Homenaje de S. A. La Nación a José Claudio Escribano por su notable trayectoria
Se le hizo un reconocimiento en el que se destacó su compromiso profesional de casi siete décadas
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El directorio de S.A. La Nación realizó ayer un reconocimiento al doctor José Claudio Escribano por su notable trayectoria periodística y su compromiso de casi siete décadas con el diario. En ese marco, habló el director periodístico de LA NACION, Fernán Saguier. Sus palabras, dirigidas a Escribano, se reproducen a continuación:
“Algunos te llaman José Claudio, otros Claudio y otros te decimos sencillamente Doc:
Cuesta atreverse a ensayar unas palabras para quien maneja la oratoria como nadie. Sabrás disculpar las limitaciones en mi afán de poner por escrito este sentido homenaje y saludo.
Ante una extraordinaria vida que días atrás sumó una velita más, no me atrevo a preguntar cuáles habrán sido tus tres deseos al soplar.
Sí puedo transmitirte en nombre de todos los presentes los anhelos y sentimientos que nos embargan ante tu notable trayectoria profesional e inigualable calidad humana.
No creo equivocarme si digo que todos nos sentimos en deuda con vos, querido y admirado Doc.
En nuestros corazones caben dos sensaciones: gratitud y reconocimiento. Sabés cuánto valoramos tu sabio consejo y acompañamiento en la gestión cotidiana, ni hablar de tus contribuciones a nuestras páginas.
En esa fantástica recopilación que hicieron Hugo Caligaris y Encarnación Ezcurra de parte de tu vida, hablan de que sos LA NACION personificada. Y tienen mucha razón. Vendrías a ser algo así como nuestro Mitre, prócer contemporáneo.
Hay personas a las que la naturaleza dotó de algún atributo excepcional que las eleva sobre el resto.
Lo singular es que en una sola persona se reúna toda una paleta de cualidades únicas. El periodista, el pensador, el intelectual, el hombre de la cultura, el líder. Doc, sabemos que además pertenecés al mundo de las leyes, que sos un poco médico, counselor, hombre de Estado, diplomático, agricultor.
Tus análisis sesudos, pero siempre sensibles. Tu mirada pragmática y certera. Tus sugerencias y críticas fundamentadas. Y por supuesto bienvenidas.
Siempre ves algo que uno no ve. Con la virtud de poner los ojos adelante, como vos decís, no donde la pelota está, sino hacia adónde va.
Tu capacidad para darle lugar a tu profundo conocimiento de la historia al servicio del presente, anticipando situaciones y construyendo los mejores caminos posibles para llegar al destino deseado, ¡quién la tuviera!
Da gusto escucharte. Visitar tu despacho es siempre el mejor recreo y fuente de sabiduría para todos. Una memoria prodigiosa, atenta a cada detalle, una vida viajera y un archivo bibliográfico vivo en tu cabeza te han vuelto irreemplazable.
Esa capacidad de adaptación al vértigo de estos tiempos digitales, que te obliga a lidiar con la tecnología y que abrazaste con la curiosidad que te caracteriza, también merece ser destacada.
Sos el guardián de un estilo y de valores sellados a fuego desde aquella Redacción que vibraba al ritmo de decenas de máquinas de escribir, tiempos de impresiones tipográficas y ríos de tinta.
En ese clima de sana camaradería que siempre caracterizó a LA NACION y en el que tanto tenés que ver, recibiendo y preocupándote aún hoy por redactores, editores y experiodistas de esta casa que nos acompañaron y acuden a vos para consultarte.
Sobre nuestros hombros cargamos orgullosos el peso de una institución, como siempre la llamaste. Una marca y una tradición de periodismo de calidad que supiste aumentar y honrar, que ha sabido sobrevivir en un país que va de convulsión en convulsión.
Hace ya 17 años dejaste la Redacción. Pero tu impronta y legado permanecen inalterables: el chequeo riguroso de cada información, el periodismo de anticipación, las grandes firmas, el infaltable humor, las grandes notas de investigación y el diseño sobrio y elegante, hoy traducidos al lenguaje digital, pero siempre con las formas y el buen gusto que exige la marca.
Compartimos también el amor por nuestras compañeras de vida, en tu caso, Rita, tu mujer, y por este bendito país en el que quisiéramos que nuestros hijos –y ya tus nietos– puedan desarrollarse. Esos son los mejores motores para nuestros esfuerzos.
Hoy casi todos los aquí presentes peinamos canas. Si hasta debiéramos reemplazar el Piaget por tus más de 50 años en el diario con algún otro testimonio de nuestro afecto y agradecimiento.
Y, por eso, como regalo simbólico, te entregamos este tintero que perteneció a don Ricardo Güiraldes y que vos sabrás apreciar mejor que ninguno de nosotros.
Sirvan estas palabras como homenaje y para retomar nuestro deseo de que la vida te siga devolviendo sueños cumplidos.
Querido Doc: sos un grande.
Con todo nuestro afecto y agradecimiento, y por muchos años más de fructífero trabajo en LA NACION: tu casa”.
Además de Escribano, estuvieron presentes su esposa, Rita, su hija María Rita; el presidente del directorio de LA NACION, doctor Julio César Saguier; el doctor Alberto Jorge Gowland Mitre; el doctor Juan P. Ortiz de Rosas; Lucas Cinto Courteaux; Bartolomé Mitre (h.); Ricardo Siri; Ignacio González García; Julio Naveyra, y el gerente general de LA NACION, Francisco Seghezzo.
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