La mujer alza sus brazos en dirección al hombre que asoma por la ventana. Ambos sonríen. Ella parece ignorar la red que él acaba de lanzar sobre su cabeza.
Esa inquietante imagen es uno de los fotomontajes que Grete Stern realizó a mediados del siglo pasado para la revista Idilio, y que exhibe ahora la galería Jorge Mara-La Ruche. Ilustraron durante casi tres años la sección El psicoanálisis le ayudará, destinada a la interpretación de los sueños de las lectoras –en su mayoría, pesadillas que reflejaban aislamiento, angustia y desorientación– por parte del sociólogo Gino Germani y el psicólogo Enrique Butelman.
Más inquietante aún por el evidente contraste con el texto, firmado con el pseudónimo Richard Rest: "Ella se ve en el sueño, bailando frente a la casa de la adolescencia […] Toda la escena parece significar: ‘Debes volver a tus años de juventud, y puedes lograrlo solo a través del llamado de tu amigo, a quien amas’".
La serie Sueños es "la primera obra fotográfica –y la más importante hasta hoy– radicalmente crítica de la opresión y manipulación que sufría la mujer en la sociedad argentina de la época, y de la humillante consecuencia del sometimiento consentido", escribe el experto Luis Priamo en un libro que publicará el año próximo la editorial Steidl sobre la inmigrante alemana, que a comienzos de la década de 1930 ya había hecho trabajos similares con su amiga Ellen Auerbach, en Berlín.
Ella tenía sus propias pesadillas: su padre murió cuando tenía seis años, su madre se suicidó en 1933 y su hijo, a los 25. Había llegado a la Argentina con su marido, el fotógrafo Horacio Coppola, en 1935. Ese año hicieron la primera muestra de fotografía moderna en el país, en la sede de la revista Sur. Se separaron en 1943, poco más de una década después de haberse conocido en la Bauhaus.
La casa familiar de Ramos Mejía, donde alojó en 1945 la exposición Movimiento de Arte Concreto Invención, se convirtió en centro de reuniones de intelectuales y artistas, a quienes retrató. También dirigió durante décadas el taller de fotografía del Museo Nacional de Bellas Artes, registró el paisaje porteño, viajó por el país y realizó un ensayo pionero sobre la precaria situación de los aborígenes del Chaco. Por un problema en la vista abandonó la fotografía en 1985, tres décadas antes de que el MoMA le dedicara una retrospectiva que incluyó sus Sueños.
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