Herida bonaerense
Situada en un escenario icónico, la cuarta novela de Alicia Plante conjuga el género policial con la narración de denuncia
En menos de un mes, a lo largo de los días de octubre, y en un escenario definido, la ciudad balnearia de Pinamar, se instala y crece como una marea la acción de Fuera de temporada , tercera novela de Alicia Plante, narradora y periodista nacida en Buenos Aires. Por medio de un nutrido elenco de personajes que incluye, entre otros, a un agente inmobiliario dedicado a estafar a sus clientes, un policía de la Federal algo torpe suspendido por tres meses, un juez en "reposo curativo" luego de un accidente que provocó la muerte de un chico (el policía y el joven juez ya aparecían en Una mancha más , de 2001), tres ancianos en mejor estado de lucidez que algunos vecinos, dos chicos fugados de un instituto de menores y una devota católica que no desaprovecha oportunidad para salvar almas, la trama, un policial astutamente demorado, cobra forma como un repertorio de iniquidades ordinarias, y las maneras de librarse de ellas o padecerlas lo menos posible. Gran parte de la novela consiste en el comienzo; esto, que puede sonar paradójico, es una de las virtudes del texto. La presentación de los personajes, sus puntos de vista y monólogos interiores, sus escrúpulos o la conducta derivada de la falta total de escrúpulos, sucintas genealogías y vasos comunicantes concentran la atención del lector gracias a la escritura límpida de Plante, que no teme intercalar pequeños segmentos casi líricos en comparaciones, descripciones y diálogos: "¡Y a la playa lo que le hace esa luz?, es como una reverberación, como si respirara! La mirás fijo un rato y jurarías que se traslada, que la superficie fluye?", dice Laura, una porteña que intentará trasponer esa reverberación a sus pinturas. A veces superficie fluida, a veces mosaico social sobredeterminado por las circunstancias, el texto, efectivamente, respira.
Y cuando parece que -una vez encontrado el tono de costumbrismo social tironeado por fuerzas poco amables como la ambición desmedida o el desprecio de clase- la novela seguirá esa corriente, ocurre un asesinato, o tal vez dos cometidos sobre la misma víctima. Un solo crimen ya representa un suceso impactante para Pinamar, que guarda, según Leonardo Resnik, el juez detective, el recuerdo del asesinato infame de José Luis Cabezas: "A veces, pensó, la muerte no impactaba pesadamente en la conciencia de la gente, pero lo del fotógrafo había sido como una herida, una herida social que sangraría largo tiempo". Él, en reposo casi obligatorio por un desgraciado accidente, alojado en casa de la mujer amada en secreto desde hace décadas, iniciará una investigación paralela sin que los policías de la Bonaerense (brazo armado estatal temible si los hay) se enteren y sin que tampoco le escamoteen información. La lectura inteligente de los interrogatorios que el comisario Ojeda en persona hizo a los allegados de la víctima -Ramón Bastos, agente inmobiliario que, mediante triquiñuelas y "poderes" firmados por sus clientes, construye un imperio a su medida- y las propias pesquisas de Leo, disfrazadas de amables charlas en bares o calles a la sombra, permiten que su intención -absolver al presunto culpable del homicidio- sea plausible.
Alicia Plante desborda el género policial al infundirlo de cuestionamientos que trascienden sus pautas y al usarlo en provecho de una narración en la que la justicia se imparte en grados de conciencia: aquellos que más sufren o que sufren por el sufrimiento ajeno (moneda de cambio del capitalismo) intentarán desarticular mecanismos sociales rígidos, incluso a caballo de los objetivos de los psicópatas con uniforme y los burócratas sin corazón. Queda, una vez atravesada "la membrana helada del abandono y la melancolía", un testimonio efectivo de una literatura que deshace los códigos de lo "nacional" (los personajes se comportan y hablan como argentinos) y que imprime a la lectura un desafío ético.
Fuera de temporada
Alicia Plante
Adriana Hidalgo
320 páginas
$ 98
El extranjero
Scott Fitzgerald, el contador
La Universidad de Carolina del Sur acaba de hacer público el libro mayor, o libro de cuentas, que Francis Scott Fitzgerald llevó de 1919 a 1937. El escrito (está online en
http://library.sc.edu/digital/collections/fitzledger.htm
l) puede leerse como una especie de diario íntimo que mezcla el registro de los gastos con la nota privada. Así, por ejemplo, en una de las últimas entradas, consigna: "Las deudas empeoran. Pido prestado a mi madre". Había quedado lejos la euforia de El gran Gatsby y el adelanto de 3939 dólares en 1923. La lectura propicia una inquietante semejanza entre la declinación física y la bancarrota.
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