Guy de Maupassant: el escritor que inspiró a Chéjov, Buñuel y Godard
Hace ciento setenta años, en un castillo de Normandía, en Francia, nacía el escritor Guy de Maupassant (1850-1893). Si bien en su corta vida publicó seis novelas (entre ellas la polémicaBel-Ami, donde ofrece una visión de los hombres de prensa como arribistas y calculadores), obras de teatro y libros de viajes, su nombre trascendió como el del artífice de más de doscientos cuentos, algunos inolvidables. "Bola de Sebo", "El collar", "La casa Tellier" y el escalofriante "El Horla", que aparece en toda antología del relato de horror que se precie, son obras maestras del género e inspiraron no solo a otros escritores, como Anton Chéjov o Émile Zola, sino también a teóricos de la literatura, artistas y cineastas.
"Hijo" del periodismo moderno para algunos, discípulo díscolo de Gustave Flaubert para otros, y cronista de las hipocresías pequeñoburguesas, Maupassant adquirió notoriedad en París a partir de 1880, luego de la publicación de "Bola de Sebo", que narra el comportamiento de un grupo de viajeros en un carruaje que va de Ruan a Dieppe. Este célebre relato, que Jorge Luis Borges calificó de memorable, está ambientado en una Francia ocupada por el ejército prusiano. A partir de ese año y hasta su prematura muerte a causa de la sífilis, escribió sus mejores relatos, que se fueron tiñendo de una visión más sombría sobre la humanidad y la existencia.
Para su Pierre y Jean, de 1888, escribió un prólogo, "La novela", donde sentó las bases de lo que entendía como realismo literario. "El novelista que pretende darnos una imagen exacta de la vida debe evitar cuidadosamente cualquier encadenamiento de hechos que pudiera parecer excepcional -se lee en ese texto introductorio-. Su finalidad no estriba en contarnos una historia, divertirnos o entristecernos, sino en forzarnos a pensar, a comprender el sentido profundo y oculto de los sucesos". Esa novela fue llevada varias veces al cine, incluso por Luis Buñuel en su "periodo mexicano", con el título de Una mujer sin amor. El director español evaluó el film como uno de los peores que había hecho en su vida.
Tras la emoción de lo real
"Siempre he profesado, por mi parte, que Maupassant es víctima en Francia de una injusticia, porque se está lejos de otorgarle hoy el puesto que debería corresponderle y que los extranjeros, sobre todo en Europa central y oriental, no le regatean -se lee en una carta de Georges Simenon, fechada en 1938-. Maupassant, a mis ojos, se acerca lo máximo posible al artista puro, un poco al modo de Van Gogh, con quien le he encontrado afinidades". En vida de Maupassant, su escritura vivaz, y que perseguía "la emoción de la simple realidad", había sido homologada a los métodos de los pintores impresionistas."Me parece el escritor más sincero y más directo, el más inspirado, si puedo decirlo así, de todos los franceses", concluía Simenon.
Sin embargo, durante la agitada década de 1970, su obra fue juzgada como trivial o, en el mejor de los casos, escolar. En la época en que defendía una literatura del artificio, Roland Barthes sostuvo que Maupassant carecía de estilo. No fue el único, pero ¿quién no se equivoca de vez en cuando? Años después, le dedicó unas páginas laudatorias. En cambio, el teórico estructuralista A. J. Greimas, en La semiótica del texto, desarrolló un estudio minucioso del cuento "Dos amigos", relato de guerra protagonizado por dos jóvenes en el que se revela una parábola evangélica. Ya en su atípica biografía Maupassant y "el otro", Alberto Savinio (que afirmaba que los cuentos de este escritor corrían en vez de avanzar en forma pausada hacia el final) lo había encumbrado a la inmortalidad de "los hombres ligeros". Una obra como la suya puede ser leída desde varias perspectivas.
"Nacido en el castillo de Miromesnil y en la misma fecha que en Francia se está cuajando el realismo, el joven Maupassant afiló su estilo cada domingo en casa de un íntimo amigo de su madre: un tal Gustave Flaubert-dice Walter Romero, doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires y catedrático de literatura francesa-. Una leyenda negra indica que Maupassant podría ser hijo de Flaubert; si la filiación biológica no es tal, la estética es indudable: sin el realismo de Flaubert no existiría el naturalismo pesimista de Maupassant". El autor de Madame Bovary intercambió más de doscientas cartas con Maupassant (de las que se conservan 91), y este escribió dos ensayos sobre la obra del maestro. Cuando Flaubert murió, el novelista ruso Iván Turguéniev recibió una misiva de Maupassant. "Los días en los que uno se siente feliz no te recompensan por días como este", había escrito.
Para Romero, que ha prologado una edición bilingüe de Cuentos escogidos de Maupassant para Dedalus Editores, en la obra de este autor se pueden definir tres ejes. "Las narraciones descarnadas sobre la guerra franco-prusiana de 1870, como 'Bola de Sebo' y 'La cama 29'; las historias de deceptivas ambientadas sin embargo en los dulces márgenes del Sena, como 'Primavera' y 'Mosca. Recuerdos de un remero', y los relatos fantásticos que, en la senda de Edgar Allan Poe, indagan en alucinaciones y espectros, como pasa en 'El Horla' y '¿Loco?', y que en verdad acosaron al propio autor a causa de una implacable enfermedad nerviosa". Según Romero, que es además presidente de la Asociación Argentina de Literatura Francesa y Francófona, "ninguna antología o decálogo para cuentistas soslaya los aportes de Maupassant como conteur y sus experimentaciones, acaso más provocadoras, en la novela corta".
Un punk armónico
Grandes directores cinematográficos adaptaron relatos del escritor francés. El esquema narrativo de "Bola de Sebo" aparece en el western La diligencia, de John Ford; Jean Renoir hizo un homenaje doble (al escritor y a su padre, el pintor Pierre-Auguste Renoir) en el mediometraje Un día en el campo; Max Ophuls traspuso y condensó escenas de relatos maupassantianos en El placer y Arturo Ripstein se basó en el cuento "El puerto" para filmar su melodrama La mujer del puerto. En Masculino-Femenino, Jean-Luc Godard retomó episodios de dos relatos que abordan las paradójicas relaciones sentimentales entre hombres y mujeres: "La mujer de Paul" y "La señal"; para sorpresa de muchos, un joven youtuber halló en 2017 un cortometraje que Godard había filmado sobre este último cuento a los veinticuatro años. Una femme coquette se puede ver en este enlace. En 2012, Nick Ormerod y Declan Donnellan volvieron a versionar la clásica novela Bel-Ami, con Robert Pattinson como Georges Duroy.
"Lo cierto es que el único libro que tengo de Maupassant lo robé en una librería -confiesa Santiago Craig, autor de Las tormentas, título con el que compitió por el premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en 2018-. Era joven, fue hace años y asumo que ya prescribió. Era una edición horrible. Lo leí en una tarde, en una plaza; leer sus cuentos era como escuchar un disco. Temas cortos, suficientes, que te pegaban y te dejaban un poco con ganas de agarrar una guitarra y rasgar acordes. Se metía con todo, mostraba y dejaba en evidencia las miserias, la importancia de un rasgo, un gesto mínimo y, aunque genial, lograba ser mundano, estar cerca. Hacía creer que cualquier asunto merecía ser contado. Leer sus cuentos en la juventud puede ser como escuchar a la banda justa, en el momento justo. Maupassant es un punk con armonía. Su escritura avanza rompiendo despacio, horadando".
Maestro de las formas breves, el escritor francés sigue motivando a los amantes de la literatura a enriquecer la tradición del cuento. "Sea lo que sea lo que queramos decir, existe una sola palabra para expresarlo, un verbo para animarlo y un adjetivo para calificarlo", recomienda todavía desde el más allá.