Hugo Kovadloff. “No debemos confundir el arte de la fotografía con la posibilidad de sacar fotos”
Reconocido diseñador, está hermanado con Santiago también por el amor a la arte; juntos realizaron un libro que encuentra la poesía de uno con el trabajo visual del otro
- 9 minutos de lectura'
“Siempre me atrajo el arte fotográfico de mi hermano. Su modo de mirar, de subrayar con sus composiciones matices de aquellas presencias que lo incitan a expresarse. Más aún: a reconfigurarse a sí mismo mediante ese tránsito que lo lleva de ser uno que anda entre los seres y las cosas a otro que reinscribe esos seres y esas cosas en otra dimensión de lo real, esa que lleva la impronta de su mirada, su don para discernir lo que la luz le susurra”, escribe el filósofo y poeta Santiago Kovadloff (Buenos Aires, 1942) sobre las fotos de su hermano, el diseñador y fotógrafo Hugo Kovadloff (Buenos Aires, 1944) en el prólogo de El libro de dos hermanos. Un encuentro en el arte, con poemas del primero y fotos del segundo.
El hermoso ejemplar, con veintidós poemas (uno dedicado a Hugo) y fotos en blanco y negro y en color, tuvo una edición limitada (y costeada por los hermanos para homenajear a Sara y David, sus padres). Tal vez alguna editorial local se entusiasme con la idea de lanzar en el país este original proyecto de dos creadores hermanados por el amor a la arte.
Hugo Kovadloff reside en San Pablo, adonde llegó con sus padres y su hermano, desde 1957. “Antes del diseño incursioné en la pintura y la fotografía -dice a LA NACION-. En 1969 inicié mi vida profesional con uno de los precursores del diseño gráfico brasileño, Alexandre Wollner, que estudió en la Hochschule für Gestaltung en la ciudad alemana de Ulm. Su especialidad era la identidad corporativa. Y este fue también el camino que yo seguí en diseño”. Kovadloff trabajó en proyectos para grandes empresas de Brasil como Petrobras, Telebras, CPFL Energia, y Siemens y Toyota de Brasil. Él fue el que diseñó el logo de la compañía de telecomunicaciones Claro.
“En uno de mis viajes a Buenos Aires realizados en la década de 1970 conocí en el Departamento de Diseño Gráfico del Instituto Torcuato Di Tella a los diseñadores Juan Carlos Distéfano y Rubén Fontana -recuerda-. En 1972, en una de esas visitas me comentaron del proyecto de instituir una beca integral en el Centro de Investigaciones en Comunicación Masiva Arte y Tecnología (Cicmat), para seis diseñadores. Fui uno de los seleccionados y en mayo de 1973, desembarqué en Buenos Aires”. Si bien el programa se interrumpió antes de lo previsto, ese periodo fue fundamental en su formación como diseñador, “por la convivencia y el aprendizaje con los maestros y compañeros del departamento”.
De vuelta en San Pablo, ingresó en la agencia de publicidad DPZ, una de las más emblemáticas de Brasil. “Se estaba creando un departamento de diseño denominado SAO, que es la forma utilizada por las empresas aéreas para referirse a San Pablo, donde desarrollamos un amplio sistema de comunicación visual y señalética para uno de los principales clientes de la agencia: el Banco Itaú. Al poco tiempo el departamento se transformó en una empresa de diseño y fui por una década el director creativo”.
En los años 1980, Kovadloff participó de varios proyectos de identidad corporativa para importantes empresas brasileñas como VASP, la red de televisión Manchete y el Instituto Butantan. SAO estuvo presente en la Bienal Internacional de Diseño organizada por el Centro de Arte y Comunicación en 1985, a cargo de Jorge Glusberg. En esa ocasión, fue distinguido con el premio Lápiz de Plata por el Jurado Internacional. Su trayectoria como diseñador aparece en su libro Roteiro de uma vida no design, de 2008.
-¿Para qué sirve el diseño y que relación tiene con el arte?
-El diseño orienta visualmente y es de enorme utilidad tanto en la vida cotidiana como en la empresarial. Define y propone. Su función es facilitar el movimiento, los pasos a seguir en una calle, en una ruta, en el interior de un edificio tanto como en un vehículo de transporte. Asimismo, puede caracterizar un producto, imprimirle personalidad gráfica. Clarifica consignas precisas; su propuesta es muy amplia y siempre debe ser sintética. Antes del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, Winston Churchill creó en Londres el Design Council para enfrentar el mayor desafío de la época: la recuperación económica de la posguerra. Su misión era “promover por todos los medios practicables la mejora del diseño para ayudar a planificar la reconstrucción de la industria británica”. En otras palabras, el diseño colaboró esencialmente en la restauración de los significados donde reinaba el caos. Pienso que la relación entre el diseño y el arte siempre ha existido, y fue muy evidente en el Movimiento Bauhaus. Aquí en Brasil y también en la Argentina muchos diseñadores de la primera generación tuvieron formación artística.
-¿La fotografía fue al comienzo un hobby o se desarrolló en simultáneo con el trabajo de diseñador?
-La fotografía entró en mi vida cuando mi padre me regaló para el día de mi primer cumpleaños en Brasil, en 1958, una pequeña y rudimentaria cámara fotográfica. Yo tenía catorce años y ya me interesaba la imagen. Pocos años después, durante un viaje escolar a Europa pude adquirir una excelente cámara Rolleiflex que me permitió realizar fotos de los paisajes europeos antes nunca vistos. En 1962, a los dieciocho años, el suplemento literario del diario O Estado de São Paulo publicó mi primera foto; era de una vieja señora vecina del barrio. A los veintiuno realicé mi primera exposición individual en la galería KLM de San Pablo; la segunda fue en el Museo da Imagem e do Som (MIS), en 1985. En algunos momentos la fotografía se desarrolló en simultáneo con mi trabajo de diseñador y a partir de 2009, cuando empecé a reducir mi participación en proyectos de diseño, retomé mi labor de fotógrafo con más disponibilidad y con una cámara digital y luego también con un smartphone.
-¿Cómo caracterizarías tu trabajo fotográfico y quiénes fueron tus maestros?
-A los diecisiete años hice mi primer curso de fotografía en San Pablo y tuve contacto con la obra de los maestros de esa época. Entre ellos Henri Cartier-Bresson, Robert Frank y André Kertész. Siempre me interesaron los paisajes, los interiores, la sombras y los objetos, aunque nunca dejé de fotografiar instantáneas de la vida cotidiana. En la exposición de 1985 en el MIS, donde había fotos hechas durante un viaje a Europa, predominaban las ventanas y los reflejos en vidrieras de Buenos Aires. Las fotos de mi juventud se destacaban por los colores, las formas puras y una franca exaltación por la geometría, además de aquellas en las que las personas son apenas un elemento más del paisaje. Hoy me doy cuenta de la influencia de mi formación y trabajo de diseñador y especialmente del arte concreto y la geometría en mis fotografías.
-¿Cuál es el rol de la fotografía actualmente, en una época donde todos “somos” fotógrafos gracias a los celulares?
-Hace poco tiempo un fotógrafo y profesor amigo de muchos años escribió un texto con el cual me identifiqué totalmente. Decía que algunos fotógrafos puristas en todo el mundo venían reaccionando a la captura de imágenes con smartphones y que era una “reacción natural” a lo nuevo. No resuelve nada resistirse a esta tendencia. El smartphone es la cámara fotográfica del presente y posiblemente del futuro. Lo que ocurrió es una enorme socialización y simplificación de un medio de expresión fascinante que toca a todos los públicos. La fotografía será siempre una expresión personal y creo que la cámara, definitivamente no determina el resultado de la imagen. Refleja la cultura visual y sensibilidad del fotógrafo. No debemos confundir el arte de la fotografía con la posibilidad de sacar fotos.
-¿Cómo surgió la idea del libro que hicieron con Santiago?
-Surgió como una necesidad de una aproximación mayor entre nosotros. El hecho de poder realizar un proyecto en conjunto, reuniendo nuestras vocaciones, fue una experiencia muy rica. Esta experiencia la habíamos tenido en otras dos ocasiones, cuando diseñé la tapa de dos de sus libros. Este se lo dedicamos a nuestros padres; ellos nos apoyaron siempre incondicionalmente en nuestras vocaciones.
-¿Cuál es tu opinión sobre el reconocimiento que tiene Santiago en el país como pensador y poeta? ¿Cuáles son tus libros favoritos de él?
-El reconocimiento que tiene Santiago me causa mucha admiración y orgullo. Es un ciudadano admirable que con su labor ennoblece al país. Tengo la certeza de que a algunos de nuestros países vecinos les gustaría poder tener un pensador como Santiago Kovadloff. ¡Mis libros favoritos de él son siempre los últimos!
-¿Cómo se forma y entrena la mirada de un fotógrafo y de un diseñador?
-Mi experiencia con el estudio de la historia del arte, la pintura, el diseño, el cine, la música y la calle me posibilitó adquirir una cultura y un repertorio de múltiples referencias fundamentales tanto para la fotografía como para el diseño. Mi vocación por el arte sigue viva y sigo haciendo lo que me gusta. Tengo pasión por lo que elegí hacer y si la vejez es ausencia yo creo que la estoy venciendo.
-¿Te gustaría exhibir tus fotos o publicar un fotolibro en la Argentina?
-Construí casi toda mi vida personal y profesional en Brasil, pero a pesar de vivir a más de dos mil kilómetros de distancia tengo una relación de cercanía con todo lo que es de la Argentina y específicamente de Buenos Aires. Tengo grandes amigos allí. Me gustaría exhibir mi producción fotográfica o publicar un fotolibro en mi país natal y si logro organizar mi portfolio, cosa que estoy haciendo con la ayuda de una curadora, intentaré realizarlo. Paralelamente a la labor fotográfica desarrollo hace ya un par de años un trabajo de arte digital que, al igual que la fotografía, espero exponer en el momento oportuno.
Otras noticias de Arte y Cultura
Más leídas de Cultura
Un honor. Mónica Cahen D’Anvers recibió el diploma de la Academia de Periodismo en un emotivo acto con la voz de Sandra Mihanovich
Martín Caparrós. "Intenté ser todo lo impúdico que podía ser"
“La Mujer Gato”. Eduardo Costantini logró otro récord para Leonora Carrington al pagar US$11,38 millones por una escultura
Malba tiene nuevo director. “Que la gente salga de donde esté para visitar Buenos Aires”, dice el brasileño Rodrigo Moura