Huidobro, el poeta que buscó la utopía en la vanguardia
Se cumplen 60 años de la muerte de Vicente Huidobro, el factótum del creacionismo considerado una de las grandes voces de la poesía trasandina, a la altura de Pablo Neruda, De Rokha y Gabriela Mistral
Por Mauricio Weibel de DPA
SANTIAGO.- Mudo y postrado, como un espejo sin alma ni espectáculo, el poeta chileno Vicente Huidobro exhaló sus últimos aires el 2 de enero de 1948, llevándose consigo las plumas y rosas del creacionismo, la estética que ideó en su búsqueda de una lírica absoluta. Por ello, desde el abismo de su tumba, sólo es posible ver el mar, como escribieron sus cercanos en su losa en la bahía chilena de Cartagena, ubicada a 100 kilómetros al noreste de Santiago.
Allí oscurecieron los ojos de un artista que capitaneó y atacó las diferentes armadas vanguardistas de la primera mitad del siglo XX, junto a Guillaume Apollinaire, Pierre Reverdy, Luis Buñuel y André Breton, entre otros. Su amistad e influjo sobre Charles Chaplin, Le Corbusier, Pablo Picasso, Tristan Tzara, Eric Satie o César Vallejo, así como sus rivalidades con Pablo Neruda, Jorge Luis Borges o Federico García Lorca, reflejan la vida de quien concebía la lírica como "la síntesis de todas las potencias creadoras del hombre".
El poeta chileno Gonzalo Rojas, premio Cervantes 2003, recordó su amistad con uno de los hombres y vates que más influyeron en su obra y del cual no alcanzó a despedirse. "A Huidobro lo conocí a los 18 años, en 1936, y me fascinó. Era tan graciosamente distinto de los animales chilenos. Pituco (afectado), pero no odioso. Tenía incluso título de marqués de García Huidobro", rememora. Rojas, de 90 años, confiesa además el último y desconocido acto poético de Huidobro, escondido entre la realidad y la ficción, entre el cielo y la tierra, como "Altazor", su obra cumbre.
Para Rojas, Huidobro constituye uno de los autores fundadores de la identidad latinoamericana, junto a Rubén Darío, Borges, Vallejo, Gabriela Mistral, Juan Rulfo, Leopoldo Lugones y Octavio Paz. Desde el living de su casa en Chillán al sur de Chile, opina que el creacionismo fue "un ejercicio teórico importante", mientras mira una escalera de caracol que irrumpe cual torre en el medio del patio de su casa, gobernada en su cúspide por un metálico pájaro verde y azul, que instiga al vuelo. "Pero -agrega Rojas- la obra de Vicente excede largamente el juego del creacionismo", movimiento que interactuó con el surrealismo y el dadaísmo, además de influir en el ultraísmo, tendencia que abrazó a ciegas Borges, paradojalmente detractor de Huidobro. El autor argentino, aunque creía que el romanticismo era el más importante movimiento literario de la historia, asumía como un principio que no existía el Adán literario y sus obras eran siempre un diálogo permanente con las ideas y los artificios. Huidobro, en cambio, proclamábase el origen. "Para mí, la poesía que más me interesa comienza en mí generación y para hablar claro, le diré que empieza en mí", dijo en una entrevista de 1925. Borges llamaba, por ello, a Huidobro "el poeta malo", recuerda Rojas. Más aún, el escritor Jorge Edwards, premio Cervantes 2000, reveló a dpa que alguna vez Borges le confesó un diálogo con Huidobro en que éste declamaba el carácter fundacional del creacionismo. Ante esa idea, Borges reía. Rojas, sin embargo, descree ese complejo y lo vincula al personaje que Huidrobro construyó de sí. "Un día -recuerda- salí con mis libros a ver a Huidobro. Cuando apareció, le conté mi fastidio con las clases de Ovidio en la universidad y me respondió altanero. ´No les he dicho que no se metan con esos carcamanes. Tienen que estudiar las ciencias´, me espetó". "Yo -prosigue- me indigné. ´Muy Vicente Huidobro serás tú, pero no sabes nada de los clásicos. El creacionismo mismo no es tuyo. Lo inventó Lautréamont´, le grité". "Me miró, no se enojó y comenzó a caminar sobre una alfombra más bella que la de este piso y recitó en latín a Ovidio. Yo callé y aprendí que él era un escritor de verdad, que conocía lo nuevo y que sabía leer a los clásicos", asume Rojas. Huidobro, real o imaginariamente, nació el 10 de enero de 1893, cuando el modernismo azulaba la creación literaria en Latinoamérica y cumplía el sueño de un idioma nuevo en las antiguas colonias españolas, sedientas de identidad. Su vida, ligada a una familia rica y con inquietudes culturales, tomó el mundo por asaltó. India, España, Francia o Argentina fueron un punto más en sus viajes. Junto a "Altazor" publicó "Ecos del alma", "La Gruta del Silencio", "Canciones en La Noche", "Cagliostro", "Las Pagodas Ocultas", "Saisons Choisies", "La Próxima. Historia que pasó en un tiempo más" y "En la Luna", entre otros títulos que abarcan prosa, ensayo y poesía. Comunista, iconoclasta, noble, mujeriego y abandonado, su vida hasta su muerte fue el reflejo romántico de una Latinoamérica que en su primer centenario libre navegaba hacia una identidad sin puerto conocido, reclamando vanguardias y utopías.
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