Hermenegildo Sábat: "Con mi trabajo, trato de superar la frustración que nos rodea"
Es un cronista agudo de la realidad política y social, y un artista plástico excepcional; desde hace más de 50 años, comenta los hechos más relevantes de la vida diaria con una libertad de ideas que lo convierte en un editorialista temible
La última entrevista de Hermenegildo "Menchi" Sábat en LA NACION publicada el 24 de julio de este año
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Un lector apresurado podría decir que es un caricaturista brillante. Pero Hermenegildo Sábat es más que eso: es un artista plástico extraordinario. El de la caricatura es, claro, el territorio donde se destaca su obra diariamente: publica sus dibujos en Clarín desde 1973. Residente en Buenos Aires desde mediados de los años 60, el artista uruguayo trabajó en el diario La Opinión y en la revista Primera Plana. Es personalidad emérita de la cultura y ciudadano ilustre de Buenos Aires. En 1988 recibió el premio María Moors Cabot, que concede la Universidad de Columbia.
P -¿Cómo es un día de trabajo?
R -Yo en el diario estoy en contacto con el grupo que se encarga de Política o Economía, y cuando no intervengo en las sesiones me entero luego de qué tema voy a tratar. Eso me da tiempo para trabajar después. En rigor, lo que yo trato de hacer es un comentario sobre lo que está pasando. Es decir, aunque parezca mentira, me es más difícil trabajar en democracia que en dictadura. Primero, por una razón de delicadeza personal, porque a la persona no hay que rozarla, ni siquiera rozarla. Y segundo, porque, aunque no parezca, la consecución de noticias es bastante monótona o previsible. En la época de la dictadura era un festival, y en la época de Isabel Martínez de Perón, también.
P -¿Cómo definís sobre qué vas a dibujar?
R -Es una cosa que surge en el momento. Después de muchos años de trabajo, me di cuenta de que procedo en función de la noticia, básicamente. Pero trato de que no sea una cosa solemne, sino que entretenga al lector.
P -¿De inmediato trazás el dibujo? ¿Y con qué materiales?
R -Se hace con lápices, con tinta. Hay que hacer un boceto para no equivocarse. El otro punto, trato de no repetirme: no generar una imagen que ya ha sido hecha o publicada y republicada.
P -¿Cuántos años llevás dibujando?
R -Desde que nací, prácticamente. La historia de mi relación con el dibujo gráfico deriva de mi abuelo, de quien tengo el nombre. Él era Hermenegildo Sábat. Trabajaba en el diario El Día, con José Batlle y Ordóñez, que era en esa época lo que se conocía como diario sábana, donde publicaba dibujos de página entera, con comentarios que no serían aptos para comentar ahora, porque serían violentísimos. Había uno que me hacía mucha gracia, porque en esa época había un presidente uruguayo que se llamaba Juan Lindolfo Cuestas, se llamaba "Leyendo los diarios": eran los gestos y actitudes de este hombre, del ilustrísimo señor presidente de la nación. Ese juego de representación de imágenes me hizo creer que esas cosas se podían hacer. Hasta que surgió La Opinión, de Jacobo Timerman, acá los diarios no publicaban caricaturas políticas. Estamos hablando de 1970, con Tomás Eloy Martínez y toda una nueva camada de periodistas. Yo entré a trabajar en Primera Plana cuando Timerman ya se había ido para hacer la revista Confirmado. Entonces, colaboré en Primera Plana con Ramiro de Casasbellas, Tomás Eloy Martínez y otra gente muy valiosa. Cuando los mellizos Argañaraz estaban gestando La Opinión, me mandaron llamar. Y a mí me presentaron a Timerman cuando estaba todo el pescado vendido. Yo, realmente, noté lo siguiente: que Timerman llamaba por teléfono a los damnificados de mis dibujos. Sé que lo hizo con Francisco Manrique y Saturnino Montero Ruiz, que era el intendente. Ahora, lo que cambió esa costumbre -y ordenó mi vida definitivamente- fue una nota que publicó Robert Cox en The Buenos Aires Herald. Fue el único medio que se ocupó de la salida de La Opinión. Entonces, Timerman aparecía diciendo que era un medio similar a Le Monde, de París, que no tenía fotografías. Entre paréntesis, diciendo "teniendo a Sábat, ¿para qué necesitan fotos?". Esa frase lo convenció a Timerman, no me afectó a mí directamente. Pero el asunto es que, felizmente, me pude insertar en el periodismo gracias al gesto de Bob Cox.
P -Llevás 50 años en este métier.
R -Tal vez más.
P -Aún hoy, con la experiencia que tenés, ¿cometés errores?
R -Claramente, por distracción.
P -¿Qué tipo de errores?
R -Durante la revisación del trabajo. A veces, por ansiedad o por nerviosismo, o porque estoy pensando en otras cosas, cometo errores.
P -Hay una frase de Beckett que solés repetir: "Inténtalo de nuevo; fracasa otra vez, fracasa mejor". ¿Por qué?
R -Es una forma de inducir a una especie de estímulo interior. Este es un país muy generoso, muy frustrado. Entonces, lo que sucede es que trato de superar esa frustración que nos rodea. Es muy generoso, y yo he sido beneficiario de esa generosidad, porque aun cuando mi madre era de La Boca, yo nací en Montevideo, o soy sospechado de haber nacido en Montevideo. Ahora, las posibilidades se hacen cuando a uno se le ocurre tener la suerte de un trabajo diario en un medio, y en un medio como Clarín en este caso, donde a lo largo de ya mucho más de 40 años nunca me dijeron lo que tenía que hacer. Yo estoy agradecido por eso, y hasta a veces me siento culpable, porque uno no siempre acierta. Eso también humaniza el trabajo. Hay que tener en cuenta que los destinatarios son los lectores; entonces, hay que tener mucho respeto por los lectores, a quienes intentamos dirigirnos.
P -Seguís yendo a tu oficina en la redacción. ¿Por qué?
R -Por inercia. A mí me gusta mucho la definición de inercia: "Resistencia a un cambio de estado". Esa es la definición.
P -¿Y este estado te gusta?
R -Me gusta.
P -¿Seguís dibujando con música?
R -No cuando trabajo en el diario, no quiero alterar la tranquilidad de los compañeros. Escucho música en casa; estoy pletórico en casa con la música.
P -Te he escuchado hablar de Beethoven, Mozart...
R -Escucho música en el taller donde doy clases. Si uno piensa en el Concierto para piano Nº 1 de Beethoven, que es una maravilla, y en la interpretación de Glenn Gould...
P -¿La música influye en el tipo de trazo o dibujo que hacés?
R -No. En el contexto: me induce y estimula a trabajar. Yo he dedicado libros a varios músicos: a Gardel, a Ástor Piazzolla. Tuve la suerte de frecuentarlo a Piazzolla, era un hombre extraordinario. A veces pienso que su caso es parecido al de Borges. Es decir, resistidos en su lugar de origen.
P -¿Cuál fue el dibujo que más te marcó?
R -Hay veces que miro mis dibujos y trato de pensar en qué estaba pensando cuando lo hice. Cuando me preguntás por las motivaciones del trabajo, pienso que tiene que ver con el momento que se vivía en ese instante. Pero hay que tener en cuenta -yo lo he tenido en cuenta- que no soy propietario del diario. Sé que hay límites, lo cual no significa que eventualmente no se publique un dibujo mío. Porque podría decir con tranquilidad "ese no lo publicaron, pero mirá todo el resto que sí publicaron". Es decir, no es un juego la posibilidad de ver un dibujo publicado. Lamento, sí, que ahora la generación de jóvenes con pretensiones de trabajar en un medio parecido a un diario se hayan cortado abruptamente. Cuando yo empecé a trabajar en Buenos Aires, había diez o doce diarios; ahora hay dos y medio, creo. Entonces, la fuerza que tiene la posibilidad de ver continuamente nuestro trabajo, eso induce también a multiplicar la dosis de respeto por los lectores. Al mismo tiempo, creo que hay que evitar todo tipo de materialismo, que abunda mucho en la sociedad argentina. Recuerdo una frase cantada por Alberto Castillo que decía: "El dinero, con su loca tentación, te ha robado el corazón". A mí me han criticado por ser generoso y entregar mis dibujos sin cobrarlos. Yo creo que cada maestrito con su librito. Yo, realmente, no me culpo por eso. Siempre creí importante dibujar a mis compañeros de trabajo.
P -Esta es tu carpeta de dibujos. ¿Está alguno de ellos?
R -No. Eran todos damnificados.
P -¿Qué has traído?
R -Sí, acá está este que se llamaba -o le pusieron de título, porque yo no uso palabras- "Un siglo a las patadas". Con Julio Roca, pasa con los indios, está Manuel Quintana, Figueroa Alcorta, Hipólito Yrigoyen.
P -¿Este dibujo vos lo pensás antes de hacerlo? Es decir, poner esto acá, esto allá?
R -No, yo pensé la evolución de los presidentes y por eso incluí figuras contemporáneas a los presidentes, por eso incluí a Carlos Gardel, Julio De Caro, Jorge Luis Borges, Aníbal Troilo... Están todos hasta el 2000. Acá está Perón, derribado por Isaac Rojas y Eduardo Lonardi; acá está Perón, enfrentado con Alejandro Lanusse; acá Perón, derribado por Lanusse y después interviene Jorge Videla, y finalmente está Isabel Perón y Bignone, que la llama.
P -Este es un dibujo y el siguiente, una acuarela. ¿Por qué decidís encararlo de este modo?
R -Porque esto formaba parte de un proyecto homenaje a Django Reinhardt, gran guitarrista gitano, y entonces tenía ese estilo. Acá está Discépolo?
P -¿Cuánto de esto es talento y cuánto disciplina, método?
R -Una vez escuché a un querido amigo músico, que era improvisador, diciendo que las notas venían antes de tocarlas. Yo eso lo registré. Yo me acuerdo de que venía manejando al diario, veía un semáforo verde y se me ocurría dibujarlo. Entonces, la cuestión es dibujar la idea que tenés. La idea es previa al dibujo.
P Pero vos venís con una preparación previa. Tengo entendido que todos los días llegás con los diarios leídos, te reunís con tus editores para cruzar ideas...
R -Hay otro detalle: cuando tenía 21, 22 años, trabajé en Acción, de Montevideo, que era el diario que sostenía a Luis Batlle y Ordóñez. De ver cómo actuaban los políticos en ese ámbito yo aprendí mucho. Aunque no parezca, las intrigas palaciegas son similares en todos lados.
P -¿Te cambia dibujar a una persona con la que tenés afecto o admiración? ¿Es lo mismo dibujar a Sanguinetti o a Ástor Piazzolla?
R -Creo que sí. Con los tiranos la cosa es diferente.
P -¿Por qué?
R -Porque uno puede explayarse de otro modo.
P -¿Por ejemplo?
R -Hacer a Augusto Pinochet era diferente de hacer a Julio Sanguinetti, aun cuando en el caso de Pinochet iba acompañado por otros secuaces, digamos así. A veces se hacía difícil, porque las ideas eran complicadas, a lo cual había que agregar las complicaciones naturales de la política argentina.
P -Tomemos una pieza cualquiera. ¿Quién es?
R -Es James Baldwin, un escritor norteamericano.
P -¿Cuándo decidís que un dibujo está terminado?
R -Uno tiene que determinar qué línea es la última. O, posiblemente, cuál es la primera. Es muy caprichoso eso, porque hay elementos absolutamente arbitrarios. Ahora, una cosa importante, y yo lo practico día a día, es firmar el trabajo. Uno tiene que hacerse responsable de lo que ha hecho; no es una firma para vender, no. Es para hacerse responsable. En una oportunidad, hace unos años, me llamaron unos "abogados de la empresa" cuando había hecho un dibujo de Moyano con las manos ensangrentadas, como consecuencia de la muerte del tesorero del sindicato en Rosario, que murió violentamente. Yo no lo sabía, pero él hizo un reclamo y al final se desinfló. Lo que me hizo más gracia es que hice un boceto, que después lo ampliaron, de un monumento a Alfredo Palacios. El día de la inauguración, estábamos en el escritorio del senador Giustiniani, y de repente entra Moyano, al que me presentaron. Yo creo que Moyano ni sabía con quién estaba, pero yo sí sabía.
P -Y silbaste bajito...
R -Me quedé tranquilo ahí...
P -¿Cuándo definís que sea color o blanco y negro?
R -Depende de las situaciones: algunas son más coloridas, por decir así, que otras. Depende del contexto.
P -¿Hay algún dibujo que consideres el mejor o que quieras que te recuerden por él?
R -Alguno de los dibujos que hice de Perón. Hay dibujos que incluí en algunos libros y me parecen destacables, pero no tengo una estima particular por algún trabajo.
P -¿Cuál fue el personaje que más te dio de comer para caricaturas?
R -Creo que Menem. Yo a Menem lo hice con 28 años; lo hice con condiciones muy peculiares. Quiero aclarar que nunca dijo nada. Lo cual significa que nunca vio los dibujos o tenía otras prioridades.
P -¿Alguno te pidió copia?
R -Sí, han pedido copias, por tener presente el acto de posesión, creo.
P -¿Por qué seguís dibujando?
R -Soy eso... un tipo que dibuja.
Tres claves del método para dibujar
El poder de observación
Menchi no lo dice -Menchi es como lo conocen y tratan todos a Hermenegildo Sábat, un trato cariñoso que da cuenta del afecto que promueve en quienes lo conocen bien, y en los otros también-, pero hay algo central en lo que podría llamarse su método de trabajo: su enorme poder de observación. Diríase que la mirada de Sábat es de una penetración psicológica poco frecuente. Esa hondura para observar conductas deriva en la agudeza del trazo y la composición, que tantas veces incluyen un humor filoso y devastador.
La atmósfera de la redacción
Más de cincuenta años después de llegar a la redacción de Clarín y cuando es ya una celebridad, Menchi sigue yendo a ese espacio de trabajo. El contacto con la realidad de las cosas, dice, es otro.
El ingenio y la libertad
Primero, la libertad: de ideas, de pensamiento, de expresión. Después, en tiempos difíciles, el ingenio para sortear escollos. Cultivarlos no es necesariamente el corazón de lo que puede llamarse un método, pero en los márgenes esos dos rasgos de carácter (de carácter artístico, quizá) terminan por resultar decisivos.
Escuchá la entrevista en formato podcast
Las entrevistas del ciclo pueden verse los lunes, a las 23.30, y los martes, a las 2.30. DirecTV, 715/1715 HD Cablevisión Digital, 19/618 HD y Flow; TDA, 25.3 Telecentro Digital, 705
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