Historias musicales felizmente rescatadas del olvido
En tiempos del streaming, cuando plataformas como Spotify nos dan un acceso inédito al universo musical permitiéndonos redescubrir trayectorias, repasar clásicos y detectar joyas del pasado, la literatura musical florece en paralelo con una gran variedad de investigaciones, biografías, memorias y anecdotarios. Ya el cine –con rutilantes biopics, como Rocketman, sobre Elton John; Bohemian Rapsody, acerca de Freddie Mercury y Queen; o el inminente film sobre David Bowie, actualmente en rodaje– viene en los últimos años depositando su atención en la vida de grandes artistas, al igual que lo hace la industria de documentales, muy activa en Netflix o en HBO, que ha echando luz recientemente sobre aspectos menos transitados de diversas figuras, como la lucha contra las drogas de John Coltrane o las batallas legales de Michael Jackson. Pero es especialmente en el mercado editorial donde más proliferan las obras consagradas a revisitar la historia de los músicos y estilos más celebrados. Secciones enteras dedicadas al género se levantan en las más importantes librerías del mundo y surgen nuevas editoriales especializadas en el tema. En nuestro país, Gourmet Musical Ediciones es una de ellas. Fundada en 2005, este pequeño sello se dedica a la publicación exclusiva de libros sobre música y musicología y ofrece a investigadores y melómanos un excelente y variado catálogo con títulos que abarcan desde el ADN del tango hasta el fanatismo global por los Rolling Stones.
Recientemente, ha sumado una investigación centrada en las visitas que realizaron a nuestro país las más importantes figuras de la historia de la llamada música negra: Grandes del jazz internacional en Argentina (1956-1979). Su autor, el reconocido crítico Claudio Parisi, indaga en el recuerdo de las presencias más rutilantes, aquellas que dejaron anécdotas desconocidas o ya olvidadas, pero imperdibles, cuando estas figuras visitaron Buenos Aires, muchas de ellas en su esplendor y provocando una conmoción en la ciudad similar a la que algunas estrellas del rock y del pop generarían en los 90. Parisi cuenta, por ejemplo, que Louis Armstrong terminó demorado en una comisaría por ruidos molestos tras conmover al barrio de Once cuando fue a degustar la comida judía –de la que era fanático– de la madre del baterista Leo Vigoda. Fue en 1957, un año después de que Dizzy Gillespie cruzara el centro de Buenos Aires a caballo y vestido de gaucho rumbo a una grabación con Osvaldo Fresedo. Estos episodios, como la internación de urgencia en el Hospital Fernández del enorme bajista Charles Mingus, o el insólito concierto de Bill Evans en San Nicolás, narrado en esta revista en abril de 2018, son parte de una deliciosa recuperación de la memoria musical del país y en especial de Buenos Aires, donde templos de la música como Jamaica, 676 o La Cueva fueron testigos de capítulos que ya son parte de la historia de la música. Una historia que felizmente ha sido rescatada a tiempo del olvido.
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