Importante muestra de Malharro, un intérprete emocional del paisaje
Se exhiben 57 óleos y acuarelas, además de documentos sobre la vida del recordado artista
Cincuenta años después de que Jorge Romero Brest rescató en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) el legado pictórico de Martín Malharro (1865-1911), el mayor reservorio del arte argentino vuelve a revalorizar a este "intérprete emocional del paisaje" con una exposición antológica -que se inauguró ayer y permanecerá abierta hasta fines de agosto- y una rigurosa investigación sobre la vida y obra del artista, volcada en un libro, producto de los tres años de estudio que emprendió Ana Canakis, historiadora del arte y curadora de la muestra.
Editado por la Asociación de Amigos del MNBA, el volumen reúne, además de óleos y acuarelas, documentación profusa sobre la vida del pintor y despeja las dudas sobre el lugar que ocupa este "artista innovador, aislado del establisment por sus ideas plásticas y su personalidad adusta y anárquica; propagador del impresionismo en el país y representante del cambio de mentalidad artística que sobrevino en los albores del siglo XX", según dijo Canakis a LA NACION. Los 57 óleos y acuarelas, además de los documentos de la muestra provienen de los principales museos del país y de colecciones privadas, como la de su nieto, Martín Malharro.
Pintor, ilustrador, teórico, crítico de arte y pedagogo, cuenta Canakis que Malharro huyó a los 14 años de su Azul natal para formarse y dedicarse al arte en Buenos Aires, desafiando los designios paternos. Estudió en la Academia de Estímulo con Francesco Romero, pero rechazó los planteos academicistas desde una convicción renovadora.
Empujado por la estrechez económica y gracias a las gestiones de Roberto Payró, entre 1890 y 1895 ilustró crónicas policiales en LA NACION y colaboró luego en publicaciones como El Diario, La Vasconia, Athinae y Martín Fierro, cuyas ilustraciones y artículos se exhiben en la muestra, además del ejemplar "El dibujo en la escuela primaria", editado poco antes de morir, a los 41 años. En él defiende el dibujo como una forma de autoconocimiento, imprescindible para la formación del niño, ya que -sostiene- estimula la observación, agudiza la percepción, incita la imaginación y la exploración de la realidad.
Llanura pampeana
La muestra se abre con "Las parvas", su trabajo sobre la llanura pampeana en tintes liláceos y azulinos, seguida por la temática marinista, influido por el máximo representante del género: Eduardo de Martino. Allí están "El acorazado francés El Bayard" y "El corsario La Argentina", en dos de las tres versiones que le dedica a la liberación por Hipólito Bouchard de la fragata La Chacabuco, rehén de bucaneros en costas californianas.
De "El espinario", la carbonilla que testimonia su formación académica, donde las esculturas clásicas sirven de modelo a los alumnos, se pasa a sus ilustraciones para las crónicas policiales y la de la novela "El Faro", donde una manada de lobos marinos se lanza al mar desde lo alto de un acantilado, huyendo de los cazadores furtivos. De su estadía en la quinta de Ramos Mejía y de viajes por Punta Arenas y Tierra del Fuego recoge imágenes del paisaje nacional, en sintonía con las demandas de la Generación del 80 que propugna la plasmación en el arte de la identidad local.
En pleno auge del impresionismo francés (1895) se instala en Montmartre, donde se fragua la temática que guiará su paleta: el paisaje en comunión con la emoción; los sentimientos que le arrancan la naturaleza y cierto simbolismo a través de una vegetación antropomorfa a veces, o vestida con tonalidades insólitas, como los troncos y ramas violáceos junto con las sombras coloreadas. Allí están las vistas del Sena a la altura de Auvers-sur-oise, el Chateau des Brouillards a lo lejos, o los bueyes que aran en la campiña gala.
Desprovista su obra de presencia humana -salvo contados casos-, Malharro se concentra en lo que ve y exhibe un conocimiento profundo de las especies arbóreas, cuyas copas revisten toda la gama de verdes que ofrece una paleta intensa y eficaz.
Tras su regreso a Buenos Aires, acentúa el rumbo revolucionario de su pintura en la modalidad plain air ; yuxtapone de manera audaz las tonalidades y "busca en la profunidad de sus emociones el verdadero sentido de la expresión artística para narrar a la geografía nacional", explica Canakis.
"Al asociar los paisajes con momentos del día, estaciones del año o factores climáticos logra envolver con una peculiar atmósfera sus cuadros, un rasgo personal que constituye, quizás, la principal causa de rechazo de las mayorías y el apodo de artista controvertido o rechazado", agrega la curadora, quien luego de revisar las críticas no encontró valoraciones negativas de su producción como sostiene la historiografía del arte. Y es Malharro con una cita suya en la exposición, el que explica su postura: "Media un abismo entre el limitarse a satisfacer los caprichos de una mayoría con el lucro y el aplauso por único guía; yo lucho por ideales puros y absolutos que no admiten concesiones".