Gianni Vattimo y el papa Francisco
La presencia en la Argentina del filósofo turinés Gianni Vattimo (se quedará hasta el 12 de abril dictando conferencias y participando en diversas charlas) promete reavivar el debate -entusiasta y esperanzado, al menos por el momento- sobre el futuro de la Iglesia bajo el flamante mandato del papa Francisco. Vattimo ha venido a hablar de filosofía y de política, pero su propia profesión de fe y el amplio trabajo de reflexión que ha desarrollado sobre el cristianismo, a partir de la obra de Nietzsche primero y aplicando luego las categorías del "pensamiento débil" (corriente filosófica que él mismo ayudó a cincelar), lo convierten en una estimulante fuente de consulta sobre las novedades ocurridas en Roma. De hecho, en sus recientes declaraciones a la prensa argentina e internacional, el filósofo italiano proyectó el futuro que aguarda al papa argentino.
Cristiano católico, de izquierda, y maoísta en su juventud, defensor de los derechos civiles de las minorías sexuales, Vattimo destaca que el cristianismo descansa sobre el trípode que integran doctrina, tradición y eurocentrismo. Pero la tradición (muchas veces más penetrante que la doctrina en las masas de creyentes) suele entrar en pugna con las demandas de la modernidad, y el eurocentrismo se ve cada vez más presionado por los distintos efectos de la mundialización. Sin embargo, de las declaraciones de Vattimo se infiere que Francisco reúne las condiciones necesarias para mantener las fuerzas en equilibrio: por un lado, sus palabras y actos lo muestran proclive a revalorizar el núcleo humanístico del primer cristianismo y soslayar los aspectos más conflictivos de lo que fue cristalizando la tradición; por otro, su identidad garantizaría la combinación justa de apertura y continuidad: como argentino, viene del fin del mundo, de la joven América Latina, y conoce de cerca la pobreza extrema; como descendiente de inmigrantes italianos, sigue inscripto en la cultura europea.
Hace pocos años, en su libro Después de la muerte de Dios, Vattimo pintó un camino que tal vez le toque transitar a la Iglesia de Francisco: "El cristianismo se está moviendo en una dirección que no puede sino iluminar o debilitar su carga moral a favor de su caridad práctico-moral. Y no solamente se da un debilitamiento de sus concepciones morales y metafísicas, sino que con esta transformación, la caridad suplantará a la verdad [...]. El futuro del cristianismo, y también el de la Iglesia, es el de convertirse en una religión de puro amor [...]. Es difícil imaginar que, al final, algunos serán condenados por ser budistas, otros por ser musulmanes, etcétera. Yo digo, al contrario, que nosotros seremos condenados, o, más precisamente, nos condenamos a nosotros mismos en la Tierra, cuando chocamos unos contra otros, cada cual convencido de que posee al dios verdadero".
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