Herederos de Borges y Kodama: “No tenemos interés en vender nada”
Los sobrinos de la viuda del gran escritor argentino administran un legado de valor incalculable; del misterio inicial por el testamento al cambio de vida de cinco hermanos que hasta hace un año nada tenían que ver con el mundo de la cultura
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Los cinco herederos de Jorge Luis Borges tienen las mismas iniciales de su tía, M. K.: la mujer que custodió la obra del mayor escritor argentino durante cuatro décadas y hasta hace poco más de un año. Ambos partieron a los 86. Azares de la vida y de la muerte. Ese día, el 26 de marzo de 2023, cuando se conoció la noticia de que María Kodama había “ingresado en la gran mar”, nadie esperaba la aparición de Mariana (48), Martín (47), María Victoria (45), Matías (43) y María Belén (40), hijos de Jorge, único hermano de María. Todo el mundo creía saber lo que vendría, según había declarado la propia viuda del autor de El Aleph, que decía tenerlo “planeado”: una universidad de los Estados Unidos y otra de Japón se harían cargo del valioso legado del escritor cuando ella no estuviera. Sin embargo, después de una semana sin testamento a la vista y abierta una sucesión vacante, los cinco sobrinos se presentaron a la Justicia en calidad de herederos. Suyos son los bienes inmuebles (tres viviendas en Recoleta), materiales (las bibliotecas personales de valor incalculable, manuscritos, condecoraciones y objetos) e inmateriales (derechos de autor) que pertenecieron a Borges y a Kodama.
María Kodama, que al parecer “no tenía familia” –lo aseguraban así sus allegados durante las primeras horas de duelo–; ella, que era tan rigurosa, prolija y detallista, una mujer que en virtud de la experiencia sabía más de sucesiones y litigios que sus propios abogados, había dejado todo en manos de estos cinco jóvenes profesionales, de entre 40 y 48 años, sin ninguna relación con el mundo de la cultura. ¿Otra vez el azar?
María Victoria, abogada, tomó a partir de entonces la representación legal y llevó públicamente la voz cantante –una voz medida, formal, solo cuando era estrictamente necesaria una declaración–. Juntos, nunca habían ofrecido una entrevista hasta ahora, cuando después de una larga espera accedieron a conversar con LA NACION.
Al 1660 de la calle Anchorena, en una casona lindante con la que fuera la vivienda de la familia Borges entre los años 1938 y 1943 (allí escribió “Las ruinas circulares”), está la sede de la Fundación que Kodama creó en 1988 y cuyo consejo de administración hoy integran los sobrinos. Presidenta, secretario, tesorera y vocal, salvo Martín, todos tienen su rol. Después de atravesar las salas con vitrinas, donde se exhiben objetos, libros y fotografías, alrededor de una mesa en el espacio de conferencias se sienta también Fernando Flores Maio, vicepresidente de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, ahora igual que entonces, cuando vivía su amiga de cuarenta años. En broma, “los sobrinos” le dicen tío; en serio, es una de sus principales fuentes de consulta, porque conoce bien la obra de Borges. “Históricamente, la Fundación no estaba formada por gente de la cultura; había abogados, psicólogos, empresarios, personas a las que María les tenía confianza –recuerda Flores Maio, que se entusiasma con el desembarco de sangre joven–. En una institución de este tipo hay que ser eficiente en cosas que tienen que ver con el manejo legal y contable. En ese sentido ellos están armados. Y también está Lucas Adur [doctor en Letras e investigador del Conicet], que está ayudando con el comité consultivo con estudiosos del país y del exterior”. Ese organismo lo integran, entre otros, Magdalena Cámpora (UCA, Conicet); Robin Lefere (Universidad de Bruselas); Daniel Attala (Universidad de Bretaña del Sur); Luce López Baralt (Universidad de Puerto Rico); Julio Schvartzman (Universidad de Buenos Aires); Edwin Williamson (Universidad de Oxford); Gwendolyn Díaz (Universidad de Texas); Guido Herzovich (Universidad de Buenos Aires); Annick Louis, (EHESS, París).
Dice María Victoria: “Fernando y los miembros de la Fundación nos invitaron a formar parte y estamos ocupándonos de todo lo que tiene que ver con reabrir el museo y formalizar la puesta en marcha de las actividades. Ninguno de nosotros estudió Letras ni es experto en Borges ni se formó en nada relacionado con la literatura. Yo como abogada tengo mi estudio; dos veces por semana venimos con Mariana a hacer todo el trabajo de clasificación y orden a la Fundación. Esta sede estaba en reformas cuando falleció María, con todo dentro de cajas. Y demanda mucho.
–Tras la muerte de Kodama se generó una suerte de misterio: se esperaba un testamento que no aparecía. En esas horas, ¿ustedes ya sabían que serían los únicos herederos de la obra de Borges?
Matías: –Somos abogados.
María Victoria: –Pasó todo bastante rápido. Nos presentamos en la sucesión porque nos avisaron que estaban preguntando si María tenía herederos.
Matías: –No estábamos especulando con nada, estábamos esperando a que nos convocaran. Se hablaba en los medios, y dentro del plazo legal para presentarnos, lo hicimos.
Fernando Flores Maio: –Yo creo que ella tuvo todo planeado del modo que ocurrió. No podía desconocerlo; tuvo nueve juicios por la sucesión de Borges, y ganó todos. Sabía muy bien cómo se hace.
Mariana: –Para mí también, no creo que haya dejado esto librado al azar; era muy meticulosa, prolija con las cosas. Y estaba enferma desde hacía un tiempo, no fue algo de repente.
María Victoria: –Viuda y sin hijos desde hace más de 40 años. Pero no nos gusta hablar de esto, porque a ella no le gustaba. Lo mantuvo en reserva y nos parece respetuoso de parte nuestra que continúe de esa manera. Sobre lo que le contestó a la prensa [sobre las universidades que gestionarían el legado], entiendo que debe haber sido incómodo que le preguntaran qué iba a pasar con la obra de Borges cuando ella no estuviera.
–¿Cómo era la relación de ustedes con ella?
María Victoria: –Lo que ella no hablaba consideramos respetuoso guardarlo, no exponerlo en los medios. Pero sí era una relación basada en el respeto, en el cariño y en la admiración.
Mariana: –Tampoco nuestro papá contaba estas cosas. Eran bastante parecidos [Adhiere Martín]. Papá era una persona discreta, de perfil bajo, no salía a hablar de la hermana.
María Belén: –Nosotros mismos somos muy reservados. En eso nos parecemos bastante a ella, la comprendemos y la respetamos.
–¿Alguno recuerda haber conocido Borges?
Matías: –Conocer, lo que se dice conocer, no. Lo habremos visto, pero éramos muy chicos. [Cuando Borges murió en 1986, la mayor de ellos tenía diez años y el menor, tres].
Mariana: –Además ellos viajaban mucho. Nosotros éramos muy chicos y él era una persona seria.
–Cuando se hace público que ustedes son los herederos universales, ¿sintieron la necesidad de instruirse, el deber de leer a Borges?
Matías: –La obra la conocíamos, pero cuando nos hacemos cargo del legado empezamos a interesarnos mucho más en la lectura, en su vida, para saber qué estamos haciendo. Lucas Adur nos ha instruido en temas que desconocíamos.
María Victoria: –Nos pasa que tenemos que autorizar proyectos relacionados con su obra y tenemos que hacer una relectura de un cuento, por ejemplo; constantemente lo estamos leyendo.
–¿Cómo deben actuar ante un pedido de autorización para el uso de una obra de Borges?
María Victoria: –A través de la agencia con la que María trabajaba hacía mucho tiempo, la de Andrew Wylie, con quien hemos mantenido reuniones y videoconferencias. Ellos se encargan de la negociación y nos consultan para que aprobemos o no cada caso, porque es nuestra la última palabra. La mayoría de los pedidos son traducciones a diversos idiomas. Sobre todo basándonos en la libertad de expresión, evaluamos que no se corra o se cambie el sentido de la obra. No tuvimos hasta ahora que rechazar o desautorizar nada.
Flores Maio: –María tampoco hacía eso; no ejercía una censura cuando alguien pedía autorización, salvo que vinieran con un proyecto…
–Como El Aleph engordado…
Flores Maio: –Sí, por ejemplo. Algunas cosas eran hasta cómicas o ridículas. Pero es mentira lo que se decía, que ella era una censora, cuando aceptaba casi todo. Ahora si alguien quería presentar a Borges como un personaje que no era, se oponía lógicamente. Muy poca gente puede decir que le haya rechazado un proyecto. Ante un pedido de autorización los que tienen que intervenir son el agente literario y las editoriales involucradas (en este caso, mayormente Penguin Random House).
–Entre esta fama suya de guardiana rigurosa y la de “El Chacal”, un agente implacable, ¿qué estilo de protectores van a ser ustedes?
María Victoria: –Más que nada es el cuidado de la obra y del sentido de esta.
Matías: –Hasta ahora, no hemos visto nada que estuviera fuera de lo que el derecho le permite hacer a nadie.
–¿Se acercaron a conocerlos los funcionarios de Cultura del gobierno nacional y el de la ciudad?
María Victoria: –Ambos, durante la anterior gestión. Con [Tristán] Bauer María tenía una relación amistosa; él fue muy afectuoso con nosotros, nos reunimos, tuvo la gentileza de venir acá en la Noche de los Museos. Con el Gobierno de la Ciudad, también.
Matías: –De las autoridades actuales, conocimos al secretario de Cultura en la reinauguración del Centro Cultural Borges y tenía ganas de venir a conocer.
–La semana pasada en una entrevista con LA NACION, el empresario y coleccionista Alejandro Roemmers manifestó que él podría incorporar piezas, ejemplares, objetos que ustedes tengan para vender para su proyecto de Museo Borges, que en su momento tuvo el visto bueno del entonces presidente Alberto Fernández.
Flores Maio: –Recordarás lo que dijo María al respecto [la viuda aseguraba que se trataba de objetos hurtados de la casa materna de Borges].
Matías: –No tenemos interés en vender nada. Este es el Museo Borges.
María Victoria: –María creó el museo justamente con un montón de ediciones y objetos que pertenecieron a Jorge Luis Borges, y lo último que haríamos nosotros es venderlos, porque entonces, si no, ¿qué cosas exponemos en el museo?
–Y al revés: ¿buscan incorporar piezas al Museo Borges?
María Victoria: –Hoy no podemos comprar nada, estamos pagando cosas nada más. Las donaciones son bienvenidas, siempre que sepamos de dónde provienen las cosas. Todo lo de Borges que está acá sabemos que María lo heredó porque fue su compañera de vida.
–¿Hubo hallazgos en los inventarios de los bienes que quedaron en los inmuebles de María Kodama?
María Victoria: –Hay una medida cautelar. Contestando a la pregunta de si tenemos intención de vender: por más que la tuviéramos, no lo podríamos hacer. La medida dispuesta por la jueza donde tramita la sucesión a solicitud de cuatro ciudadanos, uno de ellos es Federico Pinedo, fue de público conocimiento. No vamos a volver sobre eso, pero continúa vigente, y aun cuando quisiéramos, no podríamos trasladar ni desprendernos de nada que tenga “valor histórico cultural”.
–¿Es decir que lo que estaba en el departamento de la calle Rodríguez Peña donde vivía Kodama sigue ahí?
María Victoria: –Ella tenía el Museo y la Fundación para albergar todo lo que tuviera que ver con Borges, con lo cual en los departamentos no había prácticamente nada de valor histórico-cultural. Se hicieron los inventarios, vinieron, vieron, buscaron.
–¿Y cómo se resuelve el caso de esa medida cautelar?
María Victoria: –Ambos gobiernos manifestaron su intención de proteger el patrimonio de Borges. Debe dictarse una ley decreto para que se declaren de valor histórico cultural bienes concretos que determinen. No depende de nosotros.
Matías: –Hasta tanto no se dicte, tenemos que pedir autorización a la jueza si, por ejemplo, quisiéramos trasladar un libro para hacer una muestra itinerante. Pero lo cierto es que ella tenía todo acá. La biblioteca personal de María y la de Borges.
–¿Y los departamentos que alquilaba en París y en Ginebra?
María Victoria: –Preferimos no hacer declaraciones sobre lo que María no habló en vida.
–Entenderán el interés que tiene el legado del mayor escritor argentino: en todos esos lugares podría haber desde objetos importantes hasta un testamento.
María Victoria: –Está todo acá. En los departamentos no encontraron nada. Lo que cada uno quiera pensar...
Martín: –Son cosas imaginarias. Seres imaginarios. No hay un Santo Grial que hay que buscar. No existe. Está todo publicado ya. No va a aparecer una revelación.
–¿Estuvieron en contacto con los sobrinos nietos del escritor que proponen repatriar los restos de Borges desde Ginebra?
Todos: –No.
–Y los restos de María Kodama, ¿van a quedar en el Memorial de Pilar?
Todos: –Sí.
–¿Fue una casualidad que terminara descansando en el mismo lugar que el padre de ustedes?
Martín: –Yo fui un día con ella al cementerio a ver a mi papá y me pidió que la esperara un ratito, que tenía que ir a hablar algo a la oficina. Capaz que su deseo era estar ahí con él. Tengo ese pensamiento.
–Fue misterioso el desenlace y sigue un poco el misterio...
María Victoria: –Se hereda todo.
Matías: –Te hago una pregunta: ¿leer a Borges es sencillo? Esto es lo mismo.
Para agendar
Homenaje en la Feria del Libro. Este domingo, a las 16, el grupo editorial Penguin Random House organiza un homenaje a María Kodama, del que participarán Claudia Farías Gómez, Fernando Flores Maio, Lucas Adur, Victoria Kodama y Nacha Guevara. En la Sala Tulio Halperín Dongui de La Rural.
Visitas. La Fundación Internacional Jorge Luis Borges se puede visitar los lunes y los jueves, de 9 a 16. Para visitas guiadas al museo, recorridos para escuelas y consultas de académicos, hay que concertar cita previa. Actualmente, están abiertos los concursos de poesía Haiku y de cuentos, para alumnos de escuelas. Más información en https://fundacionborges.com.ar
Conferencia. Daniel Balderston presentará “La fase oral de Borges: conferencias, cursos y cuadernos (1949- 1955)”. El estudioso conversará con Lucas Adur y Mariela Blanco sobre el proyecto de reconstruir el itinerario de Borges como conferencista, después de que perdiera su pánico a hablar en público y antes de la ceguera. El 8 de mayo, a las 18, en el Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín.
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