Hugo Beccacece ingresó a la Academia Argentina de Letras
El escritor y periodista Hugo Beccacece ingresó formalmente en la Academia Argentina de Letras en un acto realizado esta tarde en la sede de la AAL en el Palacio Errázuriz, del que participaron Alicia Zorrilla, presidente de la entidad, y Jorge Fernández Díaz, que estuvo a cargo del discurso de bienvenida al flamante académico. A Beccacece le corresponde el sillón Domingo Faustino Sarmiento, que antes ocuparon Matías G. Sánchez Sorondo, Jorge Max Rohde, Antonio Pagés Larraya y Noemí Ulla.
El nuevo miembro de la AAL fue propuesto por los académicos Fernández Díaz, Santiago Kovadloff, Pablo De Santis y Jorge Cruz, "convencidos de su calidad de escritor y por estimar que su incorporación sería, además, el reconocimiento de una especialidad de mucha importancia en la vida artística e intelectual de un país": el periodismo cultural. Beccacece es, para Cruz, "un periodista cultural puro", actividad "que ha desempeñado largamente, con una eficacia que le ha valido la confianza de prestigiosas publicaciones y le ha deparado distinciones nacionales e internacionales. A la calidad de su prosa se suma la facultad de contar, una de sus más destacadas características".
En su discurso "Hugo Beccacece, el maestro de los retratos inolvidables", Fernández Díaz destacó la figura del nuevo académico como "escritor de periódicos". "Ingresa hoy en nuestra Academia precisamente una pluma que se inscribe en ese particular género y en esa corriente caudalosa, y que debería ocupar en esas páginas locales un capítulo central: así lo prueban las piezas excelsas reunidas en los libros La pereza del príncipe y Pérfidas uñas de mujer, pero también las infinitas intervenciones que Hugo Beccacece realizó en su paso por revistas y periódicos legendarios: un verdadero tesoro que permanece aún disperso y a la espera de un compilador paciente y agudo", dijo el autor de El puñal. Y agregó: "Tardó un tiempo Beccacece en entender cabalmente que ese formato era su verdadero destino. Un escritor, acaso como un músico, puede errar por distintos instrumentos antes de encontrar el suyo, aquel que lo espera desde siempre".
Estuvieron presentes, entre otros, Mirtha Legrand, el secretario de Cultura Pablo Avelluto, Edgardo Cozarinsky, Ivonne Bordelois, Alejandro Katz, Jorge Mara, Pablo Zunino, Juan Boido, Guillermo Jaim Etcheverry.
Beccacece es egresado de la carrera de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Fue editor del suplemento de Cultura y de la revista AdnCultura de la nacion. En tanto, Beccacece en su discurso "Maestros de civilización y barbarie. Memorias del cuerpo y la palabra" agradeció a sus colegas por el nombramiento y dijo: "Siempre me gustó contar y que me contaran historias. Esa inclinación me llevó al periodismo y a la literatura. El azar o el destino me asignaron en esta Academia el sillón consagrado a la memoria de Domingo Faustino Sarmiento, un maestro en el arte de contar al que le debo, como la mayoría de los argentinos, haber cursado mis estudios en una escuela, un colegio y una universidad del Estado. Mis padres sólo costearon los libros y los guardapolvos blancos que seguían mi crecimiento".
Estructurado en capítulos temáticos, su discurso fue de lo general a lo personal y atribuyó la extensión a su "compulsión por narrar". "Hay en mi vida, no sólo en mi vida de lector, un novelista que ocupa el lugar de un gran maestro: Marcel Proust". Continuó: "Lo que siempre me atrajo como un terreno misterioso en la obra de Proust, es el uso de la metáfora y del símil como método de búsqueda y de escritura y la relación que mantienen con la memoria involuntaria. Esa memoria del corazón que irrumpe de improviso cuando un hecho, un objeto, un movimiento propio o ajeno, nos traen a la conciencia un elemento del pasado que tiene algo en común con el hecho o el objeto del presente. El fenómeno es posible porque existe una capacidad metafórica en la memoria, la de nuestro cuerpo y nuestros sentidos. Esas epifanías pueden no pertenecer al pasado".
En una de sus intervenciones fuera de discurso sorprendió a los asistentes al mostrar una remera con la cara de Proust, que había ocultado dese el inicio debajo de su saco negro. "Es mi homenaje", dijo sonriente.
En otro momento, ilustró una anécdota con un plato de una serie de la época de la Primera Guerra, que tenía la escena de un circo ilustrada. Contó que lo heredó de su padre y que el lo legara a una amiga de Francia.
Más adelante, lanzó perfume de Positano a los asistentes para explicar la relación entre el cuerpo y la memoria sensorial.
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