Géricault en Chacabuco y Maipú
La primera vez que entré en el Louvre, verano de 1961, fui casi de carrera en busca de los cuadros de Leonardo. Me perdí y tuve un encuentro inesperado con una obra de grandes dimensiones, impresionante y trágica. Imposible no detenerse ante ella. Era La balsa de La Medusa, de Théodore Géricault (1791-1824). El viernes de esta semana, 26 de enero, se va a conmemorar el bicentenario de su muerte.
Ignoraba en aquella visita iniciática que ese óleo desgarrador de 1819 estaba vinculado a la independencia argentina de un modo curioso. Jérôme Cramer (llamado Ambrosio Crámer en América latina), exoficial del ejército bonapartista, excombatiente del Ejército de los Andes, y exedecán de Manuel Belgrano en el Ejército del Norte, le encargó a Géricault, precisamente en 1819, sendas litografías ecuestres de los generales José de San Martín y Manuel Belgrano; además de otras tantas litografías sobre la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) y de Maipú (5 de abril de 1818). De la de Maipú, San Martín tenía en su casa de Boulogne-sur-Mer una copia impresa por Auguste Raffet.
Ignoraba en aquella visita iniciática que ese óleo desgarrador de 1819 estaba vinculado a la independencia argentina de un modo curioso
Desde chico, Géricault se interesó por dibujar caballos. Comenzó sus estudios de pintura con Carle Vernet, muchas de cuyas obras eran de temas equino, y Pierre-Narcisse Guérin, un neoclásico. En busca de una escuela más vigorosa, dejó esos talleres por el Louvre donde pasó cinco años haciendo copias de Rafael, Rubens, y Caravaggio, entre otros.
Géricault se presentó en el Salón de París de 1812 con el notable retrato ecuestre Oficial de cazadores a la carga, muy bien recibido por la crítica y el público. Dos años más tarde, se presentó con Coracero herido, pero no tuvo la repercusión que esperaba. Tras un nuevo horizonte, se fue a Florencia y Roma, donde quedó deslumbrado por la fuerza de Miguel Ángel. El género bíblico y el mitológico no lo atraían Géricault disfrutaba trabajando con temas de actualidad. El realismo y la expresividad harían de él un pionero de la escuela romántica francesa.
La obra más importante del pintor fue La balsa de La Medusa basada en un hecho real. Durante el reinado de Luis XVIII, la fragata La Medusa zarpó con otros barcos de la isla de Aix rumbo hacia la ciudad de Saint-Louis en Senegal, El navío estaba al mando del oficial Hugues de Chaumareys, En aquella travesía, probó su ineptitud: se equivocó en la lectura de los mapas. La nave encalló violentamente mientras se desencadenaba una terrible tormenta, y se hundió. Sólo parte de la tripulación, unos 250 hombres, subieron a los botes; para los 150 restantes, se armó de apuro una balsa que sería remolcada por las otras embarcaciones. Desde el primer momento, los náufragos lucharon por hacerse de un lugar. Chaumareys, a salvo en una nave, consideró la balsa un lastre, Dio orden en alta mar de soltar las amarras y la abandonó. Durante dos semanas, la balsa navegó a la deriva. Sus ocupantes se mataban entre ellos o morían de hambre, sed y enfermedades. Por último, los quince supérstites avistaron un barco de la flotilla. Dos de los rescatados escribieron un libro sobre aquel infierno. Estalló un escándalo en Francia y Géricault resolvió pintar una obra que mostrara ese horror.
Eligió los modelos, entre otros, a su colega, Eugène Delacroix. El negro africano, de espaldas al espectador, que agita un paño rojo hacia el navío de socorro, se encuentra subido al vértice de una pirámide de seres humanos vivos y muertos. Es Joseph, famoso como el modelo negro más hermoso y atlético de París. Aparece tres veces en posturas y sectores distintos del cuadro; sólo en una de ellas, se ve su cara.
Géricault murió en 1824. Dejó una obra numerosa de paisajes, temas ecuestres, y dibujos de rostros de personas dementes.