, obra de gran formato que quedará instalada allí de forma permanente
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“¿Qué se te ocurre?”, le preguntó el galerista Nahuel Ortiz Vidal al coleccionista, compositor y empresario Andrés Buhar, a mediados de 2021. La consulta era inusual: había que conseguir un lugar de exhibición permanente para una obra monumental que entonces era apenas una maqueta. El mundo todavía intentaba digerir el golpe de la pandemia, y el microcentro se contaba entre las zonas de Buenos Aires más afectadas.
“Los Mondongo no la querían hacer si no tenía un destino. Es una obra que tiene que ser pública y tiene que estar cuidada”, dice ahora Buhar a LA NACION en Arthaus, el centro cultural que inauguró a fines de ese año a una cuadra de la Plaza de Mayo, y que mañana a las 19 abrirá al público una nueva etapa: la terraza del edificio que ocupa en el séptimo piso del edificio ubicado sobre Bartolomé Mitre 434, diseñada para alojar el Baptisterio de los colores. “En este caso no es una obra site-specific –agrega su dueño-, sino lo contrario: un espacio creado especialmente para ella”.
De esa manera, la estructura de cinco metros de diámetro por cuatro de alto concebida por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha para ofrecer una experiencia inmersiva forma parte ahora de una suerte de matrioschka. Hay que atravesar primero una gruesa puerta con forma de lingote ara ingresar en un espacio cubierto, con paredes negras y una extensa barra, diseñado por el arquitecto Mauro Bernardini y el estudio Berdichevsky & Asociados. Y luego otra para ver qué hay dentro de ese oscuro volumen gigantesco de doce lados, ubicado justo en el centro del ventanal que divide el interior del exterior.
El contraste es impactante. La explosión de colores que producen los 3276 bloques de plastilina de múltiples tonos se potencia con un piso y un techo de espejos. Es una sensación casi mística, similar a la que produce la Capilla Rothko en Houston, aunque más íntima y alegre en este caso. Nada parecerá igual al salir hacia la parte de la terraza ubicada sobre la calle, con un techo corredizo que permite ver el sol o las estrellas, donde se realizarán actividades interdisciplinarias vinculadas con la cultura. En febrero, por ejemplo, se presentarán allí tres películas de Mariano Llinás vinculadas con Mondongo, que incluyen el registro del proceso creativo de esta obra.
“Como en los baptisterios donde se hacen los bautismos, funciona como un pasaje: entrás de una manera y salís de otra. Acá sería como un bautismo de color”, observa Buhar sobre esta pieza que también es capaz de transformarse a sí misma, ya que los bloques pueden cambiar de lugar. “Tenemos la fantasía de que sirva para estudiar el color –agrega Mendanha-. Que pueda sumarse un artista o teórico invitado, y probar cómo funcionan las distintas relaciones”.
La idea surgió durante un viaje a Italia, en el verano de 2021, cuando la pareja se dedicó a estudiar el Baptisterio de San Juan en Florencia. A su regreso, junto a un equipo de colaboradoras, fabricaron con placas de Durlock una primera versión que se exhibió ese año en la galería Barro. En lugar de la forma octogonal de los baptisterios cristianos –que simbolizan los siete días de la semana y el tiempo de la Resurrección de Cristo-, replicaron las doce que componen el círculo cromático diseñado por el suizo Johannes Itten, docente de la Bauhaus.
Aquel periplo europeo parece muy distante ahora, después de un año más que intenso que incluyó una muestra homenaje a Berni en el Malba; otra de paisajes en Malba Puertos que continúa hasta marzo; una tercera de retratos en Torre Macro que sigue hasta mediados de diciembre, y una cuarta en la galería Track 16, que los representa en Los Ángeles. “No hubo tiempo para pensar en vacaciones, parece como si hubiéramos vivido cinco años en uno”, señala Laffitte. “Fue casualidad que todo confluyera este año”, agrega Mendanha, un cuarto de siglo después del nacimiento del grupo que solía integrar también Agustina Picasso.
Esta última se casó con Matt Groening, creador de Los Simpsons, con quien tuvo ocho hijos en Estados Unidos. Conformaba todavía el grupo en 2009, cuando Mondongo sorprendió en la galería Ruth Benzacar con la muestra Silencio. Incluyó la primera de una docena de calaveras realizadas con plastilina, material que los artistas descubrieron en 2003 y cuyo potencial exploraron hasta utilizarlo como una forma de pintura.
En esa variación contemporánea de los memento mori, los huesos de la cabeza humana están formados por microescenas que abarcan desde citas a obras de otros artistas hasta recreaciones de personajes como Adolf Hitler, Sigmund Freud y Jorge Luis Borges. Ellos tres integran un poblado grupo que mira televisión en una de las dos que se presentan ahora en la planta baja de Arthaus, nunca antes exhibidas en la Argentina. En la otra aparece también su gran amigo Rodolfo Fogwill; personificado como el diablo, el fallecido escritor observa al público desde la rama de un árbol.
El infierno está representado así en la primera etapa de la muestra llamada Sin título, para evitar alusiones literales. Hay que subir una escalera y cruzar un telón negro para llegar al purgatorio, compuesto por otra instalación inmersiva que precede al paraíso de la terraza. En este caso, el público se enfrentará ante la inquietante situación de moverse a tientas entre dibujos de animales que brillan en la oscuridad, amenazados por un incendio que incluyó el aporte de Sergio Bizzio. La ambientación sonora con sonidos de la naturaleza, compuesta por Ismael Pinkler, llega a un climax cuando se ilumina el interior de la jaula que ocupa el corazón de la sala: hace su aparición entonces el Dios del dinero, simbolizado por un enorme billete de dólar diseñado con 60.000 clavos. “En el centro –observa Mendanha- se ubica la codicia que provoca toda esta destrucción”.
Para agendar:
Mondongo Sin título, desde mañana a las 19 hasta el 6 de abril en Arthaus (Bartolomé Mitre 434). De martes a domingo de 13 a 20, con entrada gratis.
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