Grondona: "Nuestro principal peligro es el antikirchnerismo"
El periodista analiza el presente e insiste en la necesidad de volver al bipartidismo
"Si yo pudiera redactar una constitución ideal, pondría: artículo primero, la gente se cansa." El periodista y académico Mariano Grondona rescata las lecciones que deja la historia. Entiende que el país debe aprender de su propia experiencia y que luego de los dos períodos presidenciales y hegemónicos del matrimonio Kirchner, en los que el diálogo estuvo ausente, se presenta un escenario ideal para "animarse a convocar" a un acuerdo político de fondo, que siente las bases para alcanzar el postergado desarrollo.
"Hay que ir hacia un sistema bipartidista, que implica acuerdos en los grandes principios y competencia para que ver a quién le toca gobernar. Dos partidos que no sean cómplices ni se protejan, pero que tampoco sean enemigos. Que sean competidores", resumió el académico de Periodismo, que acaba de publicar El poskirchnerismo, un ensayo sobre la política de las nuevas generaciones y los tiempos que se vienen.
En una entrevista con LA NACION, Grondona explicó que, en la Argentina, hubo dos momentos en que un solo hombre monopolizó la vida política: Rosas y Perón. Pero hubo una gran distancia entre ambas experiencias. "Después de Rosas, sus opositores se juntaron e imaginaron otro país. Luego de Perón, en cambio, hubo más antiperonismo que posperonismo, porque no pensaron en el país", dijo.
"El tercer hombre es Néstor Kirchner y cuando llegue el tiempo de su declinación nuestro principal peligro será el antikirchnerismo", advirtió Grondona.
–¿Por qué identifica a Kirchner con Rosas y con Perón?
–Tras la caída de Rosas, surgieron Las Bases, de Alberdi, y la Constitución de 1853/60. Y fue un éxito espectacular, que duró casi 80 años, por más que ahora se lo quiera denostar. El antiperonismo, en cambio, fue la concentración de animadversión que producía Perón. Se hizo un país antiperonista, no un país transperonista. Rosas no pudo volver, porque había otro proyecto. Perón pudo volver 18 años después. Cuando llegue la declinación de Kirchner, el tercer hombre fuerte, nuestro principal peligro es el antikirchnerismo, porque volveríamos a caer en la cortedad de miras del antiperonismo.
–¿No hubo otras figuras hegemónicas en la historia argentina?
–Alfonsín y Menem fueron caudillos populares con mucho arrastre. Pero ninguno de ellos pretendió un monopolio político no republicano. Rosas, Perón y Kirchner tienen en común una política hegemónica muy fuerte, que provocó la unanimidad de la oposición.
–¿No es la repetición del escenario que el país vivió con Menem y la Alianza?
–Eso es lo que habría que evitar. La Alianza se creó para derrotar a Menem. Y lo derrotó. Pero no se trata de derrotar a Kirchner. Se trata de trascenderlo, hacer algo diferente. Tenemos que inspirarnos en el Acuerdo de San Nicolás, porque ahí estuvieron todos. También es fundamental que quien convoque a un gran acuerdo no deje escapar una intención de perduración ilimitada.
–¿A quién le correspondería hacer la convocatoria?
–Es una dificultad grande. Cuando Urquiza convocó al Acuerdo de San Nicolás acababa de derrotar a Rosas en Caseros y estaba en la posición ideal para convocar. Hoy el problema de Kirchner es que se niega a dialogar. Pero todos los demás, no.
–¿Cuáles son las características del período kirchnerista?
–La característica principal es la visión ilimitada del poder. Ellos quieren todo el poder, todo el tiempo. Se parecen a Chávez, a Correa y a Morales. En la etapa fundacional del Acuerdo de San Nicolás, nadie pretendió la reelección inmediata. La no reelección está en la base del sistema. El poder no es para siempre. Chávez convirtió la democracia republicana en una democracia plebiscitaria, y nosotros hicimos la reelección indefinida vía conyugal.
–Pero Kirchner no fue reelegido…
–En 2007 hubo una reelección, en cabeza de la señora. Es un sistema potencialmente infinito y no lo podemos aceptar. La república tiene plazos. Fernando Henrique Cardoso dijo una vez en Brasil: "Tres períodos es monarquía". Lo de los Kirchner es esencialmente antirrepublicano. Como es un matrimonio, está pensado para que dure indefinidamente.
–Frente a estos gobiernos de gran concentración de poder, ¿hay espacio para una oposición fuerte?
–La oposición en la Argentina carece de un jefe, está dispersa. El sistema bipartidario es como un ballet. Los ingleses lo saben muy bien. Cuando uno sube, hay un encanto, pero con el tiempo, el desgaste es inevitable. Si yo hiciera una constitución pondría: artículo primero, la gente se cansa. Cuando Margaret Thatcher estaba en la gloria, la oposición laborista era lamentable. Cuando ella se empieza a desgastar, aparece Tony Blair. El encanto se muda. Es un sistema ideal: los partidos comulgan en principios comunes, pero no tanto que les impida competir, porque si no viene la complicidad, como pasó en Venezuela. Los partidos no pueden ser ni compinches ni enemigos: son competidores. Cuando se desencantan con un gobierno, ya el otro partido ha generado otro encanto.
–¿Las próximas elecciones están planteadas como un plebiscito?
–Kirchner las vive con espíritu de plebiscito. Y es una lástima. Usa la democracia representativa como si fuera un sistema plebiscitario.
–¿El Gobierno está condicionado al resultado electoral?
–Si el Gobierno pierde el control del Congreso, lo que es incompatible con la nueva situación es su estilo, que es congruente con una mayoría parlamentaria. El desafío es cómo se hace para gobernar así con una minoría parlamentaria, a menos que se cambie de estilo. Es más fácil cambiar de ideología que de carácter.
–¿Cristina Kirchner le cedió el protagonismo a su marido?
–El poder lo tiene él. Siempre lo tuvo. Ella es funcional. Siempre se pensó que Cristina podía traer un cambio en dirección de la república. Ella no le hace ningún favor al feminismo porque, pese a su modo, es una mujer totalmente sometida. Es un caso de machismo con una mujer que pretende ser feminista. La incógnita es cuál de los dos será el candidato a presidente en 2011. Y, como dice Cardoso, tres períodos es monarquía.
Las señales autoritarias de Chávez
- Mariano Grondona criticó el acercamiento del gobierno argentino con Chávez. "La Argentina fue siempre un país abierto al mundo y no con una alianza privilegiada, como la que hay con Venezuela. El problema de Chávez es que no es solamente autoritario. Da señales de ser totalitario. Hay una frontera importante. El autoritario concentra y quiere el poder. El totalitario quiere el poder y que la gente se convenza de que está bien que lo quiera. Además, Chávez no es socialista. Es estatista porque quiere todo el poder económico y político. A eso se suma la persecución de los opositores."
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