El discurso provocador de Guillermo Saccomanno en la inauguración de la Feria del Libro
El discurso del escritor mechó política con literatura y gestión cultural, sin dejar ninguna crítica en el tintero
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Con un discurso duro y provocador, Guillermo Saccomanno se presentó anoche ante los invitados a la inauguración oficial de la Feria del Libro de Buenos Aires como el primer orador que cobró honorarios para participar del acto. Así, el autor se puso al frente de uno de los reclamos más urgentes de los últimos tiempos en el sector de la cultura: cobrar por el trabajo intelectual.
Con sus palabras, el escritor eligió “ahondar en la tensión” y referirse a los actuales problemas de la industria editorial: “Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria y no de la cultura”, afirmó y agregó en uno de los primeros momentos de su ponencia.
Apenas tomó el micrófono, Saccomanno advirtió: “A algunos no les va a gustar”. Con humor e ironía, arremetió contra todos. “Asumo el riesgo de ser malentendido y juzgado como aguafiestas”, agregó.
Se refirió al 10% del valor comercial de un libro que es la menor porción de esa torta que se reparte para el autor y eso trajo a cuento el tema de la revalorización del trabajo, a tono con la presentación de un “tarifario” que la Unión de Escritores y Escritoras presentó esta semana en las Jornadas Profesionales. Al referirse a la relación “despareja” entre autores y editores, aseguró: “El editor es propietario de un banco de sangre compuesto por un arsenal de títulos publicados siempre en condiciones desfavorables para quienes terminan donando prácticamente su obra”.
Al lanzar otra crítica, el autor de Cámara Gesell remarcó: “La Feria siempre me generó tensión. Y no sólo porque uno se se topa con un injuriante pabellón Martínez de Hoz, que homenajea al esclavista y saqueador de tierras indígenas, antepasado del tristemente célebre economista de la última dictadura”.
También sostuvo que a esta Feria le “queda claro, le importan más los libros que más se venden, que, como es sabido, suelen ser complacientes con la visión quietista del poder. Conviene quizá que lo aclare: la literatura que me interesa, trátese de ensayo, poesía, narrativa, ilumina, perturba, incomoda y subvierte”.
“Un oficio terrestre” se titula el discurso de “alto voltaje”, ironía y -por supuesto- referencias literarias, que puede leerse completo a continuación.