Imágenes de la memoria: el arte como arma para la paz en Bogotá
BOGOTÁ.- "¿Y si dejamos de juzgar, de desconfiar, de vivir en el pasado?", dice la voz de un locutor en el avión que lleva a Bogotá. Es un mensaje que invita a los colombianos a "mirar hacia adelante" para lograr apoyo en el frustrado proceso de paz con la guerrilla más antigua de América latina. En esa delicada línea que implica luchar contra la violencia sin olvidar la historia para no cometer los mismos errores trabajan muchos artistas latinoamericanos. Varios de ellos exhiben sus obras hasta mañana en la feria ArtBO. En la misma ciudad donde el presidente Juan Manuel Santos, flamante premio Nobel de la Paz, se esfuerza por evitar el retorno a una guerra civil que se extendió durante más de cinco décadas.
"El arte puede hacer poco para contribuir a un proceso de paz. No tengo mucha fe en que podamos cambiar el mundo. Pero sí podemos susurrar, que es lo que hacen nuestras obras", dijo a LA NACION el artista colombiano Jorge Julián Aristizábal, que exhibe en ArtBO sus trabajos más recientes: intervenciones sobre las primeras planas de los diarios El Espectador y El Tiempo que registran el momento histórico en que Santos firmó hace un mes el acuerdo con el jefe guerrillero "Timochenko".
Otras obras aluden a la violencia de forma más directa. Aún hay rastros de sangre en los hilos que usó la mexicana Teresa Margolles para realizar una instalación; antes sirvieron para coser cuerpos sometidos a autopsias tras muertes violentas.
¿Puede el arte contribuir al éxito de un proceso de paz? "El arte genera espacios de tolerancia, de comprensión ante la diferencia. Contribuye a crear un ciudadano más proclive a ponerse en el lugar del otro", opina el colombiano José Roca, director artístico del espacio FLORA ars+natura, que fue curador de la Tate y jurado en la Bienal de Venecia. En esto coincide María Paz Gaviria, directora de ArtBO. Sin embargo, es contundente al aclarar que "el arte no está al servicio de nada ni debe servir para nada". Sí puede, según ella, "construir tejido social", una de las metas de la feria, que reúne 74 galerías de 28 ciudades.
Colaborar en la construcción de ese tejido es lo que procuran también artistas como el colombiano Juan Manuel Echavarría. Mientras conmueve con sus fotos de escuelas abandonadas por la guerra, apoya proyectos que "preserven la memoria histórica a través del arte". Un compromiso similar demostró el argentino Marcelo Brodsky, figura clave en la creación del Parque de la Memoria, a quien el Museo Metropolitano de Nueva York acaba de comprarle una copia de su obra más famosa. En la foto que lo muestra junto a sus compañeros de colegio en 1967, el artista marcó a aquellos desaparecidos durante la dictadura y el destino de los que sobrevivieron. En ArtBO, la galería Rolf dedica casi todo su stand a su serie sobre las protestas de 1968 en varios países, incluido Colombia.
"¿Cómo abordar la violencia política a través del arte sin ilustrarla o estilizarla? ¿Cómo aproximarse a la historia de Colombia sin caer en denuncias panfletarias?", se preguntan los curadores de la muestra que reúne en Bogotá obras contemporáneas de la colección del Banco de la República. Y ofrecen una respuesta posible: como lo hace por ejemplo Doris Salcedo, otra de las artistas colombianas más reconocidas a nivel internacional.
"El arte no puede explicar las cosas, pero por lo menos las puede mostrar. Por eso acá el arte es tan importante y necesario." De esta manera resume Salcedo la inspiración central de su trabajo en un video producido por The Guardian que ya suma 130.000 reproducciones online. Esta mujer está habituada a impulsar acciones colectivas que define como "actos de duelo". Entre ellas la que realizó a comienzos de este mes, cuando lanzó una convocatoria para dibujar con ceniza sobre tela blanca los nombres de cientos de víctimas del conflicto armado. Los trozos de tela luego fueron cosidos para formar un paño de siete kilómetros de largo que cubrió la plaza Bolívar, el corazón político de Bogotá. Símbolo artístico de la paz, la acción Sumando Ausencias evocó el Siluetazo realizado en Buenos Aires en septiembre de 1983, cuando dibujos de siluetas humanas coparon las calles para recordar a los desaparecidos.
Tal vez la obra más famosa de Salcedo sea la grieta de 167 metros de largo con la que atravesó en 2007 en el piso de la Tate Modern de Londres. Titulada Shibboleth, la intervención aludía a las divisiones generadas por el colonialismo y el racismo en la sociedad occidental. Una década antes de que el Brexit abriera en el corazón de Europa otra grieta mucho más profunda.
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