Gorriarena, entre el color y el poder
Una muestra reúne 35 pinturas que el artista argentino fallecido en 2007 realizó durante sus últimos años
Una vez, Carlos Gorriarena y su amigo Raúl Santana estaban en el Tigre. Era de noche y pasó una lancha que dejó una estela blanca en el agua. "Mirá ese blanco -le dijo el artista a su amigo-, apretás el pomo y sale así."
La anécdota que ayer recordó Santana en medio de la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, a pocas horas de la inauguración de una gran exposición de las obras de los últimos años de Gorriarena -que abre hoy, a las 19-, advierte sobre la fructífera tensión entre arte y realidad que caracterizó al artista, quien falleció hace dos años y medio.
"El pintor trabaja desde el centro mismo de los acontecimientos personales y circundantes. Lo que hago puede tener un carácter social. Sin embargo, creo que la pintura no incide en las situaciones de tipo social o político." En palabras, Gorriarena señala lo que sus obras siempre manifestaron: la decisión de retratar los efectos del poder y de la frivolidad, entre otros temas, en negociación permanente con los elementos del lenguaje plástico, como el color, el plano, la perspectiva, la línea.
Santana, curador de esta destacada exposición que reúne 35 obras -la mayoría nunca antes vista en la ciudad de Buenos Aires-, indicó al recorrer la muestra con LA NACION que las obras de los últimos años del artista se caracterizan por la apertura hacia el espacio y la aparición del paisaje, como ya se ve en Querida, nuestro siglo se acaba , de 1999.
Es la primera vez que las pinturas de Gorriarena se exhiben en el Centro Cultural Recoleta, que propuso a la viuda del artista, Sylvia Vesco, y a Santana, realizar una exposición. Así fue como el crítico de arte sugirió mostrar los trabajos de los últimos años del artista. De hecho, el título de la muestra es "Gorriarena siglo XXI".
El artista argentino falleció el 16 de enero de 2007 y, hasta un mes antes, trabajó en su última obra, que está en esta exposición y que no llegó a terminar. Una pintura de gran tamaño (que se ve en la foto que ilustra esta nota) y que tiene como motivo una orquesta de tango. Al saber que a pesar de su estado de salud hasta último momento se mantuvo activo, vienen a la mente las propias palabras de Gorriarena, cuando expresó: "Pinto porque lo necesito, porque no podría hacer otra cosa".
Cuenta Vesco, quien vivió con Gorriarena los últimos 25 años de su vida, que era "exacerbado, como sus cuadros, malhumorado, generoso, pleno". Un hombre que desplegaba su sentido ético tanto en su trabajo artístico como en su vida cotidiana.
El artista había nacido en Buenos Aires en 1925. En la década del 40 asistió a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tuvo como maestros a dos de los más importantes artistas argentinos: Antonio Berni y Lucio Fontana. Luego asistió al taller de Demetrio Urruchúa.
Entre otras distinciones, en 1984 obtuvo el Primer Premio del Salón Manuel Belgrano y, al año siguiente, el museo Sívori le dedicó una muestra retrospectiva. Dos años después obtendría el Gran Premio de Honor del Salón Nacional. Le seguiría en 1990 el primer premio del galardón Trabucco de la Academia Nacional de Bellas Artes. Entre sus múltiples exposiciones se destaca la muestra antológica que en 2001 organizó el Museo Nacional de Bellas Artes.
La crítica y el futuro
Mientras que de los años 70 se recuerdan sus obras de contenido político crítico hacia las últimas dictaduras argentinas, en los trabajos del siglo XXI pareciera que poco queda de estas preocupaciones. Sin embargo, como entonces desenmascaraba la violencia, luego continuó haciéndolo respecto de otras cuestiones sociales como la frivolidad y los efectos del poder. Sobre esto último es elocuente la obra Sombras, que recuerda la imagen fotográfica que quedó como un símbolo del Pacto de Olivos.
En las obras de los últimos años también aparece la inquietud y el enigma respecto del futuro. La pintura Persona del siglo que se va (1999) está cargada de una "atroz melancolía", como señala Santana en el catálogo de la muestra. Y varios interrogantes sobre imágenes del pasado, del presente y del futuro abre al espectador la obra La niebla detrás del río y de los árboles (2006). Un título por demás poético. Gorriarena era un gran lector y entre sus amigos estaban los poetas argentinos José Luis Mangieri, Juan Gelman y el novelista Andrés Rivera.
Una vez más aparecen en estas obras como denominador común la potencia del personal uso de los recursos plásticos, los mismos que le permiten expresar cierta inestabilidad de la existencia, que es parte de su poética. Allí están las sombras que no coinciden con la imagen de las figuras que reflejan; las perspectivas que rompen con el equilibrio renacentista; la conjunción de planos en una misma obra, que desestabilizan. Y los colores que inquietan la mirada con intensos planos de azul, naranja, rojo, violeta, amarillo, negro, blanco.
Así, Gorriarena supo erigirse en un artista que al hablar de la pintura habló del mundo y por eso todos encuentran en sus obras algo que profundamente conmueve.
Claves
- Visitas guiadas . El próximo domingo, a las 17, habrá una visita guiada por la muestra a cargo de los discípulos de Gorriarena Germán Gargano, Susana Saravia, Jorge González Perrin y Mariano Sapia. El 23 de agosto, a la misma hora, la visita guiada estará a cargo del curador.
- Charla en el Cedip . El viernes 7 de agosto, a las 19, habrá una charla en el marco de la muestra con la historiadora del arte Diana Wechsler, el artista Daniel Santoro y el curador de la muestra. Será en el Centro del Documentación del Recoleta.
- Un honor hasta el 23 de agosto . "Nos sentimos honrados", dijo a La Nacion con alegría Claudio Massetti, director del Centro Cultural Recoleta, sobre la muestra de Gorriarena. La exhibición estará abierta hasta el 23 del próximo mes. La dirección del Centro Cultural Recoleta es Junín 1930.