Guionistas, las nuevas estrellas de Hollywood
Se hicieron visibles para el público durante la prolongada huelga que protagonizaron el año pasado y que paralizó a la industria fílmica de Estados Unidos. Creativos, políticamente incorrectos, renuevan la ficción cinematográfica y televisiva
No salen en las fotos, pero brillan como estrellas: son los escritores que ponen en marcha la maquinaria de Hollywood. Un mundo que se hizo visible con la huelga de 2008, cuando unos doce mil guionistas se plantaron para renegociar contratos y provocaron un parate pocas veces visto en series, películas y talk shows . Por esa medida, la industria del entretenimiento de Estados Unidos tuvo pérdidas de casi 900 millones de dólares en poco más de tres meses. Así, los escritores mostraron que existen, que son parte vital del mecanismo de creación de éxitos cinematográficos y televisivos. Y dejaron una profunda huella en el debate sobre quién es el "dueño" de una historia. ¿El guionista? ¿O el director? Por este asunto, los mexicanos Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga quebraron la alianza que generó Amores perros , 21 gramos y Babel . Arriaga, el guionista, protestó por el presunto manoseo que González Iñárritu hacía de la historia de Babel . El realizador le contestó que el cine es "un arte de profunda colaboración". Pero cada uno siguió su camino.
El éxito masivo de las series estadounidenses -de Sex and the City a Lost- podría deberse al cada día más importante reconocimiento que obtienen los guionistas, convertidos en figuras cuyos pasos siguen los productores y los espectadores por igual. Tres guionistas lideran la nueva revalorización del escritor hollywoodense: Alan Ball y Diablo Cody, que alternan entre la televisión y el cine, y Charlie Kaufman, que dirige por primera vez en el film Sinécdoque, Nueva York y prueba cuánto de él había en las historias que antes dirigieron Spike Jonze y Michel Gondry.
Kaufman debutó como guionista de cine en 1999 con ¿Quieres ser John Malkovich? , dirigida por Jonze. Venía de la televisión, de The Dana Carvey Show . En el film creó un paisaje imaginativo único: un marionetista encuentra una dimensión secreta (el piso siete y medio de un edificio) por donde accede a la cabeza del actor John Malkovich. Allí, maneja la voluntad del actor y lo obliga a vivir la vida que él no pudo tener. Kaufman ignora la linealidad en sus historias y su desenfreno convirtió algunos de sus trabajos en historias "de culto", entre ellas, Naturaleza humana , Confesiones de una mente peligrosa , El ladrón de orquídeas y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos . Sinécdoque, Nueva York se estrenará este año en la Argentina.
Pese a contar con socios afines, como Gondry y Jonze, con una escritura forjada en la realización de videoclips y el lenguaje fragmentado de lo que se llama "generación MTV", Kaufman ha sido tajante al hablar del rol del guionista: "La única persona completamente creadora de la película es el escritor. El director interpreta el material. Los actores interpretan el material. Todos interpretan el guión". En él, ese sello creativo se asienta en un puñado de obsesiones: los demonios que acosan al autor, los límites de la ficción y el juego de personajes que se interpretan a sí mismos. La ficción se mezcla con la realidad, el acto representativo es puesto a prueba y cuestionado. Mucho de eso hay en el pirandelliano Kaufman.
El sujeto, sin embargo, es el eje. Sus personajes suelen ser solitarios, seres que se pierden para buscarse. Esas cuestiones matizan una obra que puede parecer pretenciosa. Aficionado al juego de matrioshkas, en El ladrón de orquídeas (dirigida por Jonze), Kaufman se creó a sí mismo como personaje. Y se construyó un gemelo: Donald. Guionistas ambos, reflexionaban sobre el proceso de creación mientras Charlie discutía con RobertMckee, famoso por sus seminarios de guión con fórmulas empaquetadas. En un intento por parecer cool , la Academia nominó para el Oscar al mejor guión adaptado a Kaufman y al ficticio Donald. No ganaron, pero su ficción logró lo que buscaba Kaufman, es decir, cruzar los límites.
El Oscar le llegaría en 2004, por Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (con Gondry detrás de la cámara), donde el aliento poético dibujaba el proceso del olvido (o del recuerdo) en esa historia en que Joel y Clementine rompían y rearmaban la memoria de una vida juntos. Tras ese sueño brillante, era cuestión de tiempo que Kaufman se lanzara a la dirección. Y así llegó Sinécdoque, Nueva York . El film iba a ser dirigido por Jonze, pero Kaufman se hizo cargo. Allí crea a un director de teatro, Caden Cotard, encarnado por Philip Seymour Hoffman. Un accidente doméstico le provoca un estado enfermizo y su cuerpo deja de responderle. Con temor a la muerte, encara un proyecto: recrear la ciudad de Nueva York en un galpón. Y espera encontrar el eje de su obra en el camino de sus últimos días. Cotard contrata a un actor para que lo represente. Y toda su vida se repite en múltiples niveles.
En 1999, cuando Kaufman se lucía con ¿Quieres ser?? , Alan Ball acaparaba miradas al ganar un Oscar por el guión de Belleza americana . También había pasado por la TV (la serie Cibyll , en los años 90), pero el que llamó la atención fue el film. Su consolidación vino con Six Feet Under . La serie puso la lupa sobre la funeraria de la familia Fisher y las vidas de sus integrantes, hasta dejarlos en carne viva. David, Nathaniel y Claire eran tres hermanos que tras la muerte del padre giraban como trompos hasta encontrar su rumbo. La vida les dolía y lo mostraban. En Six Feet Under quedó claro que el punto más fuerte de Ball era la construcción de personajes. No es fácil despegarse de éxitos así. Todo lo que viniera después sería comparado con esa experiencia más cercana a la literatura que a la TV.
En sus dos últimos trabajos, Ball apostó por dejar su impronta en adaptaciones de libros. En cine, debutó como director en 2007 con Towelhead , basada en la novela homónima de Alicia Erian. La protagonista era una "lolita", como en Belleza americana . Jazira, una adolescente de ascendencia libanesa, se instala en Texas, en la casa de su padre. La joven termina como niñera en lo de una familia vecina. Allí encuentra las revistas Playboy del hombre de la casa. Como en Belleza americana , un hombre mayor se fascina con la sexualidad a flor de piel de una niña. Y Jazira queda encerrada entre silencios, prejuicios y su propio cuerpo, al que no sabe cómo explorar.
Con la serie True Blood (la segunda temporada comienza aquí el 19 de este mes por HBO), explora las incongruencias de una sociedad intolerante, que proyecta un miedo ancestral sobre los extraños pero que es ciega para ver sus propios errores. Y es el mismo Ball el que enfrenta sus prejuicios, al meterse con una historia de vampiros, inspirada en el best seller Southern vampire , de Charlaine Harris. En un mundo donde éstos calman su hambre con sangre sintética de manufactura nipona, hace foco en la relación entre Sookie (mortal) y Bill (vampiro), con una serie de crímenes de fondo.
Para contar sus obsesiones, Ball elige un barrio suburbano, una funeraria, un pueblo en el sur de Estados Unidos. Los personajes llaman la atención de su entorno: la funeraria de los Fisher en Los Angeles; una joven con sangre libanesa en Texas; vampiros, en el sur de Estados Unidos. Desde esos cruces, habla de discriminación, de muerte, de sexo, de amor y de un miedo irracional al cuerpo. Aunque los personajes de True Blood no alcanzan la intensidad dramática de los Fisher en Six Feet Under , el eje se mantiene. Como en Towelhead , la idea es hablar del racismo, el miedo y las incoherencias. Aquí, a través de minorías extremas: Sookie lee la mente, su jefe se convierte en perro y, por supuesto, están los vampiros. La imaginación de Ball subraya las contradicciones sociales y hunde su mirada en la interaccción social del ser humano.
De una generación distinta, Diablo Cody llegó al guión desde su blog y recorrió un camino inverso a los de Kaufman y Ball. Sus primeros pasos están en el cine, donde debutó con La joven vida de Juno , por la que ganó el Oscar al mejor guión en el 2008, en una terna compartida con otras dos mujeres: Nancy Oliver (colaboradora de Alan Ball) y Tamara Jenkins. Una de las patas fuertes en Juno es la solidez y simplicidad de la historia: una adolescente, Juno, queda embarazada y decide dar en adopción a su bebé. Hay cierto tono muy característico en la obra de Cody: la fluidez en los diálogos y la autenticidad de los personajes, que se mueven con naturalidad.
Tal vez el ritmo ágil esté alimentado por su formación en Internet. Pero, en ella, rapidez no es sinónimo de liviandad. Más allá de su pasado como stripper , de su trayectoria de blogger con suerte y su estilo de cuidada desprolijidad (con Juno , primero y con la serie United States of Tara , ahora), Cody muestra que lo suyo es algo más que un golpe de efecto.
United States of Tara tenía todo para ser un éxito de la cadena Showtime: producción de Steven Spielberg, un elenco fuerte, con Toni Collette como protagonista y, por supuesto, Cody como autora del guión. La serie, que aún no tiene fecha de estreno en la Argentina, cuenta la historia de Tara, una mujer con múltiples personalidades que, a base de pastillas, consigue mantener "dormidos" a sus álter egos. Madre de dos adolescentes, un día Tara decide dejar el medicamento y lidiar con lo que venga. Su familia la apoya y comienza una convivencia con sus otros yo: T, una adolescente obsesionada por el sexo; Alice, una cocinera del estilo Betty Crocker pero en la época equivocado y Buck, un machote homofóbico que le canta loas a la guerra de Vietnam y la cerveza. Según el tipo de problemas que deba enfrentar, Tara da paso a cada uno de ellos.
Cody aporta frescura y calidad. Lo que era una promesa en Juno , empieza a cumplirse. Si bien no es lo mismo persona que personaje, en el caso de sus criaturas, el límite se borronea y cada personaje adquiere ilusión de realidad. Ella se corre y les da voz propia. Aquí se diferencia de las creaciones de Ball, en las que el autor filtra su voz a través de cada diálogo. Sin embargo, Cody, como él, avanza sobre temas sociales: la familia, la homosexualidad, el prejuicio. Y agrega el aborto y la adopción desde lugares no fosilizados, como en Juno . En breve, verá la luz su nuevo guión para el cine: Jennifer´s Body (con un afiche muy similar al de True Blood ), sobre una porrista endemoniada que asesina a sus compañeros de clase.
Kaufman, Ball y Cody se consolidaron como autores con un punto de vista propio. Pero es verdad que, más allá de la gran calidad de sus creaciones, conjugan la ecuación perfecta: un público que los acepta, una crítica que los respeta y buenas recaudaciones. Sobre todo esto último. Raymond Chandler, en 1944, se internaba en el mundo de los guionistas y señalaba que la única manera de hacer respetar su trabajo era convirtiéndose en parte de la maquinaria cinematográfica y abandonando su lugar como artistas creativos. "Esto no servirá de nada al arte del guión y en realidad dañará a los escritores que por temperamento no estén preparados para el espectáculo", decía el creador de Phillip Marlowe. La transformación está en proceso. Habrá que ver si la realidad es capaz de desmentir al escritor que sufrió en carne propia los caprichos de Hollywood.
© LA NACION
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