Homenaje a Alfredo Bigatti
Con una importante antología de la obra del escultor, se conmemora en el Museo Eduardo Sívori el centenario de su nacimiento.
EL Museo Eduardo Sívori está exponiendo una selección de obras de Alfredo Bigatti (1898-1964), para conmemorar el centenario de su nacimiento. Dibujos, monocopias, cerámicas y esculturas trazan un arco que va desde 1921 hasta 1957. Son ochenta y siete piezas que, cualquiera sea su envergadura, técnica o modalidad, lo representan dignamente. La mayor parte pertenece a la colección de la casa y taller de San Telmo donde el escultor vivió y trabajó con su esposa, la pintora Raquel Forner.
En cierto sentido, la muestra de Bigatti complementa la del escultor Antoine Bourdelle, que se expuso recientemente en el Museo de Bellas Artes. Este fue el gran maestro de Bigatti durante su período formativo en París. En el taller de La Grande Chaumiére , al que asistió regularmente junto con colegas de otros lugares, Bigatti definió su vocación por la escultura y su preferencia por los trabajos de porte monumental y estructura arquitectónica. Su admiración por Bourdelle lo acompañó siempre. Los monumentos que levantó en el país, entre los que se destacan los dedicados a Mitre, en la Plata; a Roca, en Choele Choel (Río Negro); y a la Bandera, en Rosario, en colaboración con José Fioravanti y los arquitectos Bustillo y Guido, dan cuenta de ese ascendiente. Pero en sus últimos años, una afección en los pulmones lo obligó a trabajar en obras de tamaño más discreto. Mediante diferentes procedimientos, hizo una serie de caballos y hombres en los que se advierte la influencia de Marini y Giacometti. En esos trabajos, la acción intimista del modelador transmite una concepción menos épica, pero cálida y vital.
Payró señaló que Bigatti era considerado "el más grande escultor monumentalista argentino de su generación y la siguiente". Así es. Lamentablemente, la parte colosal de su obra es la menos representada en esta oportunidad por razones obvias, que incluyen tanto las dificultades de traslado como las cuestiones de espacio y de seguridad.
Vocación docente
La acción de Bigatti respondió también a la conciencia del maestro que necesita prodigar su saber. Consecuente con esa urgencia, dedicó gran parte de su tiempo a la enseñanza. A su regreso de París, junto con Raquel Forner, Alfredo Guttero y Pedro Domínguez Neira, fundó los célebres "Cursos libres de arte plástico", en el Pasaje Barolo, donde enseñó dibujo y escultura hasta el final de sus días. Fue además profesor de la Escuela Industrial Otto Krause durante casi tres lustros y de la Escuela de Artes Decorativas entre 1928 y 1952. Trascendió también en sus discípulos, algunos tan renombrados como Noemí Gerstein, Ricardo Dagá o Antonio Pujía.
Aires renovadores
Bigatti representó un momento de la escultura argentina en el que se observaban con interés las grandes corrientes europeas. Le tocó actuar en las décadas de los años veinte y treinta. Su contacto con Bourdelle y con sus colegas del Grupo de París (Horacio Butler, Aquiles Badi, Alfredo Guttero y Curatella Manes, entre otros), la frecuentación de los grandes museos y los viajes enriquecieron su visión. Si hubiese que determinar las vertientes de su estilo, observaríamos que de una concepción naturalista (como la de los desnudos de mujer en bronce Cabeza de fuente serena , de 1925, o Pureza , de 1926), pasó a trabajos de construcción más acentuada en la definición de los planos, como el boceto cerámico para el relieve funerario del monumento al profesor Mantovani (1937), o el bronce del mismo año Cocina criolla , en el que se acercó al cubismo.
A pesar de haberse interesado por la abstracción, en general Bigatti sostuvo la línea figurativa y el rigor constructivo que vertebra las formas, particularmente en los trabajos de aliento heroico y contenido alegórico, de los que dan buen ejemplo el grupo La Pampa , del monumento a la bandera, o El legislador y el militar , de los bocetos para el monumento a Mitre. Bigatti sostenía que "el volumen en el espacio se sitúa arquitectónicamente, se amplifica, toma cuerpo". Por lo demás, la tendencia a sintetizar y a articular las formas en un contexto calculado hasta sus últimas consecuencias confiere a sus trabajos mayores un aspecto imponente, de austera grandeza. Por otra parte, algunas obras son de una orientación expresionista que se acentuó con el paso de los años. Tal el caso de los relieves en bronce Susana , La modelo y La familia (1954), de La protesta (1961) o del bronce Hombre y caballo II . Lo mismo puede afirmarse de las monocopias Torso con cabeza de caballo (1953) o El crimen (1960).
Entre los dibujos se destaca Jinete y caballo (1952), un lápiz que muestra la maestría de Bigatti en el uso combinado de la línea y del claroscuro. La composición integra la imagen de un hombre desnudo, en primer plano, con la de un caballo resuelto sólo con líneas de contorno.