Héroes de Malvinas entre nosotros. Una muestra de fotos y una instalación inmersiva reactualizan la guerra en el Teatro San Martín
La exposición de retratos de Juan Travnik acerca los rostros de excombatientes, enfermeras y familiares de caídos en combate; antes, una experiencia inmersiva que asocia clima y memoria conmueve en el hall de la institución
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El 40º aniversario del inicio y el final de la guerra de Malvinas, que se cumplen el próximo 2 de abril y el 14 de junio de 1982, respectivamente, se da en el marco de otra guerra, esta vez en el hemisferio norte, luego de la invasión de Rusia a Ucrania a finales de febrero, que no hizo sino actualizar los dolorosos recuerdos, imágenes y significados que el conflicto bélico de impronta colonial tiene para la Argentina. En el Teatro San Martín se expone hasta el 29 de mayo la megamuestra Malvinas. Retratos y paisajes de guerra, del fotógrafo, curador y docente Juan Travnik (Buenos Aires, 1950), que supo dirigir la Fotogalería del San Martín creada por Sara Facio a mediados de la década de 1980.
En el hall Alfredo Alcón del teatro se exhiben setenta retratos en planos medios (cortos y largos), en blanco y negro, en su mayoría de excombatientes, pero también de familiares de héroes caídos en la guerra y de heroínas, como fueron las enfermeras que estuvieron en Puerto Argentino a bordo del Rompehielos Almirante Irízar durante el conflicto bélico. Si bien Travnik había expuesto los retratos de excombatientes años atrás, a la muestra actual se suman imágenes inéditas para el público. En la guerra murieron seiscientos cuarenta y nueve soldados y oficiales argentinos.
El foco de los retratos está en los rostros y, en particular, en las miradas. “¿Qué huellas quedaron en sus rostros, en sus miradas, después de haber vivido una experiencia tan extrema? ¿Cuáles son sus actitudes gestuales, la forma de construir su propia imagen en la mirada del otro tras el paso del tiempo?”, se pregunta Travnik, que inició su ensayo visual en 1994 con fotografías tomadas en su estudio y en diferentes ciudades del país, de Ushuaia a General Pico, y de Rosario a Corrientes. Los retratos, alineados a un lado y otro en el entrepiso del Hall, provocan una emoción inevitable (e interrogantes). Los excombatientes, de frente o de perfil, vestidos de manera informal o con uniforme militar, con o sin medallas, son los mismos a los que las autoridades y gran parte de la sociedad argentina, al final de la guerra y años después, les dio la espalda. La muestra exige mirarlos a la cara.
“Reponer la muestra en ocasión de los cuarenta años del conflicto es para mí una satisfacción enorme -dice Travnik a LA NACION-. En este caso, tiene el agregado de fotos de familiares sacadas en 1999 y de enfermeras, tomadas en 2007 y 2008, y que en su momento, cuando cerré el trabajo y se hizo una primera exposición y se publicó un libro [de Ediciones Larivière, con un texto de la escritora Graciela Speranza], no estaban. Son inéditas y están destinadas a completar, a abrir el panorama, a hacer justicia y a restaurar la memoria sobre otros protagonistas del conflicto”.
En la Fotogalería se exponen doce grandes paisajes del “teatro de operaciones” de la guerra, tomadas por Travnik en 2007 en Puerto Argentino, Monte Longdon, Pradera del Ganso y el cementerio de Darwin, donde descansan los restos de los héroes caídos en combate. “La aridez del terreno y el tinte postapocalíptico grabado a fuego en el campo vuelven todavía más trágica la inmolación de vidas humanas”, se lee en el texto de Speranza. En ambos conjuntos, las imágenes están acompañadas de fichas; por un lado, se consignan los nombres de los retratados, la ciudad de residencia, el rango (soldados conscriptos, cabos, capitanes) y el cuerpo militar que integraron; por otro, los topónimos de los campos de batalla y otros espacios malvinenses, donde todavía se evidencian las huellas de la guerra: restos de helicópteros y de cocinas improvisadas por los soldados, además de cráteres causados por las bombas.
La muestra marca el retorno de Travnik a un espacio que dirigió por varios años, desde 1998 hasta 2016. “Para mí es un lugar, tanto la galería como el teatro, que tiene una carga muy particular, desde lo emocional hasta lo racional. El San Martín es un centro cultural insoslayable en las propuestas artísticas y culturales en la Argentina, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires. Volver al teatro con esta muestra, con un apoyo importante de toda la gente que ha participado en la realización por dentro y por fuera del teatro, es muy satisfactorio. No había un lugar mejor para que, a cuarenta años del conflicto, se vuelva a presentar. Es un retorno absolutamente momentáneo a la Fotogalería y del otro lado del mostrador, como autor. Las connotaciones que esto tiene son muy emotivas”. En la actualidad, Travnik trabaja en una serie de paisajes urbanos en color, como continuidad de la serie en blanco y negro que encaró en los años 1990 y 2000, además de dirigir la Licenciatura en Fotografía de la Escuela de Arte y Patrimonio de la Universidad Nacional de San Martín.
También en el hall del San Martín se ubica además Manto de neblinas, una conmovedora instalación inmersiva ideada por Natalia Uccello y Gabriel Caputo, en la que los espectadores ocupan por breve lapso el lugar de los soldados argentinos, frente a una gigantografía hecha a partir de cuatro fotos de Gerardo Dell’Oro (La Plata, 1966) tomadas en distintos lugares en Malvinas. En la semioscuridad de la sala, hay que recorrer un pasillo-túnel de treinta metros de largo que, de a poco, lleva a los asistentes al clima del Atlántico Sur. Acertadamente, el diseño sonoro de Gabriel Busso excede los límites de la instalación.
En el umbral de la instalación se puede leer un fragmento de La otra guerra, de Leila Guerriero. “Siguió una guerra corta, de setenta y cuatro días. Pocas cosas se detuvieron en el país por ese conflicto. La selección de fútbol viajó al Mundial de España y debutó el 13 de junio con un partido en el que perdió contra Bélgica. Al día siguiente, la guerra terminó”, resume la autora.
Dentro de la instalación, donde la temperatura desciende bruscamente y “sopla” el viento, hay quince asientos con quince mantas. Los espectadores, sentados frente a las imágenes del paisaje malvinense, pueden ponerse en el lugar de los soldados argentinos (aunque mejor alimentados que los jóvenes que participaron de la guerra en 1982). Por unos momentos, la sala se oscurece y se refleja la imagen de los asistentes, “transportados” de improviso al paisaje malvinense.
¿Por qué se eligió una frase de la “Marcha de Malvinas” para designar la obra? “Permite asociar clima y memoria a través de dos versos que son conocidos por todos -responde el profesor Leandro Martínez Depietri, autor del texto curatorial-. La idea principal de la ambientación es emular el clima de las islas a modo de conexión con la experiencia de los soldados. Primero estamos inmersos en el paisaje, cambia la luz y solo vemos nuestras propias figuras reflejadas en ese clima. El memorial se construye a partir de la empatía que genera esa experiencia compartida. El manto de neblinas refiere al microclima particular de la instalación y lo asocia con la memoria, ya que el verso que sigue es ‘no las hemos de olvidar’. Y funciona como metáfora: manto de neblinas como esa opacidad que rodea a este episodio de nuestra historia y que nos llama a seguir reflexionando”. El equipo de realización de Manto de neblinas se completa con Julio Colantoni, Micaela Marinelli, Leo San Juan, Irupé Tentorio, Jimena Groppo, Santiago Cavinato y Serafin Giardina.
Para agendar
Malvinas. Retratos y paisajes de guerra, de Juan Travnik, y la instalación Manto de neblinas, se pueden visitar en el Teatro San Martín (Corrrientes 1551) hasta el 29 de abril, con entrada libre y gratuita, de martes a domingo de 14 a 20.
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